-Escúchame, Becky. -dijo Tee, saliendo de aquel misterioso pasillo donde Rosé tambien se había perdido- La policía está buscando ese maldito colgante y no podemos permitir que te involucren, así que vas a tener que dejar que Nam registre en tus cosas mientras nosotras tenemos el colgante.
¡¿Cómo?! i¿Nam registrando entre mis cosas?! No, no y no. Tengo cosas que no quiero que vea nadie, empezando por mis pinturas... y sé muy bien que Nam las destrozará en cuanto las vea! Negué con la cabeza en rotundo, mientras notaba ese par de ojos sobre mí.
- Tienes que dejar que dejar que lo haga, si no te mandará a la poli y créeme que por la millonada que cuesta esa mierda y todo lo que está ofreciendo Nam de recompensa, hasta crearán un puto ordenador a lo Stephen Hawking para que hables y confieses dónde está. -dijo Sarocha, apagando su cigarro a medias en el cenicero.
Con mucha indignación quise comunicarme, inclusó abrí mis labios un par de veces mientras negaba con la cabeza, pero mi respiración iba cada vez más acelerada, mi pecho me presionaba más y más, lo que mis oídos escuchaban se transformaba en un eco lejano.
Sentí una mano en mi hombro y la aparté con furia.
Saqué mi teléfono para intentar relajarme.
Respira, Becky. Respira.
Profundo
Así... Mejor. Sigue. Respira.
Terminé de teclear en la aplicación de notas y se lo mostré a Sarocha .
'No piensen que voy a dejar que alguien se meta en mis cosas. Esconderé el colgante lo mejor que pueda, hasta el punto que ninguna de vosotras lo encuentre hasta que todo se calme'
Leyó en voz alta, vi a Tee venir hacia mi como un huracán y me empujo fuerte, de forma que mi espalda chocó con la pared.
- Mira, niñita, como se te pase tan si quiera por la mente no devolvernos el colgante, te... te... te... Tee había agarrado el cuello de la camisa de mi uniforme mientras trataba de alzarme del suelo, con el puño en alto.
No sabía como reaccionar, así que solo esperé el impacto mientras miraba su puño aterrorizada. El cuerpo de Tee se alejó bruscamente de mi y en su rostro se formó una mueca de confusión.
Tuve que parpadear un par de veces para asimilar lo que acababa de pasar, Sarocha había agarrado el brazo de Tee con tanta fuerza para apartarla de mi que casi pensé que se
lo arrancaría.-¿Qué mier...? -empezó Tee, mirando el agarre de su amiga en su brazo.
-Joder, no hace falta llegar a este puto extremo. -habló la imponente voz de Sarocha, que parecía estar a punto de perder los nervios. ¿Por qué ahora jugaban al poli bueno y poli malo? -. La señorita Becky Armstrong va a darnos el colgante y va a dejar que Nam mire entre sus cosas, ¿verdad que sí? -sus ojos oscuros se posaron en mí y yo negué ansiosamente.
Agarré mi mochila, y sin esperar a colocármela en los hombros, corrí hacia la salida del apartamento.
Escapé de allí, pero ojalá no lo hubiera hecho.
Mi casa estaba a unos cuarenta y cinco minutos caminando de allí, y cuando llegué, un coche negro familiar a mi vista estaba aparcado en la puerta de mi casa. Al mirar hacia mi habitación pude comprobar que el ventanal de mi habitación estaba abierto, así que mi rostro se convirtió en pánico. Lo más rápido que pude, saqué las llaves e intenté abrir la puerta, pero no hizo falta, ya que esta se abrió sola, dejando ver a una Tee sonriente. Alzó su mano para mostrar el colgante.
- Si no es por las buenas, es por las malas, rara. -dijo mientras pasaba tranquilamente por mi lado. No, no, no podía ser, yo sabía dónde lo habia escondido y... Era imposible encontrarlo.