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Y ahí estaba yo, caminando hacia la parada del autobús con dos abrigos de más, encima del uniforme del colegio.

Froté mis manos para entrar en calor, mientras admiraba la nieve caer, junto el sonido del quita-nieves en la carretera de atrás.

Un irreconocible olor a cuero me inundó mientras ajustaba mis auriculares. Al alzar la mirada, me encontré con aquellos oscuros ojos observándome con una media sonrisa.
Ladeé la cabeza, intentando adivinar sus intenciones, pero no había nada sospechoso en su rostro.

- ¿Qué mierdas escuchas esta vez? -me quitó sin permiso uno de mis auriculares, acercándose tanto a mi que casi pensé que podría escuchar tambolirear mi corazón, ahora acelerado-. Duh, haber cuando escuchas música de verdad, mudita.

Fruncí el ceño, arrancándole el aurícular de los dedos y empujándola de mi lado. ¿Qué problema tenía con mis gustos musicales? ¿A quién le podía no gustar la música de Blackpink?

Su risa sonó de fondo pero no la miré, solo vi el vapor que salía de entre mis labios y entonces, al momento, sus manos empujaron el beannie rosa que llevaba esa mañana.

La fulminé con la mirada, ahora con mi cabello un poco despeinado.

-El mío te queda mejor. -suspiré y la volví a mirar a los ojos, colocándome bien el beannie. Cuando vi que no paraba de mirarme, levanté mis hombros, queriendo decir que qué quería. Ella sacudió su cabeza

-Oh... joder, yo había venido por algo...

Un suspiro volvió a salir de mi boca, mientras ella se rascaba la cabeza para intentar recordar, yo jugaba con la nieve que se acumulaba en mis zapatos.

-¿Tienes clases? - alcé mi mirada hacia ella y asentí, levantando una de mis cejas-.
Vale, está bien ¿y si te vienes conmigo toda la mañana? Quiero decir, no como una cita ni nada raro, solo quiero enseñarte una cosa. -yo arrugué mi ceño y negué lentamente con la cabeza-. Oh, vamos... Solo será un rato, luego te traeré de vuelta...
Negué de nuevo y me aparté de ella para mirar si venía ya el maldito autobús, pero entonces ella agarró mi muñeca y un gesto de dolor se apoderó de mi rostro.

Intenté quitar su mano de mi muñeca izquierda y supuse que entendió que me dolía, porque me soltó de inmediato.

-Oh, joder, lo siento... ¿Tienes la muñeca rota o algo? -suspiré, intentando contener algunas lágrimas que amenzaban con salir y negué con la cabeza. Entonces, levanté un poco mis abrigos y vió una de las vendas que cubría con disimulo toda mi muñeca.

-¿Qué te ha pasado ahí?
Intentó acercarse a mi, pero la aparté de un buen empujón y con mi dedo índice indiqué que se marchara, pero ella no parecía tener intención de hacerlo. Era un
verdadero incordio.

- Me quedaré aquí hasta que te vayas, mudita. -sentenció.

Quería gritarle que se fuera, pero la presión en mis cuerdas vocales era más fuerte que cualquier otra cosa, por eso apreté mis labios mientras agachaba la mirada. ¿Por qué no me dejaba en paz? Quizás era el no hablar, que me hacía ver más débil y por eso creía que podía hacer cualquier cosa.

No sé en que momento se fue, pero cuando llegó el autobús y volví a subir la mirada, ella ya no estaba a mi lado. Cuando entré en este, me encontré a Irin mirándome con ojitos arrepentidos. Llevaba un cupcake de chocolate en sus manos, mi favorito.
Cuando me senté a su lado, simplemente lo tendió a mi lado y sonrió nerviosamente.

- No estés enfadada conmigo, Becbec... Soy muy olvidadiza y yo solo me despisté unos minutos... Soy la peor amiga del mundo pero te he comprado un cupcake porque pense que si... -la hice callar poniendo mi mano sobre su boca.

CAOS/ FREENBECKY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora