12. ¿FANTASMA?

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HOLAA, e lo siento mucho si no he subido nada estas tres semanas pero no me había dado tiempo. Aunque en un mes será semana santa a si que ya tendré más tiempo, mientras tanto voy a intentar buscar huecos para seguir escribiendo esta historia. Un besoo💋

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10 de Septiembre de 2025, El internado La Laguna Negra / dormitorio, Maria Almagro.

Me desperté en la habitación con la luz tenue del amanecer filtrándose por las cortinas. Por un momento, todo parecía ser una mañana común, pero al mirar a mi alrededor, los recuerdos de nuestro maravilloso romance inundaron mi mente.

Aquella habitación, testigo de tantos momentos especiales, me recordaba la primera vez que nuestros ojos se encontraron en el pasillo y cómo el amor floreció entre nosotros. Cada rincón guardaba risas, secretos compartidos y noches de complicidad.

Hoy, después de 15 años, la vida me había devuelto a este lugar y me asignaron la misma habitación que compartía con Fermin.

Me levanté de la cama, sumergida en la nostalgia de aquellos días. Caminé por el internado, reviviendo los lugares que solíamos frecuentar juntos. Los recuerdos se entrelazaban con la realidad mientras me dirigía al comedor. El aroma familiar del desayuno me transportó a las mañanas compartidas, intercambiando miradas cómplices sobre tazones de cereal.

Durante el día, me sumergí en las tareas diarias, pero mi mente seguía regresando a aquellos momentos de felicidad compartida. El patio resonaba con risas y promesas de un futuro juntos mientras paseaba por él. Cada rincón del internado me conectaba con nuestra historia de amor perdido.

Al regresar a la habitación, me detuve frente a la puerta, donde tantas veces Fermin me esperaba con una sonrisa. Cerré los ojos y reviví esos momentos, sintiendo su presencia en cada rincón de la habitación.

Aunque el tiempo y la tragedia nos separaron, encontré consuelo y alegría al recordar los momentos compartidos. Aunque Fermin ya no estaba físicamente a mi lado, su presencia perdura en cada rincón del internado y en mi corazón, donde el amor que compartimos nunca se desvanecerá.

10 de Septiembre de 2025, El internado La Laguna Negra / Comedor, Carolina Noiret.

Como en todas las comidas nos sentamos a las 5 en la misma mesa, y comenzamos a hablar lo raro que era todo lo que había pasado.

— ¿Y seguro que mirasteis bien las habitaciones? ¿No os ha faltado ninguna? — preguntó Ander, ya que el día anterior fuimos a revisar si estaban todos los estudiantes.

— Ninguna. Estuvimos revisando hasta los dormitorios de los pequeños. — fui yo la que respondí, me estaba rayando mucho ya que la mayoría creía que lo que había visto era mi imaginación.

— En el comedor parece que están todas ocupadas. — comentó Alba.

— Todas menos la de Samu. — Lara se unió a la conversación poniendo cara triste cuando miró la silla que estaba vacía. Cada mesa tenía seis asientos, y la única que estaba libre era la de él. Yo no lo conocía casi nada, pero debo de admitir que Lara me daba pena, se fue del internado sin despedirla, y nadie sabía la verdadera razón.

Alba la consoló poniendo una mano en su brazo y convenciendo de que la íbamos a encontrar.

10 de septiembre de 2025, El internado La Laguna Negra / dormitorio, Cayetano Noiret.

Me encontraba tirado en la cama, el sol del mediodía iluminaba la habitación. Pero yo no estaba de buen humor, desde que había llegado aquí no era capaz de estarlo. Mi hermana, mis padres, y mi abuela me animaban a estarlo, y yo lo intentaba, pero no era capaz. De un día para otro había cambiado mi vida, y eso no me gustaba. No estaba feliz, y menos si Ander estaba molestando poniendo su música a todo volumen.

— Mira que eres pesado. ¿Puedes bajar un poco el volumen? —dije con un tono de voz que apenas ocultaba mi irritación.

Ander, como siempre, parecía vivir en su propio mundo. Ignoró mi solicitud y siguió con la música a todo volumen. La tensión en la habitación creció, y no pude evitar soltar un suspiro molesto.

—¿Acaso te importa algo más que tú mismo? —le espeté, intentando contener mi frustración.

Ander, como si nada, se levantó de su cama y caminó hacia la ventana. Mientras buscaba algo fuera, aproveché para tratar de apagar la música, pero ni siquiera le importo.

—Vaya, parece que el ego de Ander es más importante que la paz en esta habitación —murmuré, sintiendo cómo la paciencia se me escapaba.

Ander agarró una camiseta y se fue de la habitación sin dirigirme ni una mirada.

Quedando solo, me pregunté por qué teníamos que vivir juntos. No había nada que me atara a este tipo, y cada día que pasaba, parecía que me resultaba más insoportable, y más por lo bien que se llevaba con mi hermana.

10 de septiembre de 2025, El internado La Laguna Negra / patio de afuera, Carolina Noiret.

Estaba encima de un banco, con un cuaderno y un bolígrafo en mi mano, estaba dibujando algo, no es que se me diera muy bien ni que me gustara tanto. Pero desde que había vuelto había estado rodeada todo el rato de personas, y no me disgustaba, pero necesitaba estar sola, distraerme conmigo misma, sin pensar en nada, solo dibujar. Y si, estaba dibujando, pero no había conseguido olvidarme de las cosas, todavía tenía grabada en mi mente la imagen de aquella noche.

Igualmente seguí dibujando, hasta que alguien se sentó a mi lado sin que yo me diera cuenta.

— ¿Qué haces aquí? — pregunte.

— Te he visto desde la ventana de mi habitacion y tenia curiosidad de saber lo que hacías.— era Ander, y aunque no quería estar rodeada de gente, no me importó que él estuviese allí. — ¿Te gusta dibujar?

— No se, no es algo que haga muchas veces, solo lo hago para no pensar en muchas cosas.

— Ya. — después asomó la cabeza para ver lo que estaba dibujando, y yo evité que viese lo que había dibujado. —Venga déjame, no creo que se te de tan mal como para que no pueda verlo.

No me reí, pero debo de admitir que ese comentario me hizo bastante gracia, y me convenció para enseñarle lo que había dibujado.

— ¿Es el chico que viste en el bosque, verdad? — pregunto al ver el dibujo.

10 de septiembre de 2025, El internado La Laguna Negra / dormitorio, Marcos Novoa.

La pulsera que tenía en mis manos era de Samuel. Cuando era pequeño Paula le ayudó a hacerla, ya que a ella le recordaba mucho a este sitio, ella también me hacía pulseras cuando estuvimos aquí. Y por mucho que me gustara esa pulsera, en este momento no me ayudaba para nada llevarlo encima. ¿Por que el? ¿Por qué tuvo que desaparecer de un día para otro? Porque él no había huido de aquí, esos cabrones le habían hecho algo. Y yo lo iba a averiguar, no les dejaría que le hiciesen nada.

10 de septiembre de 2025, El internado La Laguna Negra / dormitorio, Carolina Noiret.

Esta noche tampoco podía dormir. Tenía sed, y por muy oscuro que estuviese ahora todo el internado decidí levantarme de mi cama y salir de mi habitación a por agua.

De repente, al final del pasillo, lo vi. Era él, el chico que recordaba haber visto colgado de un árbol en el bosque. Solo que esta vez, no era un cuerpo real, sino una especie de sombra, como una versión borrosa de la realidad.

Me quedé paralizada, sin palabras, solo observando mientras se materializaba frente a mí. Mi mente luchaba por entender lo que veían mis ojos. ¿Fantasma? La palabra se coló en mis pensamientos, llevándose consigo una dosis de horror que no estaba preparada para enfrentar.

Mis labios temblaban al intentar pronunciar algo, pero no salió nada. No había diálogo, sólo silencio. Una sensación de terror se apoderó de mí, y di un par de pasos hacia atrás, sin poder apartar la vista de esa figura etérea.

Él no dijo nada, simplemente estaba allí, como una sombra del pasado. El escalofrío que recorría mi espalda no desapareció hasta que, finalmente, desapareció en la oscuridad.

El internado - 15 años después.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora