Después de pasar por su habitación a solas y de ir a visitar la de su nutricionista —a buscar el papel con los alimentos y platillos que debía consumir para mejorar su rendimiento—, Alexandra bajó al restaurante del hotel, donde su novia ya la esperaba.
Algunos atletas más también estaban por allá, desayunando. La gran mayoría sufría por no poder comer todas las cosas deliciosas y suculentas que veían en el buffet, pero seguía apegándose con fidelidad a su dieta —concentrada en carbohidratos; reducida en gorduras y proteínas—. Ya otros, contrabandeaban trozos de queso y jamón a escondidas.
Aurora fingía que no los veía, mientras intentaba no reírse del cuadro —que francamente, era cómico—.
Tal como ellos, la rubia también se sentía un poco tentada a robar un muffin de chocolate, lo confesaría. Se veía tan blando, dulce, apetitoso y acaramelado... Llegaba a ser pecaminoso de mirar.
Pero decidió mantenerse firme a sus principios. Se resignó a comer una ensalada de frutas y un par de rebanadas de pan integral, cubiertas de aguacate, junto a un jugo de naranja. Se tomaría un espresso más tarde, para ganar un poco de energía antes de entrenar.
Por ahora, estaría bien con esto.
Tenía que convencerse de que estaría bien con esto.
Porque ese muffin...
"NO." Ella se reprochó en su mente, y con su bandeja en mano, se movió a la mesa donde había avistado a su novia.
Aurora en sí, escogió lo de siempre. Café negro con poco azúcar, y un pan con queso y jamón.
Pero algo añadió a su menú. Algo que claramente no era para ella. Y entonces, la rubia notó que la artista había cometido un gran error.
Al no saber lo que su pareja podía o no comer, le aseguró un muffin de arándanos, por si acaso.
—Retiro lo que dije más temprano, sí que te odio —Alexandra se quejó, con un gruñido.
—En mi defensa —La morena se rio—, te lo guardé porque sé que te gustan, y porque no tenía idea que están fuera de tu dieta.
—¡Que se joda la dieta! Ahora que lo trajiste es mío.
—¿Te vas a tentar tan fácil?
—¡Es un muffin! ¿Cómo puedo no tentarme?
Aurora carcajeó de nuevo.
Mientras las dos seguían discutiendo por el destino del pobre pastelillo, más personas entraron al restaurante. La atleta, al mirar quienes se habían sentado en unas mesas atrás de la artista, casi tuvo un paro ahí mismo y fue recibida por los ángeles del cielo.
Dejó de hablar.
Soltó el muffin.
Abrió sus ojos como un gato asombrado.
—R-Rory...
—¿Qué?
—Mira...
La artista lo hizo, y su boca también se desplomó. Al contrario de la rubia, no sintió pasmo, sino entusiasmo.
—¿Es Joe Kutuk?
—Estamos desayunando junto a Abaddon... —Fue la única respuesta coherente que Alexandra pudo dar.
Aurora, no obstante, sonrió de oreja a oreja.
—¡Voy a hablar con ellos!
—No, Rory... ¡Rory! ¡Espera!... —La atleta estiró su mano hacia ella, pero al ver que no podía detenerla, rápidamente ocultó su rostro con su palma y cerró la boca.
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【Blondie】
VampireAurora Reyes no le tiene fe, esperanza, o cariño alguno al mundo en el que vive. Hasta que en su camino entra Alexandra de la Cuadra, su previa nemesis, matona, y enemiga acérrima... convertida en novia.