Y mientras la vida se acomoda a cada segundo, yo acomodaba mis manos a la barra de hierro.
En lo que yo intentaba levantar mis muros, él ponía sus paredes delante de mí.
Queriendo mirar al vacío,
me recibió su espalda.-Ni se te ocurra-
Susurró la razón apretando los dientes.-Un centímetro más, y te beso la espalda-
Upsss, dijo el corazón. La razón cerró los ojos con vergüenza esperando el desastre.-No me molesto- dijo el extraño por encima del hombro, sin darle chance a la expectativa.
El corazón miró incrédulo a la razón, quién estaba sopesando cada palabra también con el mismo gesto de sorpresa, buscando la trampa.
Ambos en pausa.Genial.
Me dejaron sola, sin saber qué decir.
Toca improvisar a falta de coraje de mis patrocinadores.
Una sonrisa nerviosa. Con eso tendrá que bastar.
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El Antagonista de las Estrellas
EspiritualPoemario dedicado como siempre.... a la única digna de toda poesía: La vida