Camelia Blanca

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— ¡Bienvenidos a la Legión de Reconocimiento reclutas!, yo soy Moblit Berner segundo al mando de la Líder de Escuadrón Hange Zoe ¡Mucho gusto! 

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— ¡Bienvenidos a la Legión de Reconocimiento reclutas!, yo soy Moblit Berner segundo al mando de la Líder de Escuadrón Hange Zoe ¡Mucho gusto! 

Moblit... El muchacho era un joven alto de piel pálida, cabello castaño, ojos marrones, cejas delgadas y de estatura promedio. El uniforme de la milicia que usaba se encontraba claramente lleno de tierra y manchas, el blanco original del pantalón se encontraba percudido y su casaca estaba rasgada, rota y lucia vieja. Pero a pesar de eso, él nos recibía con una sonrisa impecable de oreja a oreja que lo hacía ver simpático e indefenso. 

Deje de prestarle atención para enfocarme en lo que sería mi nuevo hogar.  El comedor era de piedra grisácea, las mesas y las sillas eran bastante sencillas y rusticas, estaban hechas de algo que fácilmente podría ser cedro, había cerca de seis ventanas en todo el comedor y candelabros, que tenían de viejos lo que tenían de oxidados, colgando del techo; He de admitir que a sabiendas de que la mayoría de los integrantes de las Alas de la Libertad eran hombres me imaginaba el lugar hecho un asco.

Para mi sorpresa todo estaba impecable, no había telarañas, platos sucios o motas de polvo. Incluso el lugar olía a algo que, supuse era pino.

Creo que el arquetipo que había de la milicia me dejó llevar...

—Se presentarán todos en la cena, ahora los llevare a sus habitaciones - La voz amigable del castaño me regreso a la realidad, aún mantenía sus perlas blancas a la vista. Junto las palmas de sus manos formulando un leve aplauso con ellas-, síganme muchachos. 

Petra y yo nos habíamos mantenido atrás de los reclutas todo el tiempo, desde que nos bajamos del carruaje hasta que llegamos a las instalaciones pasamos desapercibidas por completo, su promedia y mi baja estatura nos escondían fácilmente del campo de visión de todos los soldados, pues todos eran descomunalmente altos desde mi pequeña posición. En cuanto los gigantes se movilizaron, nos dejaron a la vista por primera vez. 

Petra estaba enfrente mío, por lo que la vieron a ella primero. Sus ojos miel combinaban armónicamente con su cobriza cabellera que grácilmente ondeaba por sus hermosas facciones, ella siendo ignorante de la atención que recibía, estaba embelesada admirando su entorno con un característico brillo adornando sus orbes, su cuerpo inconscientemente mostraba seguridad... era como si nada ni nadie pudiera arrebatarle su serenidad.  Se notaba fresca, pulcra, accesible y ... perfecta.

Los presentes estaban atónitos, trastabillaban al intentar sacar vocablos de sus bocas, era como si en una ráfaga sus gargantas se hubieran quedado secas y sus lenguas mudas, una chica tan bonita no era nada común en la milicia, mucho menos en la Legión, lo más razonable era que estuviera en Sina sirviendo a los nobles y teniendo amenas pláticas con ellos. Pero incluso ahí se las arreglaría para destacar fácilmente.  

A diferencia de ella, que seguía perdida en su mundo, yo sí fui consciente de las miradas que robó, de las miradas insinuantes que surgían en los soldados después de recorrer su cuerpo, de los ligeros codazos que se daban unos a otros, de los nulos intentos por disimular sus alzamientos y de los rápidos esfuerzos de estos por arreglarse. 

Bajo tu sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora