Segundo lugar

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Taesan caminó por el campus universitario, su corazón pesado y su mente ocupada y no por estar a dos dias de su graduación . Por primera vez en mucho tiempo, no estaba acompañado por Leehan. 

La noche anterior, había sido testigo de su primera pelea como novios. Una discusión que comenzó con un malentendido y se intensificó hasta convertirse en un intercambio de palabras duras y heridas. Taesan nunca había visto a Leehan tan enojado, y viceversa.

Mientras caminaba hacia su primera clase del día, Taesan no podía dejar de pensar en lo que había salido mal. ¿Cómo una conversación tranquila sobre planes para el fin de semana se había convertido en una batalla campal? ¿Por qué Leehan se había ido sin decir una palabra?

Al llegar a la clase, Taesan se sentó en su asiento habitual, pero su mente no estaba en la lección. Miraba su teléfono, esperando un mensaje de Leehan, pero la pantalla permanecía en silencio.

De repente, la puerta de la clase se abrió y Leehan entró, su rostro igual de sombrío que el de Taesan. Se sentó en el asiento vacío junto a Taesan, sin mirarlo.

El profesor comenzó a hablar, pero Taesan y Leehan permanecieron en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos. La tensión entre ellos era palpable.

El silencio entre ellos era incómodo, pero Taesan sabía que no podían reconciliarse de la noche a la mañana.  Y el salón entero no tardó nada en darse cuenta de que algo pasaba. En cuanto la clase terminó, Leehan se levantó yéndose rápidamente sin dejar a Taesan hablar o al menos suspirar.

Yoshi se acercó a Taesan —Hey, ¿qué pasa? Te veo muy abatido— dijo, sentándose junto a él en la mesa de la biblioteca

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Yoshi se acercó a Taesan —Hey, ¿qué pasa? Te veo muy abatido— dijo, sentándose junto a él en la mesa de la biblioteca.

Taesan suspiró, mirando hacia abajo. —Es Leehan... tuvimos una pelea horrible anoche—

Yoshi frunció el ceño. —¿Qué pasó? ¿Qué dijo él?—

Taesan se encogió de hombros. —No sé... empezó con un malentendido y se convirtió en una discusión. Dijimos cosas que no deberíamos haber dicho—

Yoshi asintió comprensivamente. —Lo sé, esas peleas pueden ser dolorosas. Pero ¿no has hablado con él desde entonces?—

Taesan negó con la cabeza. —No... él dijo que necesita tiempo. No sé qué hacer, Yoshi. —

Leehan se acercó a la mesa donde Taesan y Yoshi estaban hablando, su rostro aún sombrío pero con un destello de determinación en sus ojos.

—Taesan, necesito hablar contigo —dijo Leehan, ignorando temporalmente la presencia de Yoshi.

Taesan se sorprendió, pero asintió lentamente. —Está bien.

Yoshi se levantó de su asiento. —Me voy, dejo que hablen. —Y se alejó discretamente.

Leehan se sentó en el lugar que Yoshi había dejado vacío, mirando fijamente a Taesan.

—No puedo dejar que las cosas sigan así entre nosotros —dijo Leehan, su voz baja pero firme—. Tu y yo en el muelle ese que nos gusta a ambos, luego de las clases, claro.— Y sin dejar hablar a Taesan nuevamente, Leehan se fue.

—Bueno...— Dijo Taesan en un murmuro.
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Leehan y Taesan se sentaron en el muelle, mirando hacia el mar.

—No entiendo por qué te molestaste tanto anoche —dijo Taesan.
Leehan se puso de pie, sintiendo que la discusión no había terminado.
—Me molesté porque siempre cedo a tus deseos y no me escuchas —repitió.

Taesan se giró hacia él, su voz subiendo de tono.
—¡Eso no es cierto! ¡Tú siempre quieres hacer lo que quieres y no te importa lo que yo quiera!—

Leehan se sintió herido. —¡Eso no es justo! ¡También me importa lo que tú quieres!
La discusión se intensificó, y ambos comenzaron a hablar al mismo tiempo, sin escucharse.

La voz de Taesan tembló de emoción. —¡Nunca te he pedido que cambies, pero siempre parece que estoy en segundo lugar!— Leehan se sintió atacado.—¡Eso no es cierto! ¡Tú siempre estás en primer lugar para mí!—

Taesan se burló. —¡Sí, claro! ¡Eso es por qué siempre haces lo que quieres y no te importa lo que yo siento!— Leehan se enfureció. —¡Basta! ¡No puedes seguir acusándome de cosas que no son ciertas!

La discusión se intensificó, y ambos comenzaron a decir cosas que no podían retractar. El aire se llenó de tensión y dolor.

En el calor del momento, Leehan dijo algo que lamentaría para siempre: —¡Si siempre te sientes en segundo lugar, quizás deberías serlo de verdad!

Taesan se congeló, su rostro pálido de dolor. Las lágrimas se detuvieron en sus ojos, reemplazadas por una mirada de shock y tristeza. —¿Cómo pudiste decir eso? —susurró Taesan.

Leehan se dio cuenta de su error y trató de arreglarlo, pero era demasiado tarde. —Taesan, lo siento... No quise decir eso...—

Taesan se alejó, su voz apenas audible.

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⏰ Última actualización: Nov 13 ⏰

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