L1: Capítulo 6: La clase de Vuelo.

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Narra el Narrador

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Lyca se levanto temprano en la mañana. Cualquiera pensaría que se encontraba entusiasmada por por la clase de vuelo que se daría aquel día. Pero era todo lo contrario; Lyca se sentía aterrada ante la posibilidad de caerse de la escoba y, el solo pensamiento había provocado que no pudiera dormir bien.
Se arregló, sus compañeras de cuarto seguían dormidas a excepción de Hermione, la cual había acabado de levantarse.
Pero la diferencia era que Hermione si estaba entusiasmada por las clases de vuelo, ambas fueron juntas al Gran Comedor y Lyca tubo que soportar la charla que daba Hermione sobre el libro «Quidditch a través de los tiempos» que había encontrado en la biblioteca, lo cual no estaba ayudando mucho a Lyca ya que ella sabía que un libro no le serviría de nada cuando estuviera encima de la escoba.

Dio mil gracias cuando llegaron finalmente al comedor y se sentó algo alejada de su compañera.
Noto que en la mesa de Slytherin ya estaba sentada Astrid y soltó un suspiro. Después del inconveniente del lago, la pelinegra la evitaba a toda costa y ya no dejaba que se sentarán con ella, aunque Lyca lo había intentado.
Unos cuantos minutos después llegó el correo, a Lyca siempre le llegaban las cartas de su madre junto a los famosos pastelillos de Miranda, aquel día eran de frambuesa y chocolate.
En aquel momento por la entraba del comedor entro Regulus, bostezando, estaba acompañado de sus compañeras de casa; Hannah Abott y Susan Bones, las cuales parecían querer acompañarlo a donde quiera que vaya.

A las tres y media, Lyca y los demás Griffindors bajaron corriendo los escalones delanteros, hacia el parque, para asistir a su primera clase de vuelo. Era un día claro y ventoso. La hierba se agitaba bajo sus pies mientras marchaban por el terreno inclinado en dirección a un prado que estaba al otro lado del bosque prohibido, cuyos árboles se agitaban tenebrosamente en la distancia.
Los Slytherins ya estaban allí, y también las escobas, cuidadosamente alineadas en el suelo.

Los nervios de Lyca solo aumentaban, había oído a Fred y a George Weasley quejarse de las escobas del colegio, diciendo que algunas comenzaban a vibrar si  uno volaba muy alto, o que siempre volaban ligeramente torcidas hacia la izquierda.

Entonces llegó la profesora, la señora Hooch. Era baja, de pelo canoso y ojos amarillos como los de un halcón.

Hooch: Bueno ¿qué estáis esperando? -bramó-. Cada uno al lado de una escoba. Vamos, rápido.

Lyca se sobre salto y camino nerviosa a su escoba, su aspecto viejo y descuidado no le gustaba nada.

Hooch: Extended la mano derecha sobre la escoba -les indicó la señora Hooch- y decid «arriba».

Lyca: ¡ARRIBA!- gritó la castaña, seguida de las voces de sus compañeros.

Su escoba no perecían haberla oído, porque no se movió de su sitio.
La de Astrid solo dio un pequeño salto, pero siguió en el suelo.
Astrid lo consiguió al segundo intento, pero Lyca tubo que probar cuatro veces antes de que su escoba reaccionara.

Luego, la señora Hooch les enseñó cómo montarse en la escoba, sin deslizarse hasta la punta, y recorrió la fila, corrigiéndoles la forma de sujetarla.
Tan nerviosa estaba que la escoba casi se le fue de las manos.

Hooch: Ahora, cuando haga sonar mi silbato, dais una fuerte patada- dijo-. ados... tres... dos...

Neville, nervioso y temeroso de quedarse en tierra, dio la patada antes de que sonara el silbato.

Hooch: ¡Vuelve, muchacho!

Todos estaban tan concentrados en Neville, que subía cada vez más y más, casi alcanzando los cuatro metros, que nadie noto como una castaña subía lentamente en su escoba y buscaba desesperada la manera de bajar.

¡¿Reencarne como la hija de Remus Lupin?! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora