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No pude dormir en toda la noche, las pesadillas no me dejaron de atormentar. Ahora eran las cinco de la mañana, y mi cabeza no dejaba de pensar, ni dejaba de darle vueltas a mi existencia. Solo era un objeto pasivo que iba y venía, pero siempre dependía de todo mi entorno para que mi estado de ánimo estuviera bien, para que pudiera respirar con normalidad.

Irin no se había quedado conmigo porque no sirvo para nada, y seguro que se ha cansado de tener que cuidar de mi.

Sarocha se ha cansado de mi en una semana, ni siquiera se despidió cuando salí del apartamento, ni siquiera se levantó a decirme que estuviese tranquila, que nada iba a pasar si ella estaba.

Comencé a hiperventilar, me costaba muchísimo respirar con normalidad. Mis ojos se cerraron, intentando que todo se calmase, pero mi cerebro me jugaba una mala pasada, todo estaba mal. ¿Por qué me había hecho ilusiones con Sarocha? ¿Por qué nadie me iba a amar alguna vez? Mis lágrimas salían de mis ojos sin control, ¿Cómo iba a ser un modelo a seguir de mi hermano pequeño si era un desastre? i¿Cómo?!

Me incorporé en la cama, agarrando las sábanas con fuerza, tanto que mis nudillos adaptaron un color blanquecino, y lo pude ver por el reflejo de la luna que se colaba por la ventana. Me toqué el pecho, que me estaba oprimienfo el respirar, cuando me di cuenra que me había estirado aun con la ropa y el abrigo.

Al quitármelo, algo se cayó al suelo, un papel. ¿Qué era eso? No recordaba haber guardado nada en el bolsillo. Con manos temblorosas, lo agarré. Encendí la luz de la mesita, intentando respirar con normalidad, pero no podía, parecía que las paredes de mi habitación iban a juntarse hasta aplastarme. Me costó ver que era un número de teléfono, porque mis manos temblaban demasiado. "Llamar en caso de emergencia", ponía escrito en la otra cara, esa caligrafía... Era la musma que estaba escrita en el lienzo de mi estudio, era la de Sarocha.

Sin pensar mucho más, cogí mi teléfono, lo desbloqueé y marqué el número, equivocándome varias veces en el intento... era un desastre.

Un tono... Dos, tres, cuatro... Claro, quién iba a estar despierto a estas horas. Eres imbécil, Becky.

- ¿Sí? -Me respondió una voz somnolienta, era ella. Me quedé callada, las palabras no me venían a los labios-. ¿Quién es? Mira, si esto es una broma, mejor llama a otra hora, subnormal, estaba intentand-...

- Sarocha... Su nombre sonó de mi voz entre suspiros, entre intentos de coger aire.

- becky... Bec, ¿Estás bien? ¿Qué te ocurre? ¿Por qué te fuist...

- Soy... soy... un desastre... soy... -Lágrimas afloraban de nuevo de mis ojos, dejando ver un obvio ataque de ansiedad que me estaba dando. Por teléfono era más fácil hablar para mi, no tanto... pero con Sarocha era especial.

- Escúchame, Bec ... ¿Me visto y voy a tu casa? ¿Quieres?

-N-no... -Susurré, aunque no era verdad. Si quería que viniese, quería que me abrazara y no me soltara, que me explicase porque se juntaba con aquel chico repulsivo que miraba a todos por encima del hombro.

- Respira. Vamos, cuenta conmigo... Uno, respira... Dos, ¿Estás respirando, no? Porque si te quedas roja sin respirar entonces tenemos un problema... Sonreí aun a pesar de las lágrimas.

Respiraba cuando contó, lentamente, sin prisas, aunque se me escapaba algún que otro suspiro-. Tres... respira. Levántate y ve al espejo de tu armario, corre.

Me destapé para ir a pasos lentos hacia el espejo, tal como ella había dicho. ¿Qué quería que viese? Me iba a entristecer más solo de verme.

-Y-ya... - Dije con un tono casi ansioso.

CAOS/ FREENBECKY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora