Capítulo 7

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Aquella mañana, nadie se imaginaba que Thoma iba a tener algo que le iba a cambiar los pensamientos sobre los días futuros. Como cada día, despertó antes que sus señores y salió al patio tras vestirse para recoger el correo y el guardia de la puerta, le tendió un montoncito de cartas. Le agradeció y empezó a ojearlas mientras hacía el desayuno, separándolas en las de Ayaka y Ayato e importantes de personales, pero hubo dos cosas que le sorprendieron. La primera que había una carta dirigida a los tres proveniente de Aether y Paimon, pero había una segunda dirigida a él proveniente de su nación natal y firmada por Jean Gunnhildr, la Maestra Intendente de los Caballeros de Favonius. Los dos se habían conocido siendo niños y los dos habían tomado diferentes caminos, aunque llevaba muchos años fuera de la ciudad, pero conocía a todo el mundo y seguía en contacto con ellos a través de cartas y en los pocos viajes que había hecho.

Iba a abrir la carta cuando escuchó pasos y levantó la vista viendo a sus dos señores. En la cara de Ayato se demostraba que no había dormido demasiado.

–Buenos días, Ayato... ¿has dormido? –Ayaka miraba a su hermano con preocupación igual que el amo de llaves.

–Algo... la reunión de ayer me dejó mal cuerpo, pero no quiero pensar en ello –suspiró el mayor de los hermanos sentándose al lado de su hermana. –Por cierto, buenos días, Thoma.

La sonrisa que le dedicó al chico podría haber iluminado toda Inazuma, era verdad que el chico era serio, pero cuando estaba con las personas que quería era todo lo contrario.

–Buenos días, Thoma –fue el turno de la menor mientras tomaba asiento al lado de su hermano.

–Tengo el correo de ambos –les puso delante sus cartas respectivas, pero hubo dos que se quedaron delante suyo.

Ayaka fue la primera en darse cuenta, viendo las dos cartas y mirando a Thoma.

–¿Y esas dos? –dijo la muchacha señalándolas, haciendo que su hermano también se diese cuenta.

–Estas... son especiales, una ha sido enviada por Aether y Paimon dirigida a los tres, la otra es dirigida a mí. Me ha escrito la Maestra Intendente de Los Caballeros de Favonius de Mondstadt –sonreía al hablar de ambas mientras servía el desayuno para los tres y se sentaba en su sitio.

Los ojos de los hermanos se iluminaron al escuchar el nombre de sus dos amigos y ni siquiera tuvieron que decir qué carta leer primero. La de Jean fue apartada por un momento y Thoma abrió la del chico rubio que tiempo atrás los había ayudado.

"Queridos Ayato, Ayaka y Thoma,

Paimon y yo os escribimos desde Fontaine, hace algunos meses que llegamos. Hemos estado ayudando a su gente y haciendo nuevos amigos. Nuestra aventura nunca acaba, hace mucho tiempo que dejamos Inazuma y, desde entonces, hemos ido al Rito de la Linterna de Liyue, hemos pasado por Sumeru y hemos acabado en Fontaine. Nuestro próximo destino es Natlan, pero antes de emprender otro largo viaje, queremos tomarnos un tiempo de descanso.

Hace escasos días estuvimos en un nuevo Rito de la Linterna en Liyue, hemos venido por un recado a Fontaine, pero queremos reunirnos con viejos amigos. Paimon y yo nos dirigimos a Mondstadt y nos gustaría que os unierais a nosotros en este pequeño encuentro. Paimon cree que sería bonito que Thoma volviese a su nación de origen y que vosotros la conocierais, yo pienso igual, a decir verdad.

Esperamos que aceptéis esta invitación, tenemos muchas ganas de veros y esperemos que estéis bien.

Os queremos,

Aether y Paimon"

Ninguno de los tres pudo reprimir aquella sonrisa que la carta de su amigo les provocó, ¿era la señal que habían estado esperando para emprender uno de los viajes que tanto ansiaban? Todos tenían algo que decir, pero Ayato fue el primero.

–Antes de hablar sobre esta carta de Aether... ¿tu carta quieres leerla en privado, Thoma? –Ayato era muy atento con todo el mundo y no era menos con su mejor amigo.

Thoma miró la carta durante unos segundos antes de responder.

–No, no me importa si sois vosotros –dijo antes de rasgar el sobre y desplegar la carta, no tardó en reconocer la caligrafía perfecta de Jean y pudo ver que había mejorado muchísimo en su letra.

"Mi querido Thoma,

Espero que estés bien y tus señores también. Hace tanto tiempo que no vienes por Mondstadt, que se me ha olvidado la última vez que nos visitaste. Todos se acuerdan de ti, incluso Klee y eso que, cuando la conociste era muy pequeña. Me han pedido que te dé recuerdos de todos al enterarse que iba a escribir esta carta. Ya sabes que eres muy querido.

Esta carta es para saber de ti, conocer cómo te ha tratado la vida este tiempo, como están tus señores... todo lo que me quieras contar, pero no puedo mentir y me encantaría que vinieses a vernos, una visita sería mejor que una carta y el señor y la señorita Kamisato están invitados, por supuesto. Siempre serás parte de nuestra nación, espero una respuesta afirmativa a mi invitación.

Que Barbatos te proteja,

Jean Gunnhildr, Maestra Intendente de los Caballeros de Favonius"

Thoma sintió un sentimiento cálido en su corazón cuando acabó la carta. Ya eran dos personas quienes los invitaban a ir a la ciudad que lo vio nacer y no se le ocurría mejor sitio para viajar por primera vez los tres juntos.

–Si nuestros amigos y la mismísima Maestra Intendente nos invitan a Mondstadt, tenemos que ir. –dijo Ayato mirando a sus dos acompañantes, sonriendo y al darse cuenta de sus palabras, Ayaka y Thoma hicieron lo mismo.



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