Durante los meses que prosiguieron los Panamericanos, las vidas de todos volvieron a sus cómodas y predecibles rutinas. Cuentas a pagar, horarios a seguir, vecinos ruidosos sobre los que reclamar, trámites a los que realizar, medicinas a las que tomar, terapias a las que ir... en fin. Procesos aburridos, pero esperados.
Eso sí, dentro de todo lo pronosticable también existieron novedades.
El señor Mario se cambió de residencia y pasó a vivir con su madre, para cuidarla durante los años restantes de su vejez.
Natasha volvió a molestar la paz general con sus indeseados mensajes de texto y comentarios anónimos, pero sus reapariciones se fueron volviendo menos y menos hirientes con el paso del tiempo.
La película de Alaister Marwood se estrenó y por su excelente recepción Aurora y los otros miembros del equipo de producción fueron invitados a trabajar en más proyectos del autor.
Alexandra consiguió un cargo en un zoológico, volviéndose una de las principales cuidadoras del aviario.
Las dos se cambiaron de departamento y pasaron a vivir juntas... lo que probablemente resultó ser la novedad más difícil para Aurora de soportar.
Ella sabía que el cambio era bueno. Sabía que quería pasar más tiempo con su novia y que Giovanni sería feliz viviendo junto a Connie. No tenía dudas sobre ello. Pero dejar atrás su diminuto y caluroso hogar al lado de la gasolinera le resultó bastante doloroso de todas formas. Porque tenía demasiados buenos recuerdos allí. Se había vuelto apegada al espacio. Además, tener el apoyo constante de su mejor amigo era algo que solía considerar crucial en su vida. No fue fácil acostumbrarse a la distancia física que pasó a existir entre ambos.
—Te voy a extrañar, Gio —Ella le había dicho en lágrimas, mientras lo abrazaba por una última vez dentro del departamento vacío.
—Yo también —incluso él no se aguantó su llanto, y la abrazó más fuerte—. Pero al menos viviremos cerca uno del otro... La calle Atlantic no está muy lejos de la calle Dickinson.
—¡Más te vale venir a verme todos los sábados!
—¿Yo? ¡¿Y tú no puedes venir a visitarme?! —Giovanni bromeó, fingiendo molestia solo para levantarle los ánimos con una de sus típicas falsas discusiones.
—¡Mi departamento es mayor que el tuyo! ¡Además, tenemos una pizzería al lado! ¡¿Tú que tienes?!
—A nuestra gata, que te extrañará mucho...
—Oh, eso es jugar sucio...
Al pensar en aquella charla, hasta hoy Aurora se emocionaba. No mentía cuando decía que la ausencia diaria del muchacho a veces le dolía.
Pero Alexandra ayudó a que la transición no fuera tan dura. Fue, de hecho, el único motivo de por qué su separación también le resultó agradable.
Vivir junto a la rubia era algo que la versión adolescente de Aurora jamás hubiera considerado algo posible, pero que le terminó agradando demasiado – aunque sí, el tiempo que la bióloga pasaba en el baño maquillándose era ridículo y tenía que rebajarlo un poco—.
—¡Blondie, vamos a llegar tarde al cine!
—¡Ya voy! —su novia gritó desde el otro lado de la puerta.
Aurora sacudió la cabeza y revisó su reloj, ansiosa por irse. Se encontrarían con Giovanni, Connie y sus demás amigos en Planetfilm para ver en conjunto la película más reciente de Alaister, en la que ella también había trabajado.
—¡Estoy lista! —La rubia abrió la puerta con apuro y una ráfaga de viento hizo a la artista levantar su mirada.
Al ver a la joven, toda su irritabilidad y angustia se desvaneció.
Como siempre, Alexandra se veía absolutamente hermosa. Había ondulado su cabello dorado y hecho un delineado perfecto en sus ojos, haciéndolos destacar aún más. Si su verde ya solía ser hipnótico en su estado natural, cuando resaltados por sombras oscuras y líneas negras su efecto de atracción se volvía todavía más fuerte. Le resultaba imposible mirar a cualquier otro lado que no fuera a ellos.
—Te ves... —Aurora bajó su mano, sintiéndose tan maravillada que llegaba a estar un poco confundida—. Preciosa.
La otra joven, por su parte, también se encontraba tan encantada como ella. Por eso mismo le sonrió, besó su mejilla y la tomó de la mano.
—Gracias —murmuró en contra de su oído, antes de jalarla hacia la puerta de salida—. Tú también te ves hermosa, pero tenemos que irnos...
—¡Ah! ¡Ahora me quieres apurar! —La artista se rio, dejándose ser arrastrada.
—¡Claro! ¡Como tú misma lo dijiste, vamos tarde! No podemos perder más tiempo aquí.
—¿Y la culpa de eso de quién es? —la morena preguntó, mientras Alexandra la soltaba para girar la llave en el cerrojo.
La rubia, al oír su respuesta, se sacó la lengua mientras abría la puerta, haciéndola reírse más aún. Aurora atravesó el marco primero, con una expresión alegre y liviana. Ella la siguió, luego de echarle una mirada final a su departamento.
En la sala, una alfombra persa cubría el suelo. Decenas de fotos de las dos estaban colgadas por doquier, y varias estatuillas hechas por la escultora decoraban los muebles. Al fondo, cerca de la ventana, había un telescopio nuevo. A su lado, durmiendo en el suelo, dos gatos blancos y peludos.
Al observar el espacio, Alexandra soltó un exhalo aliviado y de pronto se sintió conmovida.
Ella al fin tenía un hogar en el que se sentía segura.
Más importante aún, al fin tenía un hogar en el que no se sentía sola.
—Hey... —Aurora frenó sus pasos, al ver que su novia no la estaba acompañando hacia el ascensor—. ¿Qué pasó? ¿Se te olvidó algo?
—Sí... —La muchacha volvió a sonreír, cerró la puerta y se aproximó a ella—, esto —la agarró del cuello y la besó, quitándole el aliento por sorpresa—. Ahora sí... vamos.
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Nota de la autora: Llegamos al fin de la historia :) Espero que les haya gustado. Fun fact, se supone que el libro terminaría en el capítulo anterior, pero uno de ustedes, queridos lectores, quiso un epílogo, así que... escribí esto xd Ojalá haya quedado decente.
En fin... ojalá se hayan divertido, llorado, y emocionado con esta obra. Yo sé que yo lo hice. Gracias por seguir leyendo, y nos vemos en una próxima ocasión. ^^
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【Blondie】
VampireAurora Reyes no le tiene fe, esperanza, o cariño alguno al mundo en el que vive. Hasta que en su camino entra Alexandra de la Cuadra, su previa nemesis, matona, y enemiga acérrima... convertida en novia.