Cap 23.

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Kaigaku regresaba a la fortaleza infinita después de su encuentro con su hermano y una divertida plática. Aunque la pregunta que le hizo antes de irse rondaba por su cabeza.

"¿Y si te conviertes de nuevo en humano? Piénsalo, adiós."

No podía dejar de pensar en aquello, pero pensaba que no era una mala idea, así podría vivir como lo era antes. Ahora, el problema era el señor Muzan. Tenía miedo de que podría morir si le platicase. Además, ¿qué pensarían sus amigos? ¿Su pareja? ¿Acaso lo aceptarán? ¿O lo despreciarán?

"¡Aaah!" Jadeó muy molesto, tapando su rostro con ambas manos.

—Es mejor que descanse un poco. Tengo varios días para pensarlo.

Al llegar a la fortaleza infinita, se dirigió a su habitación. Entró y se cambió de ropa reemplazándola por la sudadera que le había regalado Kokushibo, y fue a recostarse en el futón. Mientras veía a través de una puerta abierta que el amanecer estaba dando su presencia en el entorno. Un bello y cálido sol, y los pajaritos cantando de alegría.

Recordaba los momentos en que era un humano e hizo una ilusión con el árbol que estaba un poco lejos pero pudo visualizarlo. Era él, en versión niño, sosteniéndose del tronco temblando por no querer entrenar con su abuelo.

Rió suavemente porque cuando bajó recibió un golpe de su bastón.

Dio la vuelta quedando boca arriba, vio el techo por unos minutos más y quedó profundamente dormido.

(...)

Kokushibo salió de la oficina del señor Muzan con una expresión de sorpresa. Caminó hacia la habitación de su pareja porque quería hablar con él. Tocó pero no respondió; supuso que estaba dormido, así que con cuidado abrió la puerta y se fijó en que sí tenía razón. Primeramente fue a cerrar la puerta del balcón, pero antes quedó unos minutos viendo cómo lucía el amanecer.
Cerró la puerta y fue a recostarse junto al menor, quien lo puso contra su pecho mientras lo mimaba.

—¿Debería despertarlo y decirle..? Creo que es mejor que se lo diga esta noche en la misión.

La misión que les habían asignado a ellos dos era una oportunidad para platicarlo, pero a la vez estaba nervioso de cómo reaccionaría.
Se dejó llevar por el cansancio y abrazó a Kaigaku con cariño para poder conciliar el sueño.

(...)

La noche oscura contemplaba todo su alrededor, los sonidos de los grillos y el compás del viento ligeramente pegando a las hojas. Kokushibo despertó primero, movió ligeramente a Kaigaku para que se despertara mientras lo llamaba, sin embargo, no daba señales de que quería despertar. Suspiró y se colocó encima de él, empezando a darle besos en su cuello.

—Mmm...—escuchó cómo jadeaba bajo, lo que indicaba que estaba empezando a despertar.
Kaigaku se asustó al despertar con él encima dándole ligeros besos, y su rostro rápidamente se tornó de color carmesí.

—a-ah...

Se separó de él viéndolo desde su perspectiva, lo que le cautivó un poco.

—Vamos a nuestra misión. —Se quitó de encima y fue a la puerta.—Te espero afuera, cariño.—El menor pudo ver una pequeña sonrisa coqueta, que provocó que se pusiera aún más rojo.

—Pensé que me dejaría sin caminar, de nuevo...—decía mientras se levantaba.

—Tal vez cuando terminemos la misión, pueda platicarle sobre la oferta...

(...)

Cuando terminaron de acabar con los cazadores problemáticos, fueron a descansar un rato apoyados en un árbol contemplando la luna. Kaigaku estaba sentado en el regazo del pelirrojo, y este lo abrazaba por la cintura.

—Kokushibo-san.

—¿Mm? ¿Qué pasa, Kaigaku?

—¿Está mal lo que hacemos?

—¿Qué es lo que está mal?

—Matar a los humanos. Digo, si deberíamos parar con lo que hacemos y convertirnos en uno de ellos...

—¿Qué exactamente es lo que quieres decir, Kaigaku?—preguntó aún sin saber lo que Kaigaku quiso decirle.

Ante esta pregunta, él tragó saliva nervioso por lo que estaba a punto de decir.

—Si debemos convertirnos en humanos.

Un amor que poco a poco es correspondido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora