Un azabache intenta conquistar a la primera creciente, pero después de varios intentos fallidos, se rinde. Sin embargo, finalmente decide declarar sus sentimientos. A pesar de deprimirse por el rechazo, no se da por vencido. Todo cambia cuando una i...
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Retrasemos el tiempo:
Faltaban aproximadamente 10 minutos para la misión. Kaigaku llegó antes, y le costaba trabajo respirar debido al nerviosismo que sentía. Douma notó su estado y trató de calmarlo.
-Respira y exhala... "ay, no sé qué voy a hacer contigo".
-No... ¡puedo...!
-¡Kaigaku! -le dio una cachetada- ¡Cálmate de una vez!
-¡Auch, ya entendí, ya entendí!-se sobó la mejilla derecha.
-¡Bien! Tranquilízate, todo va a estar bien.
-Sí, claro, como no...
-Hmm, ¿Kokushibo se está tardando, no crees?
-Tienes razón, ¿dónde estará?
-Voy a buscarlo, tú quédate aquí.
Más tarde»
Kaigaku ve cómo su amigo regresaba.
-Entonces, ¿dónde está?
-Ya viene en camino, se quedó dormido en su habitación. ¿Puedes creerlo? Esta es la primera vez que la primera luna superior llega tarde. ¡Jaja!
-¿Dormido? Vaya, jaja -sintió un escalofrío recorrer por su espalda. Deseaba no ser la persona en la que estaba pensando, pero para su desgracia, sí era al voltear.
-Vaya, Kokushibo-san. Hasta que aparece.
-¡A-ah! K-kokushibo... "mierda, no puedo evitar ponerme nervioso con su presencia después de ese rechazo".
-Hola... Perdón por la tardanza, ¿listo para la misión?
-C-claro.
-Bueno, ¡Adiós! Buena suerte -susurró lo último al oído del menor, lo cual molestó al mayor.
-Entonces, ¿nos vamos?
-¡S-sí!
Fueron en camino hacia la montaña asignada. El plan era el siguiente: Muzan había enviado a otro demonio para que peleara con el niño de los aretes hanafuda, sabiendo perfectamente que el cuervo del niño le ordenaría eliminar a ese demonio. Mientras peleaban, ellos obtendrían información sobre sus habilidades.
Cuando llegaron, caminaron hacia el pueblo. Claramente, no podía faltar el silencio incómodo, ninguno de los dos se dirigió alguna palabra; solo se escuchaba el ruido de los grillos y las hojas moviéndose por la ráfaga de viento.
Era un clima agradable, favorito del azabache. Provocó que cerrara los ojos (aún caminando) para sentirse tranquilo y olvidarse del mundo por un rato. Kokushibo lo observaba, apreciando su belleza. Tal vez... aceptaría los sentimientos que tenía hacia él.
