Un azabache intenta conquistar a la primera creciente, pero después de varios intentos fallidos, se rinde. Sin embargo, finalmente decide declarar sus sentimientos. A pesar de deprimirse por el rechazo, no se da por vencido. Todo cambia cuando una i...
Llegué a la Fortaleza Infinita después de una misión, y al ingresar reinaba un completo silencio.
No vi a nadie, ni al amo Muzan ni a los demás. ¿A dónde se habrán ido todos? Quise confirmarlo, así que recorrí casi toda la fortaleza. Efectivamente, no había nadie.
Suspiré y miré al suelo. Últimamente todos se están alejando de mí desde que ocurrió el incidente con aquel niño. Ahora todos se preocupan por él y lo cuidan y blah, blah. ¡Ah! ¿En serio lo hacen por su pasado? ¡Qué estúpidos!
Luego escuché el sonido de una pelota rebotando.
—¿Hay alguien ahí?
De repente, ya no escuché la pelota rebotar y eso hizo que mi cuerpo se tensara.
—¡Mukago!—escuché a lo lejos.
—¿Uh?
—¡Mukago, atrápala!—vi una pelota dirigirse hacia mí y rápidamente la atrapé a pocos centímetros de mi rostro.
—Wow, jaja. No creí que la atraparías. —salió una demonio de las sombras con una gran sonrisa.
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—¿D-demonio Temari?
—¡Esa misma! Pero prefiero que me llames por mi nombre.
Ladeé la cabeza y arqueé una ceja confundida. La demonio rió.
—¡Me llamo Susamaru! No puedo creer que te hayas olvidado de mi nombre.
—A-ah, Susamaru. Sí, perdón. Es que ahora me doy cuenta de que no hemos hablado mucho, además de que ahora no interactúo con los demás.
—¿Por qué?
—Bueno... a-ahm.
—¡Está bien, no tienes por qué decírmelo! No estás obligada.
—Es que...
—No, no. Así está bien, no es necesario. Hehe. Bueno, no tengo nada que hacer ahora.—llevó su mano a su nuca—Así que si quieres, podemos pasear por la fortaleza. ¡Solo si quieres!
