Giovanni estaba sentado en la diminuta mesa de madera de la cocina de su departamento, mirando a la sala de estar con una expresión vacía, casi idiota, mientras esperaba que sus fotos se exportaran a su computadora, cuando escuchó el ruido de llaves en la puerta y espabiló.
Volteó su rostro en dirección a la misma, esperando ver a Aurora cruzar el umbral con alguna chica de nombre desconocido, ebria más allá de las palabras y cubierta de marcas de labial en el rostro, pero se llevó la sorpresa de su vida al verla semi sobria, tomada de la mano con nadie más, nadie menos que Alexandra de la Cuadra.
—¿Qué carajos?... —Las palabras se escaparon de su boca antes de que él tuviera la oportunidad de filtrarlas.
—Larga historia —su mejor amiga le respondió y tiró sus llaves sobre la mesa, haciéndolas aterrizar al lado de su computadora—. Ella se quedará a dormir en el sofá.
—No, no me vas a decir solo eso e irte... —Giovanni comentó, pero la muchacha ya se había metido a su habitación, a recoger unas sábanas y almohadas.
Por sus movimientos torpes y acelerados, él supo que ella estaba al menos un poco intoxicada. Pero por su voz firme y seria, también dedujo que su sobriedad estaba comenzando a regresar.
—Yo te lo explicaré todo, Gio —la rubia lo tranquilizó, con más consideración.
—Más te vale —Él se giró hacia ella—. ¿Qué capítulo de esta puta telenovela me perdí ahora?
Alexandra se sentó en el sofá y soltó una risa sin humor, antes de frotarse los ojos. Estaba agotada.
El fotógrafo, percibiendo su pésimo estado físico y mental, dejó a su puesto de trabajo atrás y se movió hacia ella, acomodándose a su lado.
—No soy un experto en emociones, pero me parece que necesitas un abrazo.
—Eso y un litro de vodka, derecho a la vena.
Él se rio de vuelta y la sostuvo, preocupado.
—Vodka no tenemos, pero ¿te sirve un jugo de naranja?
—Sí... cualquier cosa sirve. Estoy sedienta.
—Okay... Voy y vuelvo.
Giovanni cumplió con lo prometido, dentro de unos minutos más. Fue a la cocina, le sirvió un vaso y regresó para apoyarla. En el entremedio, Aurora también reapareció.
—Ten —Le pasó a la rubia una cobija, sábana y almohada—. Acomódate c-como quieras.
—Gracias —Alexandra murmuró, con aprecio.
—Me iré a duchar ahora... y a dormir d-después, así que... buenas noches, Gio... Blondie —la artista dijo y se volteó a su habitación de nuevo.
Obviamente no tan solo fue allí a recoger su piyama, sino a escapar de la situación, pero nadie tuvo el coraje de llamarle la atención por ello. Era un milagro que siquiera estuviera dispuesta a tolerar la presencia de la atleta en su hogar. Era natural que estuviera siendo tan escurridiza.
—Okay, ahora que ella se fue... ¿Me explicas qué pasó? —el fotógrafo preguntó y Alexandra, mientras bebía su jugo de naranja con sorbos cortos y evitaba mantener el contacto visual con él a toda costa, le contó con cierta vergüenza todo lo que había sucedido entre ambas.
Aurora —quién volvió a cruzar la sala con pasos rápidos y se metió al baño, ignorando su conversación— también repasó la historia en su cabeza durante su ducha. Y si sus acompañantes no creían en lo que había hecho aquella noche, ella menos aún.
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【Blondie】
VampireAurora Reyes no le tiene fe, esperanza, o cariño alguno al mundo en el que vive. Hasta que en su camino entra Alexandra de la Cuadra, su previa nemesis, matona, y enemiga acérrima... convertida en novia.