Capítulo 27

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Tras un día lleno de paseos, risas e historias, sobre todo por parte de Aether y Kazuha. Para cuando llegaron a la ciudad, estaban tan cansados que solo pudieron cenar algo en El Obsequio del Ángel e irse a la cama. Aunque había una persona que, por mucho que diese vueltas, no podía dormir y decidió levantarse y salir de la habitación para no despertar a la pequeña que dormía con ella.

Ayaka salía de su habitación, dirigiéndose a uno de los grandes ventanales donde se sentó y miró hacia el exterior. La ciudad parecía tan tranquila que le estaba dando la paz que necesitaba.

–¿Tampoco puedes dormir? –una voz la sobresaltó. Al levantar la mirada se encontró con Kazuha.

La chica no sabía qué pensar sobre él, desde el primer momento en que lo había visto, le había movido todo el suelo y le había trastocado todo lo que ella había pensado durante mucho tiempo. Además, se llevaban demasiado bien y eso a ella le hacía demasiado feliz. Toda la gente que había conocido, menos Aether y Paimon, la trataban como si fuese una niña indefensa y, aunque ella hacía muchísimas cosas por el clan Kamisato y la Comisión Yashiro, no la tomaban tan en cuenta como a su hermano.

Que tres personas la tuviesen en cuenta y no la tratasen como una niña tonta, la hacía muy feliz y Kazuha, además, la buscaba para hablar de cualquier cosa.

–No, estaba dando vueltas en la cama y he salido porque no quería despertar a Paimon. Ella ha caído rendida al tocar la cama –dijo la joven riendo. –¿Tú tampoco podías dormir entonces?

–No –dijo Kazuha sentándose a su lado. –No sé por qué, pero no consigo dormirme y he salido a dar una vuelta hasta encontrarte.

Los dos se miraron a los ojos, no necesitaban hablar. La tranquilidad de la noche les daba una paz que pocos podían encontrar.

–¿Entonces estás feliz de quedarte un tiempo más en Mondstadt? –sabía que Ayato conocía bien a sus hermana y a su amo de llaves y que no diría nada que ellos no deseasen, pero quería escuchárselo a ella.

–Por supuesto, amo mi nación y siempre hago todo por el clan, pero jamás he salido de Inazuma y quiero conocer Teyvat. Por eso, me gustaría seguir viajando, pero sé que tendremos volver a Inazuma en algún momento. No podemos dejar la Comisión sin control, aunque mi hermano haya dejado personas a cargo –se notaba el ansia de la chica por viajar, lo decía con tal amor por conocer todo Teyvat que el mismísimo Kazuha quiso ser él quien la llevase a todos sitios.

–Tengo la seguridad que lo harás. Me has contado que entre los tres decidisteis el empezar a viajar. Tu hermano no va a dejar que nadie os retenga más de lo necesario en Inazuma... y yo espero poder acompañaros y la capitana Beidou os llevará allá donde deseéis –le sonreía a la chica sin poderlo evitar, ella le respondía con otra llena de ternura.

La conversación tomó otros caminos hasta que un tiempo después, los dos empezaron a bostezar y fue Kazuha quien se levantó teniéndole la mano.

–Es hora de dormir el tiempo que nos quede, estamos empezando a quedarnos dormidos aquí –la suave mano de Ayaka cogió la de él mientras lo escuchaba.

–Espero que podamos descansar lo suficiente como para poder seguir disfrutando de Mondstadt –los dos empezaron a andar hasta las habitaciones sin darse cuenta que no se habían soltado las manos.

Al llegar a la puerta del dormitorio de Ayaka, se detuvieron y antes de que cualquiera de los dos tuviese tiempo de decir algo, Kazuha se inclinó y besó la mano de Ayaka con ternura, dejando sus labios unos segundos más de los requeridos sobre la suave piel de la joven.

–Buenas noches, Ayaka –dijo al separarse soltando su mano y haciéndole una pequeña inclinación de cabeza.

–Buenas noches, Kazuha –sonrió antes de entrar y, al cerrar la puerta con cuidado para no despertar a Paimon, se puso las manos en las mejillas las cuales tenía un poco sonrojadas. Nadie la había tratado así de educado sin querer negociar algo.

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