Capítulo VI

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Desde que ocurrió eso, no salí de casa, ni miré por las ventanas ni me asomé por la puerta, tampoco miré mis mensajes de Whatsapp u otra aplicación del móvil. Me había aislado de todo, no quería saber nada. Llegó el lunes y no asistí a clase, me limité a quedarme en la cama, mirando el techo, y si, es bonito el techo. Me quedé pensando y pensando, tenía miedo de ver a mis amigas, algo me inquietaba pero, eran mis amigas. Mi pequeño apartamento estaba en completo silencio hasta que sonó mi móvil, no me molesté en contestar. Y así pasé las horas, tumbada en mi cama, solo me levanté para comerme un dulce que había comprado el sábado por la mañana y nada más. Eran las cinco de la tarde cuando alguien llamó a la puerta.
-Misuzu, ¿estás ahí? Somos nosotras, ¿te ha pasado algo?-la voz de Natsumi me aturdió y me senté en la cama, con mi cabeza en las rodillas.
-Misuzu, sé que estas ahí, los vecinos me han dicho que te vieron entrar el sábado muy apurada y no volviste a salir más.¿Te ha pasado algo?-Hachi intentó que hablara pero no lo hice.
-Quizás sí que le llegó la sangre-escuché la voz de Umi, algo apagada.
-No digas eso, sabes que si la sangre de esos bichos llega a los humanos pueden morir, y no quiero que... no lo vuelvas a decir, por favor-respondió Minako, alterada.
-Shhh-alguien mandó a callar.
¿A que se referían con eso? Es cierto que me llegó sangre, pero no he muerto...estoy viva. De repente me vinieron las palabras de Lydia a la cabeza "Misuzu, eres especial." No, no. Me apreté más la cabeza contra las rodillas, quería espantar esos pensamientos.
-¿Entramos a la fuerza?-propuso Minako.
-No, por ahora no-respondió Natsumi, tajante.
Escuché los pasos que se alejaban y me volví a tumbar en la cama, me sentía peor que antes. Debería ser guay que tus amigas sean ángeles, pero yo no sentía eso. Al rato volvieron a tocar la puerta, no sé quien sería pero no pensaba hablar ni menos abrir la puerta. Eso pensé.
-Misuzu, soy Yukito, ¿estás ahí?
Me levanté casi como si fuera un acto reflejo y me dirigí hacia la puerta, antes me miré en el espejo. Llevaba un pantalón corto de pijama y una camisa enorme llena de garabatos de colores, iba descalza. Aunque, eso no era lo peor. Estaba más pálida de lo normal y tenía ojeras por la falta de sueño y mi pelo, mejor ni mencionarlo. Pero me daba igual, no tenía fuerzas ni para caminar.
-Misu...-le interrumpí cuando le daba la vuelta a la llave y abría la puerta apenas unos centímetros, lo justo para verle.
-Misuzu-siguió con un sonrisita cundo vió la puerta abrirse, aunque cuando me vió, su cara se volvió de asombro.- ¡Por el Demonio, Misuzu! ¿qué te ha pasado? ¿Estás bien?
-Claro, perfectamente. Simplemente no sé cómo tomarme el hecho de que haya monstruos asquerosos sueltos por la ciudad, que mis amigas son ángeles guerreros y que no soy humana-respondí en tono sarcástico y agotador.
Abrió mucho los ojos.
-Ah, y para colmo me quieren matar o a saber.
-¿Y por qué me cuentas todo eso a mí? ¿Crees que me lo voy a creer?
La verdad es que no me había dado cuenta de lo que había hecho, las palabras me habían salido solas, sentía la necesidad de contarle todo, sabía que podía confiar en él, y no sé porqué.
-Sí-fue lo único que respondí.
-¿Me vas a dejar aquí por fuera o me vas a dejar entrar?-me dijo en tono de broma.
-Te dejo entrar si tienes algo más que decirme.
-Tengo algo más-me dijo y se le borró la sonrisa de la cara, lo dejé entrar.-Qué oscuro está, enciende las luces mujer.
Cerré la puerta.
-Me gusta la oscuridad-le dije haciendo una mueca, aunque dudo que me viera, la verdad es que estaba bien oscuro. Encendí las luces.
-Y se hizo la luz-dijo Yukito alzando los brazos en alto, sé que se portaba así para animarme.
-Cállate ya-le dije en tono de burla.
-Vaaaaale.
Lo guié hasta la cocina donde tenía una pequeña mesa y sillas.
-Siéntate, ¿quieres tomar algo? Tengo refrescos.
-Está bien, tomaré uno.
Le lancé una lata de refresco y yo simplemente me serví un vaso de agua, me senté en frente de él.
-¿Y bien?-pregunté.
-Pues, la mujer que estaba el otro día hablando contigo,¿qué te dijo?
-¿Lydia?-asintió.-Pues me dijo que me ha estado observando porque soy especial y que hay gente que quiere hacerme daño.
-Entiendo, pues verás ella es...-hizo una pausa entonces lo dije yo.
-¿Un demonio?
-Sí, pero no uno cualquiera, ella es la "reina" por así decirlo.
-¿La reina? Vaya, me siento importante-dije en broma.
-Lo eres-me dijo serio, mirandome a los ojos, lo que hizo que me inquietara.-Pero aún no recuerdas nada, ¿verdad?
-¿De que debería acordarme?
-Aún es pronto, supongo.
-¿Qué?¿Tú también con eso?-me miró desconcertado.-Lydia me dijo lo mismo.
-No podemos forzarte, debes recordar por tí misma.
-No entiendo nada.
-Ya lo harás-me sonrió ligeramente y tomó un sorbo de refresco.
Me terminé mi vaso de agua y lo deje sobre la mesa, estuvimos un par de segundo en silencio.
-¿Eres un demonio, verdad?-le pregunté.
-Sí, aunque sabiendo todo esto ya era bastante obvio, ¿no?-dijo, burlandose de mi.-¿Por qué? ¿Me tienes miedo?
-No, tú eres diferente, o eso pienso yo-le sonreí algo cansada y él me miró algo sorprendido y sus mejillas parecieron tomar un color más rosa, aunque pudieron ser imaginaciones mías.
-Bueno, me voy ya. No te quedes tirada en el sofá todo el día, duerme y come algo, ¿vale? Y mañana ven a clase, no querras que bajen tus notas-me dió dos palmaditas en la cabeza antes de salir.
-Pareces mi hermano mayor-le dije con tono borde.-Y no puedo asegurarte si voy a ir o no a clase mañana.
El soltó una carcajada mientras le abría la puerta.
-Ya te gustaría que lo fuera y más te vale ir-empezó a caminar y se giró hacia atrás.-¡Hasta mañana!
Me despedí con la mano desde la puerta, cuando lo perdí de vista la cerré.
Al día siguiente el sol penetró por mi ventana como siempre lo hacía y empecé a ponerme el uniforme. No podía quedarme estancada aqui, debía seguir adelante.
Aún estaba pálida y tenía ojeras, aunque mejor que ayer. En mi camino a clases ví de lejos a Lydia, apoyada en una farola. Llevaba ropas negras apretadas, lo que la hacían parecer más jóven de lo normal, se parecía muchísimo a Yukito. Me acerqué.
-Misuzu-me dijo colocando su mirada en mí, parecía preocupada.-Te estaba esperando.
-¿Qué quieres?-dije con temor.
-Me queda poco tiempo y quiero que me reemplaces.
-¿Qué?-dije incrédula.-¿Qué quieres qué...?
-Sí, los demonios antes de morir debemos elegir un sucesor, a veces es simplemente el hijo o hija y otras veces no, en este caso no.
-Pero yo no...¿Es que no tienes hijos?
-Sí, y por eso mismo quiero que me reemplaces tú, quiero que cuides a Yukito.
-¿Yukito? Oh, ya veo. Ahora todo tiene sentido-dije algo apagada.-¿Y por qué yo y no él?
-Yukito tiene un cuerpo muy débil, no puede llevar un reino.
-¿Está enfermo o algo?-pregunté preocupada.
-Carga una maldición desde pequeño, una maldición que lo liga a tí. Tú eres fuerte y él te necesita para vivir, necesita beber tu sangre. Por eso vuestras marcas son iguales.
-Pero yo le veo bien...
-Por ahora, pero si no bebe tu sangre pronto...morirá.
-Pero, pero...Yo no...
De golpe empezó a envolvernos una luz cegadora y se podían distinguir siluetas al rededor.
-Misuzu, por favor, ya no queda tiempo-Lydia empezó a desesperarse y parecía como si estuviera desapareciendo.-Hazlo por Yukito.
Esas últimas palabras fueron como una bofetada y entonces, recordé todo.
-De acuerdo-Lydia me tocó y sentí como un poder fluía en mi interior, después, desapareció en polvo brillante.
Estaba sola, de rodillas, con la cabeza gacha, rodeada por una docena de ángeles guerreros. Sentí como mi pelo crecía y se volvía blanco y mis ojos ardían. Un montón de cadenas me rodearon y sentí como me golpeaban con algo en la cabeza, todo se volvió negro y después, nada.

Heart of Dead [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora