Narra el Narrador
ฅ^•ﻌ•^ฅฅ^•ﻌ•^ฅฅ^•ﻌ•^ฅฅ^•ﻌ•^ฅฅ^•ﻌ•^ฅ
En Hogwarts había 142 escaleras..., ¡142!. Y en aquellos momentos eran donde Lyca se encontraba maldiciendo el castillo entero por lo enorme que era.
Peeves tampoco era de mucha ayuda. Se encargaba de poner puertas cerradas y escaleras con trampas en el camino de los que llegaban tarde a clase. También les tiraba papeleras a la cabeza, corría las alfombras debajo de los pies del que pasaba, les tiraba tizas o, invisible, se deslizaba por detrás, cogía la nariz de alguno y gritaba: ¡TENGO TU NARIZ!Lyca había sido una de sus víctimas; cuando encontró la puerta al aula de Transformaciones y vio que estaba cerrada estuvo alrededor de diez minutos tratando de abrirla, hasta que se dio cuenta que solo era una pared pintada de puerta con un picaporte.
Esos diez minutos perdidos bastaron para que llegara tarde a la clase de la profesora McGonagall, la cual le abrió la puerta con mala cara.— Por ser su primera clase le perdonaré su tardanza. Para la próxima, se quedará afuera.— dijo con una mirada severa a la niña, dejándole pasar.
Lyca entro a la clase con una sonrisa nerviosa. Su primera impresión, no había sido tan buena como le hubiera gustado. Se sentó al lado de Hermione; con la que compartía dormitorio y prestó atención a la clase.
— Transformaciones es una de las magias más complejas y peligrosas que aprenderéis en Hogwarts —dijo—. Cualquiera que pierda el tiempo en mi clase tendrá que irse y no podrá volver. Ya estáis prevenidos.
Entonces transformó un escritorio en un cerdo y luego le devolvió su forma original.
Lyca estaba más que emocionada y tenía gran determinación por ser una de las mejores en la metería. Pero la determinación se le evaporó cuando la profesora los hizo copiar una serie de completadas anotaciones y después les dió una cerilla a cada uno para que las convirtieran en agujas.
Por más que Lyca lo intentaba y lo volvía a intentar, la cerilla no tuvo el más mínimo cambió; lo que le hizo pensar a Lyca que tendría que esforzarse mucho para conseguir ser la mejor. Al final de la clase, sólo Hermione Granger había hecho algún cambio en la cerilla. La profesora McGonagall mostró a todos cómo se había vuelto plateada y puntiaguda, y dedicó a la niña una excepcional sonrisa.La clase la cual «casi» todos esperaban era Defensa Contra las Artes Oscuras, al entrar al aula Lyca se dirigió al fondo de la clase y se sentó con Astrid que estaba sola; la niña tenía mala cara por la inesperada presencia de la castaña haciéndole compañía. Al menos tenían algo en común: ninguna parecía tener ganas de dar aquella clase. Las lecciones de Quirrell resultaron ser casi una broma. Su aula tenía un fuerte olor a ajo, y todos decían que era para protegerse de un vampiro que había conocido en Rumania y del que tenía miedo de que volviera a buscarlo. Su turbante, les dijo, era un regalo de un príncipe africano como agradecimiento por haberlo liberado de un molesto zombi, pero ninguno creía demasiado en su historia. Por un lado, porque cuando Seamus Finnigan se mostró deseoso de saber cómo había derrotado al zombi, el profesor Quirrell se ruborizó y comenzó a hablar del tiempo.
Sin embargo, Lyca vio la oportunidad perfecta de escape cuando notó como Astrid comenzaba a estornudar y a respirar con dificultad y le pidió a Quirrell permiso para llevarla a la enfermería.Mientras Lyca y Astrid salían del aula la castaña se pregunto que le sucedía a la niña de Slytherin.
— Soy alérgica— le respondió, sin necesidad de preguntar—. Le hago alergia a cualquier tipo de olor fuerte; como al ajo del turbante de Quirrell. También tengo asma.
Lyca asintió con la cabeza, ahora lo entendía. No recordaba demasiado de su anterior vida, pero si podía recordar con claridad algunas noches en las que tenía catarro por el frío que se filtraba por su casa.
A Lyca lo que más le inquietaba de todo era la mirada penetrante de la azabache hacia ella, aveces tenía la sensación de que quería preguntarle algo, pero siempre la detenía la duda.
ESTÁS LEYENDO
¡¿Reencarne como la hija de Remus Lupin?!
FanfictionLa historia y sus personajes pertenecen a J.K Rowling. Solo la protagonista y algunos otros me pertenecen. La joven Sarah despierta repentinamente sintiéndose extraña, con la sensación de que su cuerpo de alguna forma de había encogido. Inmensa fue...