Girasoles

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Un poco de confianza no es del todo mala

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Un poco de confianza no es del todo mala... confiar, de alguna manera, te ayuda a aumentar tu esperanza al depositar tus miedos en algo o alguien que te da tranquilidad, pero cuando colocas demasiada, inevitablemente la aflicción amenaza con carcomer tu ser, sencillamente te hace preguntarte si hiciste lo correcto en depositar tu luz en alguien más. Sé muy bien que la humanidad dependía de aquel crío desconocido salido de algún lado, de aquel pequeño peón que intentaba coexistir y enfrentarse a los alfiles, torres y caballos en el gran tablero de guerra con un poder que tal vez ni siquiera había pedido. 

De una u otra forma, sentía lastima por el chiquillo, era un gran tumulto lo que ahora reposaba en sus hombros y más considerando la crisis actual.

Observe como el chico se aventaba sin miedo al vacío a la vez que un hermoso relámpago dorado lo envolvía mientras yo seguía corriendo por el contorno de la muralla. No podía esperar menos de alguien con esas habilidades al hacer su gran entrada triunfal. Fue tan cegadora que tuve que cubrir mis ojos con mi antebrazo en un intento de no quedar ciega por el intenso brillo que emergía de él. 

Fácilmente, la noche más oscura podría volverse día con tal relucir. 

La emoción que rápidamente recorrió cada partícula de mi ser, se esfumo en un pestañeo al verlo sentado cabizbajo sobre los adoquines completamente derrotado.

Estaba confundida ¿Qué había pasado? ¿Porque no se movía? 

Volteé a ver con semblante turbado a mis compañeros para corroborar que no era la única desconcertada, pero en ellos predominaba la furia más que nada, en especial en Riko. 

—¿Q-Que hacemos? ¿P-porque no hace nada? 

—¿Q-Qué se supone que hagamos?, la misión se echara a perder sino hace algo, nosotros no podremos mover la roca.

El líder de la misión no hacía nada, estaba completamente estático.

-Maldito inútil... No era tan difícil lo que debía de hacer- Murmuro Riko a mi izquierda. 

Estaba consternada, francamente lo último que quería era pelear por cosas sin sentido. No era la prioridad en estos momentos.

—¿Qué dijiste Riko? No tienes el poder de juzgar si es un incompetente o no cuando tú tampoco estas siendo muy útil. 

—Se supone que nuestro deber es cuidar al chico hasta que complete la misión, tú eres el que está al mandó aquí ¡Haz tu trabajo lerdo! ¡Yo no quiero morir aquí! -Exclamó un soldado

—É- Él tiene razón, debemos de proteger al chico hasta que reaccione, cuiden que ningún titan de la periferia se le acerque hasta que reaccione.

—¡Si señor! 

Todos nos vimos rápidamente antes de saltar aleatoriamente hasta nuestros objetivos, yo aterricé en un palco de una bella morada pesé a los golpes y destroces que había padecido, la casa era de tres pisos con una bella terraza que dejaba ver el ocaso a la lejanía y sus plantas colgantes asomarse por el tragaluz de mi derecha.

Bajo tu sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora