Desde El Dolor. XX

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Narrado por "L"

La luna llena se alzaba sobre la prisión, su luz plateada iluminando los muros y rejas que separaban a los internos del mundo exterior. A lo lejos, se oyeron unos pasos familiares. Es el teniente Smith, con su uniforme impecable, como siempre. Sabía que estaba a punto de romper todas las reglas, de traicionar el juramento que había hecho al unirse a la Ley. Pero también sabía que no podía dejar que Liasseum pasará un día más en este infierno.

Llegó frente a la celda y con un movimiento rápido, sacó una llave especial de su bolsillo. La cerradura cedió sin hacer ruido, y la puerta se abrió con un leve chirrido.

—¿Estás lista? —preguntó en voz baja.

—¡Más que nunca!—respondí.

Smith me guiaba por los oscuros pasillos del penal, donde la vigilancia era más laxa debido a los recortes presupuestarios y la confianza en que nadie sería tan audaz como para intentar escapar de la prisión con mayor seguridad de todo Estados Unidos, si supieran.

Tan pronto llegamos al área de mantenimiento, me agache y espere mientras Smith se dirigía a una pequeña sala de control. Con nervios de acero, manipuló los monitores de vigilancia y desactivó las cámaras que cubrían el perímetro por donde vamos a escapar.

—Vamos, es ahora o nunca —dijo al regresar.

Lo seguí a través de una puerta lateral que daba a un pasillo de servicio. Smith había memorizado las rondas de los guardias y sabía que tenían una ventana de diez minutos antes de que alguien notara algo inusual. Salimos al patio trasero, una alta cerca de alambre de púas se erguía como la última barrera entre mi libertad.

Sacó unas pinzas de su cinturón y empezó a cortar cuidadosamente el alambre. El proceso fue lento, cada corte resonando en la noche como un eco de su temeridad. Finalmente, logró hacer un hueco lo suficientemente grande como para que pudiéramos pasar.

—Vamos, rápido—Soltó, la preocupación en su tono de voz es notable.

Una vez fuera un dos coches nos esperaban, los sicarios que solían ser amigos de mi padre ríen al verme fuera de la prisión, me hacen señas de que nos montemos rápido al auto y nosotros accedemos, pero tan pronto puse un pie en el auto un foco aterrizó en nosotros —Mierda–Solté, nos vieron.

La alarma sonó y las luces de esta parpadeaban un rojo intenso, el caos estalló alrededor de nosotros, Smith tomó mi mano y corrimos rápidamente a la puerta de emergencia donde estaban los coches esperando, —Entra—Solto Smith—

—No te dejaré aquí.

—¡Maldita sea! Estaré bien, entra.

—No— Me empujo al coche y aterrice en el asiento trasero, —¡Smith, no! —Grite. El intercambio de disparos entre los policías, guardias y Smith alrededor de nosotros,, un tiro penetró en el hombro de Smith y tambaleándose no se detuvo, siguió disparando.

—Acelera el maldito auto—Grito.

El conductor pisó el acelerador y nos adentramos a un bosque, una patrulla de policías no dudo en seguirnos. —Devuelve el auto—Suelto.

—¿Quieres volver a estar presa?

—Maldita sea, para el puto coche.

—No.

Salté encima del conductor y comencé a golpearlo y patearlo, podía sentir como perdía el control del coche y este se balanceaba de un lado a otros con rapidez. —¡Alguien que me quite esta puta perra de encima! —Grito.

Uno de los que eran amigos de mi padre me tomó del pelo tirando hacia atrás con brutalidad, patee su cara y uno de ellos me noqueo. Desperté en un yate, con un fuerte dolor de cabeza pero no se igualaba al que sentía en mi pecho. Haber perdido al hombre que ame, se que no lo voy a poder superar.

Mi padre me entrenó para que sea una máquina asesina, para que sea inteligente, para que no tenga compasión con nadie pero nunca para dejar ir a los que amo. Según los especialistas las personas como yo no pueden sentir amor, ¿pero entonces, qué siento yo?, ¿Ira?, ¿Frustración? A la mierda todo.

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Narrado por la protagonista.

Miro el reloj en la pared y marca las cuatro de la tarde. Las mismas fotos en las paredes, los mismos muebles, pero todo parecía diferente desde que Jackson había decidido dejarlo conmigo. El eco de sus palabras aún resonaba en su mente como una canción desafinada que se negaba a detenerse.

Mi mundo se había construido alrededor de Jackson, o por lo menos parte de él, ya que cuando mis escenarios falsos no me ayudaban él lo hacía, y ahora ese mundo se derrumbaba, puedo sentir cómo mis lágrimas corren sin cesar por mis mejillas y aunque ya no hay sollozos, mi pecho sigue sintiendo el peso abrumador de la tristeza.

Puedo sentir como mi padre me observa en silencio desde la puerta, ya ni siquiera me molesto por parecer fuerte delante de él, yo no soy fuerte, no soy mi padre. Para la mayoría, mi padre es un hombre de éxito, carismático y encantador, pero bajo esa fachada se esconde su verdadera personalidad: una mente retorcida y calculadora. Él no es un hombre que sienta empatía; al contrario. La fragilidad lo altera.

—No puedes seguir así —dijo, su voz afilada como una daga.

No respondí. Apenas lo escucho o eso creo.

—Escúchame —dijo, cruzando la habitación hasta quedar frente a mi—. No vas a quedarte aquí llorando por un estúpido que no te merece.

Levanté la vista, pasé mis manos por mis ojos hinchados y enrojecidos. Puedo ver una mezcla de confusión en su mirada. Mi padre no es el tipo de hombre que se toma la tarea de sentarse a consolar. Nunca lo había sido. Pero esta vez, se puede notar algo más en su tono, algo más allá de la frialdad.

—Te vas de vacaciones —declaró sin más. No es una sugerencia, es una orden—. Mañana temprano, un avión te llevará a Alemania. Necesitas despejar la cabeza.

Abrí la boca para protestar, pero mi padre levantó la mano, cortando cualquier objeción antes de que pudiera articularla.

—No te estoy pidiendo tu opinión. Este no es un debate. Necesitas salir de aquí, lejos de todo lo que te recuerde a ese inservible.

Quede en silencio, procesando lo que acababa de escuchar. Una parte de mi sabía que tal vez mi padre tenía razón, que alejarme podría ayudar. —Papá, no sé si eso ayudará —susurre, con la voz apenas audible.

Mi padre me miró con sus ojos fríos y calculadores, su paciencia agotándose rápidamente.

—No me importa si ayuda o no. Lo que no voy a permitir es que te conviertas en una sombra de ti misma. Así que te vas. Y te aseguro que cuando vuelvas, serás otra persona. Por cierto, cuando vuelvas te irás a un campamento militar. Tu vuelo sale a las 7:00 AM, así que es mejor que te vayas preparando.

Sin esperar respuesta, salió de mi habitación, dejándome sola con mis pensamientos. Mire hacia la ventana, sintiendo cómo la orden de mi padre me envolvía. Sé que no tengo otra opción, las órdenes de mi padre deben acatarse o él hará que la acates.




Nota*

Perdonen la inactividad chicos/as, hay partes de algunos capítulos de este libro que están conectados con mi otro libro "En Mis Juegos" por si se llegan a confundir. Espero que les guste este capítulo. Los amo, chao.

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Si Tan Sólo Esos Ojos Pudieran Volverme A Mirar. Where stories live. Discover now