Capítulo II

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Sí, recuerdo que la leyenda empezaba así:
"Ángeles y demonios ¿qué son en realidad? Yo sé la respuesta y muchas cosas más, no importa quién sea yo, lo único importante es que leais mi historia. Hace mucho tiempo, ya tanto que nadie lo recuerda, los ángeles y demonios tenían completa y directa interacción con los humanos. Los ángeles y demonios eran guerreros que pretegían a los humanos de monstruos sin alma amantes de la sangre mortal, pero un día, tanto el monarca de los ángeles como el de los demonios ordenaron dejar de vivir con los humanos y ocultar su existencia ya que ellos eran seres divinos, con poderes. Así que, los ángeles fueron por un lado y los demonios por otro, ¿ y por qué no vivieron juntos, ya que ambos eran practicanente iguales? Ese era el problema, eran muy parecidos y distintos a la vez. Ambos tenían la misma función y los mismos poderes, pero sus costumbres eran diferentes, creando dos culturas. Y se rivalizaban y odiaban cada vez más. Lo que más temian los dos pueblos era el enamoramiento de un ángel y un demonio, era algo prohibido, sacrilegio, tabú... imposible. Era la norma principal entre los dos pueblos, aunque un día una joven demonio y un joven ángel rompieron esta norma en mil pedazos..."

Cuando abrí los ojos me encontraba en la enfermería del instituto, tumbada en una de las camillas. El silencio me incomodaba, parecía que estaba en una peli de terror. Me senté en la cama para ponerme los zapatos cuando la enfermera entró por la puerta.
-Oh, Miyazawa, ya te has despertado. Menos mal, llevas 3 horas dormida -me comentó la enfermera.
-¿Tres horas? Jod... Eso significa que las clases ya han terminado.
-Sí, tus amigas insistieron en quedarse contigo pero les dije que se marcharan -mientras me explicaba ordenaba algunas cosas en el estante.
-Pero, ¿qué me pasó? No recuerdo nada... -dije mientras me frotaba la frente, tenía un ligero dolor de cabeza.
-Te desmayaste en las escaleras y el nuevo chico transferido te cargó hasta aquí.
-Es verdad, estaba en la azotea hablando con él y después...Espera, espera ¿cómo qué me cargó hasta aquí?
La enfermera se giró para mirarme a la cara y enarcó una ceja.
-Pues eso,hija. Que te cargó y te trajo hasta aquí.
-¿Cómo una...princesa? -dije con cara de horror.
-Sí, ¿qué pasa?¿Esa cara a qué viene? Encima que se molesta en traerte, deberias darle las gracias -me dió dos golpecitos en la cabeza y siguió con su trabajo.
Me levanté de la cama y me alisé la falda. Cojí mis cosas y antes de salir por la puerta me paré.
-Supongo que tienes razón, se las daré cuando lo vea. Gracias.
Salí del instituto y atravesé las numerosas calles por las que tenía que pasar para llegar a mi casa. Mi barriga empezó a dar signos de que necesitaba alimentarme así que entré en el supermercado para comprar comida. Escuché que alguien decía mi nombre detrás de mi, era una voz que ya conocía.
-¿Misuzu? Gracias al Ángel, estás bien -Minako parecía preocupada y aliviada a la vez, seguro les di un buen susto.
-Sí, estoy perfectamente, después de pegarme tres horas sobando¿Gracias al Ángel? -le pregunté riéndome.
-Nada,cosas mías...Era de esperarse, cuando te duermes no hay quien te despierte - dijo con una carcajada -bueno, me voy ya que tengo prisa,ya sabes, madr...Perdón no quise...
-Tranquila, vete ya o te regañará -me despedí de ella con la mano y seguí con lo que estaba haciendo.
No entiendo porque la gente se perdona cuando menciona a sus padres, es cierto que yo ya no tengo pero no me siento ofendida. Aquella noche cuando ya casi llegaba a mi casa me encontré con una mujer. Tenía el pelo negro azabache y muy largo. Sus ojos eran azules, iguales que los de Yukito, la verdad es que se parecían bastante. Me sonrío cuando pasé junto a ella, tenía algo que inquietaba, es como si la hubiese visto en algún lugar. Igualemte hice caso omiso de mis instintos.
-Buenas tardes -saludé amablemente.
-Hola,perdona,¿vives por aquí? -me preguntó con algo de curiosidad, parecía buscar algo.
-Sí, vivo en la siguiente calle,¿por qué?¿Está perdida?
-No, la verdad es que es la primera vez que estoy por aquí pero recuerdo como regresar a mi casa.
Entonces¿para qué demonios quería saber dónde vivo? Demonios...recordé la leyenda que había leído de pequeña.
- Perdona, tengo que volver ya a mi casa, voy con prisa.
-Ya veo, hasta otra, nos volveremos a ver-se despidió de mí con la mano.
¿Cómo qué nos veremos otra vez? Ya me estaba dando mal rollo la tipa. Cuando la perdí de vista empecé a correr para llegar lo antes posible a casa. Me quité los zapatos y empecé a buscar en mi estante lleno de libros hasta que hallé lo que buscaba. Limpié el polvo que tenía, ya que llevaba años sin tocarlo y empecé a hojear hasta llegar a la página que quería. Había un retrato de un ángel y un demonio. El demonio era una mujer con el pelo negro azabache y los ojos azules. Eran casi identicas, solo que la forma de vestir era algo diferente y antigua. Algo me incomodó. No podía ser posible, es solo coincidencia. Intenté quitarme la idea de la cabeza pero no pude. Aquella noche volví a tener el mismo sueño de siempre. Esta vez se podía ver más claro, el llanto provenía de una niña que sostenía entre sus brazos a un niño. Parecía estar muerto. Se encontraban en una especie de templo griego o romano. Entonces desperté.
-¡AH!¡Estúpido! Odio levantarme así-dije mientras apagaba el despertador con mala gana.
Intenté llegar al instituto lo más tarde posible, no me apetecía explicarle a mis amigas qué me había pasado ayer y tampoco quería encontrarme con Yukito. El timbre sonó justo cuando entraba por la puerta principal y corrí escaleras arriba para llegar antes que el profesor. Misión cumplida, llegué perfectamente, saludé con la mano y me senté al momento. Pocos segundos después entró el profesor de Física y Química cargado de libros y fotocopias. Le gustaba mucho hablar de cosas relacionadas con películas, series o revistas por lo que la hora se nos iba rápido mientras le daba a la lengua y no hacíamos nada. Cuando llegó el descanso puse la excusa de que tenía que ir al baño para escaparme de hablar con mis amigas y fui a la azotea. Esta vez subí al tejado de la caseta donde estaba la puerta que permite subir y bajar a los alumnos. Allí nadie me vería así que me tumbé y miré el cielo. Me gustaba relajarme y escuchar el lejano ruido de los coches en marcha y la gente. Volví a escuchar las campanillas del patio, me gustaba tanto ese sonido.
-¡Ey, Misuzu!¿Qué haces ahí arriba? -una molesta e irritante voz me sacó de las nubes.
-¿Qué quieres ahora ojos azules? -dije con tono burlesco y algo borde.
-Encima que te cargué hasta la enfermería ayer y me tratas así.
Se me había olvidado, tenía que darle las gracias.Me levanté y me senté de tal forma que veía su cara desde lo alto.
-Ah, respecto a eso, gracias -le agradecí lo más sinceramente que pude.
-Parece ser que este va a ser nuestro lugar de encuentro -dijo con una carcajada.
-Olvídalo, no volveré aquí más si me voy a encontrar contigo.
-Qué borde eres -añadió él.
-Puede ser, por cierto, ¿qué tienes en el brazo izquierdo?¿Un tatuaje?
Yukito llevaba una camisa blanca de manga larga y botones, que era parte del uniforme. Aunque tenías la opción de elegir, como estamos en época de calor casi todos llevan la manga corta, pero él no. Y ayer cuando me fijé ví que le asomaba algo negro por la muñeca, como el final de un tatuaje. Seguramente quería ocultarlo.
-¿Cómo has sabido qué...? -me preguntó desconcertado y algo preocupado.
-No estaba segura pero me lo acabas de afirmar.
-Es sólo una marca, nada importante -dijo algo nerviso, por lo que supe que mentía.
-¿Y por eso lo ocultas? -mi curiosidad se hacía mayor, si fuera un simple tatuaje no se hubiese puesto así, nervioso y preocupado.
-No trato de ocultarlo.
-¿No? Pues... -el timbre que nos obligaba volver a clase me interrunpió y decidí no seguir -Bueno, es mejor que volvamos a clase.
-Sí -fue lo único que me dijo mientras se marchaba escaleras abajo.

Heart of Dead [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora