En la espera. XI

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Saint:

Me recosté en la cama con ambas manos en la nuca mirando hacía arriba.

—Hola de nuevo.

—¿Quién eres?

—Sabes quien soy—dijo tronándose los dedos.

—No, tú otra vez.

—También me alegra verte de nuevo Saint.

—¿Qué haces aquí?, tú estás...

—¿Muerto? si, eso es lo que todos piensan.

—¿Qué quieres, por qué estás aquí ?

—Una a la vez Saint, una a la vez.

—¿Qué haces aquí?

—Ya nos vamos entendiendo.

—Te hice una pregunta.

—¿De malas campeón?

—Responde.

—No te responderé lo que tú ya sabes...

—¡No, no te la llevarás!

—¿Quién me lo impedirá, tú?

—No te responderé lo que tú ya sabes.

—Igual me la llevaré.

—Te dije que no—le grité.

—¿Y si no quiero? Ya le has hecho mucho daño, no sé lo merece.

—¿Qué sabes tú?

—Lo suficiente como para saber que eres el ser más despiadado de este mundo y ella no merece nada de lo que le está pasando.

—Entonces no sabes nada—dijo mientras una sonrisa retorcida se formaba en sus labios, siendo visible por la luz que pegaba en la mitad de su cara.

—Déjala en paz a ella, me quieres a mi.

—No, me los llevaré a los dos, muchachos —¡gritó!

—No déjala, suéltenla miserables.

—Hey, hijo, tranquilo.

Me desperté asustado viendo a mi madre tratándome de calmar.

—¡Qué pasó mi amor, tuviste otra pesadilla?. Me abrazó, sus brazos rodeando mi cabeza, mientras mi cara quedaba en su pecho.

—¿Quieres que me quedé aquí hasta que te duermas de nuevo?

—No mamá, tienes que dormir y no tengo sueño.

—Me quedaré a contarte la historia que te gustaba de niño hasta que te duermas—me dijo sonriéndome.

Asentí.

—Cuenta una antigua leyenda que en una gran montaña había un pueblo oculto de vampiros gobernado por un rey muy, pero muy malo, este rey tenía una hija llamada Ardath. Ardath era una joven encantadora de 16 años, tenía una larga cabellera de color rubio, sus ojos grandes color grisáceo, labios gruesos y piel pálida, la joven estaba enamorada de un campesino llamado Murdo, Murdo era un chico alto, apuesto, cabello corto color negro, oscuros ojos grandes, mandíbula marcada y tez morena. Una noche lluviosa Ardath se escapó del castillo para ver a Murdo, pero uno de los guardias la vió y rápidamente le informó a su padre. Su padre no aceptaba dicha relación; pues Ardath era una vampiresa, mientras que Murdo era un simple lobo, el amor entre estás dos especies estaba prohibido, pues eran dos especies enemigas. El rey salió en búsqueda de Ardath y Murdo encontrándolos en un bosque, el padre de Ardath la tomó del brazo y la subió en el caballo, con dos de sus trabajadores agarrándola, mientras que a Murdo lo encadenaban, el padre de Ardath los llevó al castillo y ató a Ardath a un foco de luz esperando el amanecer, cuando salió el sol abrió la ventana dejando entrar el sol, una vez que el sol tocó la pálida piel de la joven se petrificó, el rey hizo a Murdo presenciar esta escena, mientras que Murdo sentía como su corazón se rompía en pedazos, era un dolor inigualable, luego hizo de Murdo un carcelero en su gran castillo, siete meses después Murdo no pudo soportar tanto dolor y el mismo se ocasionó la muerte, degollandosé con una daga de plata pura.

Si Tan Sólo Esos Ojos Pudieran Volverme A Mirar. Where stories live. Discover now