Capítulo III

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"Los dos muchachos se conocieron por accidente, mientras hacían guardia en los límites de sus reinos. Los ángeles y demonios se separaban por categorías de guerreros. Categoría D: eran los niños más jóvenes y los adultos que ya no podían usar sus poderes; Categoría C: eran los aprendices que empezaban a aprender a usar sus poderes; Categoría B: eran los que ya poseían arma propia y tenían buen manejo con sus poderes pero no hacían misiones muy complejas; Categoría A: en esta categoría se encontraban los guerreros más fuertes, ágiles e inteligentes que trabajaban para el rey o la reina. Cumplían con las misiones más complejas; Categoría R: estos eran los más fuertes que superaban la categoría A, estaban exclusivamente para proteger al rey o reina y cumplir las misiones más peligrosas. Solo lo componen un mínimo número. Ambos muchachos pertenecían a la categoría R, eran leales a sus reinos y sabían muy bien lo que estaba mal. Pero el amor es más fuerte que eso. Ambos huyeron y vivieron en secreto en los páramos del reino de los demonios, no podían evitar lo que sentían aunque lo que hicieran pudiese acabar con todo. Pero, no fue así, no pasó nada. Todo lo que habían dicho los ancianos y sabios¿era todo una gran mentira para manter apartados a ambos reinos? ¿O es que había otra cosa? Los años pasaron y los dos jóvenes vivieron felices, sin problemas y acto seguido tuvieron un hija. Era una hermosa niña de cabello blanco y piel demasiado pálida para un ser vivo. Tenía los ojos color carmensí algo que ambos reinos temían, lo concideraban un mal. Quizás esto era lo que aborrecían, el engendro de un ángel y un demonio. Los padres de la niña estaban confusos, no sabían si era ángel o demonio, no mostraba nada que los ayudara a orientarse así que decidieron esperar. La niña creció pero no era ni un ángel ni un demonio, no tenía ni cuernos, ni alas, ni aureola. Nada. Pero tenía poderes, así que no era humana. Al final llegaron a la conclusión de que era un híbrido."

Las semanas pasaron y Yukito resultó ser un estudiante modelo. Responsable, modesto, amable con todo el mundo, el mejor en los deportes y excelente en los estudios. A Natsumi ya no le gustaba porque decía que no era ni glotón, desordenado, bipolar, algo arrogante...quién sabe. No volví a subir a la azotea, no se si él fue esperando encontrarme pero yo no me separé de mis amigas. Tampoco me volví a encontrar con la mujer "demonio".¿Qué? No sabía como llamarla. Mi vida transcurría con tranquilidad otra vez.
Aquel día regresé a casa más tarde de lo normal debido a que tenía actividades en el club de teatro en el que estaba. Mientras caminaba por las calles tarareaba una canción que no reuerdo dónde aprendí.
-Bonita canción -escuché una voz femenia detrás de mi.
Me giré y me econtré con el hermoso rostro de la mujer "demonio". Mi corazón comenzó a acelerarse, ¿qué iba a hacer? Tenía miedo, no sabía que hacer.Eran tonterias mías pero, no sé, algo me decía lo contrario.
-Es una canción que las madres le cantan a sus bebes, en el lugar del que provengo -continuó hablando con tono sereno.
Del lugar del que proviene, ¿se refiere al lugar donde habitan los demonios? ¿Qué tonterías estoy diciendo?
-No sé donde la aprendí -le confesé.
-Pues solo pudo ser de allí.
-¿Y qué lugar es ese? -sentía el corazón en la garganta, las manos me sudaban por lo que intenté ocultarlas.
-Creo que tú ya lo sabes, por eso tienes miedo de mí.
-¿Eres un demonio...?
Ella simplemente se limitó a sonreir.
-Nadie cree en ustedes -seguí la conversación.
-Pero tú sí ¿no? Has leído esa leyenda que está en el tercer espacio de tu estante a la derecha.
-¿Có-cómo sabes eso? -dije estupefacta, lo que había dicho era cierto, todo.
-Te he estado observando.
-¿Por qué?
- Aún es pronto... ahora si me permites tengo que irme - se tocó la piedra color escarlata que llevaba colgando y desapareció.
-Pero...¿Qué acaba de pasar? -me dije a mi misma mientras me apoyaba contra el muro de la calle. No entendía nada, ¿aún es pronto?¿Para qué? Decidí no darle más vueltas y volver a casa.
- Ya estoy en casa -dije a la nada mientras me quitaba los zapatos.
Ya me había acostumbrado a vivir sola. Cuando mis padres murieron yo aún tenía unos siete años, por lo que me fui a la ciudad natal de mi madre a vivir con mi única abuela. Ella ya era mayor y tenía que hacerlo yo todo, por lo que me volví independiente y autosuficiente. Cuando cumplí los catorce años mi abuela falleció y pude acceder a la herencia que me habían dejado mis padres, los cuales me habían dejado un piso pequeño en Tokyo, así que decidí mudarme. Llevo tres años viviendo en Tokyo, aquí he conocido a mucha gente y aprendido nuevas cosas ya que antes vivía en un pequeño pueblo y no estaba acostumbrada a la ciudad.

"Misuzu, mírame cariño" Una voz familiar... "Misuzu, ¿cuántas veces te he dicho que no salgas de casa sin permiso? ¿Mamá? No, esa no es la voz de mamá. Yo nunca salí de casa sin permiso, siempre estaba en la ventana leyendo. "Misuzu, escucha, Mamá y Papá se esconden aquí porque fuera hay gente mala, y si ven a Misuzu, Mamá y Papá estarán en peligro y no quieres eso ¿verdad?" Tú no eres mamá...o sí, ¿quién eres? ¿Por qué me hablas como si fuera tú hija? No, esto son recuerdos. Sí, ya lo recuerdo todo. Mamá, papá, los páramos...

-Mamá -dije mientras me despertaba - ¿Mamá? Otro sueño extraño y encima no recuerdo nada.
Me preparé para ir a clase, era Viernes al fin, la semana siempre me parecía infinita y el fin de semana demasiado corto. Tranqué y metí las llaves en la cartuchera. Aún era muy temprano y faltaba una hora para que empezaran las clases. Después de despertarme por el sueño que tuve no volví a dormir y decidí hacer algo en el instituto, que solía abrir bastante temprano. Cuando llegué estaba desierto, ni un alma a la vista. Subí las escaleras y entré en mi aula, dejé la cartuchera en mi asiento y me giré para sacar la silla y sentarme. Y allí estaba el asiento de Yukito, detrás del mio, con una cartuchera encima de la mesa. Dejé la silla donde estaba y empecé a caminar sin darme cuenta. Me dirigía a la azotea. Abrí la puerta y el sol que acababa de salir me dió en toda la cara, como una bofetada. Tardé un par de segundos en acostumbrarme y cuando ya podía ver con claridad me encontré con un rostro que me miraba con asombro.
-¿A qué viene esa cara, ojos azules? Tan fea no soy -dije mientras me acercaba al lugar donde se encontraba.
-Es que me sorprendió verte -me explicó -hace tiempo que no hablamos, Misuzu.
-Normal, es casi imposible acercarse a ti con tanta chica a tu alrededor -hice un gesto de indiferencia con los hombros.
-¿Estás celosa? - me dijo con tono de burla.
-Ah, me has pillado, ya me gustaría a mi estar rodeada de tantas inocentes ovejitas -dije con un exagerado suspiro.
-No me digas que eres...
-¡Qué no! -le corté antes de que soltara la palabra.
-No sé yo, no sé -me dijo mientras hacia gestos de desilución.
-Tú lo que quieres es que te tire desde aquí arriba-le amenzé mientras me estallaba los nudillos de las manos.
-Tranquila fiera, tranquila, era solo una broma, aunque... -se acercó bastante a mi y se inclinó para mirarme a la cara -tendrás que demostrarmelo.
Estaba tan cerca que podía sentir su respiración y su olor. Me sonrojé ligeramente.
-Lo único que te voy a demostrar es la fuerza de mi puño -dije mientras me alejaba de él con cara asesina.
-Ohhh, me pregunto que pensará la gente de ti cuando se enteren de que eres...
-¡QUÉ NO! Está bien, ¿qué quieres que haga? -pregunté rendida y con desganas.
-Quiero que salgas conmigo, mañana. Ya sabes...
-Definitivamente no, me niego a salir por ahí contigo, de echo no quiero ir a ningún sitio contigo -le corté con cabezonería.
-Venga, te invito a comer y todo.
De repente mis oidos solo escuchaban la palabra comida repetirse como un coro a mi alrededor.¡Comida! ¡Sí! Mi cara cambió por completo a una felicidad infinita y una amplia sonrisa.
-De acuerdo -le respondí animada y con una sonrisa.
Yukito se quedó estupefacto y no dijo nada. Me marché por la puerta diciendo comida con ritmo y felicidad.
-¿Eso era lo único que tenía que decir para convencerla? -se dijo Yukito para sí mientras se agarraba a la barandilla para no caerse del asombro.

*Pequeña nota de la autora*
En el primer capítulo escribí que Misuzu llevaba seis años en la ciudad pero en realidad lleva tres años. Siento el fallo, ya está corregido.

Heart of Dead [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora