Ángel de la Muerte

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— ¿Estas bien?

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— ¿Estas bien?

—Claro que sí ¿Por qué no lo estaría? - Sonreí melancólicamente sorbiendo mi nariz y tallando mi delicada cara con las manos para quitar cualquier rastro de agua. Me permití perder mi vista en un punto fijo.

—No lo creo, no te ves muy bien... ¿Qui-Quieres hablarlo? - Con cautela el chico se acercó a la frágil chica que yacía sentada en una esquina del comedor, escondida hasta de los rayos lunares, que fuertemente abrazaba sus piernas. Sus pobres ojos y nariz estaban teñidos de un rojo intenso, resaltando de su blanquecina piel.

—¿Me puedo sentar? - Dijo con tono gentil y tranquilo.

Con mis acuosos ojos lo vi; Era alto, rubio y físicamente tosco. Podría hacerse pasar por Izan si tuviera el cabello castaño y un cuerpo más delgado... Este chico era lo más cercano que tenía a la mano que se pareciera y me recordara a él.

No pierdo nada.

Asentí dubitativa con la cabeza.

Se sentó a una distancia prudente de mi. Cosa que agradecí.

Inconscientemente me perdí en mis pensamientos... Si él extraño fuera Izan posiblemente estaría llorando a mares sobre su pecho mientras él me susurraba palabras melosas, como: "Todo estará bien", "Yo te cuido", "No temas a mi lado" y sin duda yo me dejaría atraer fuertemente hacía él. Izan empezaría a sobar mi espalda y enterraría sus varoniles manos en mi cabello dejándome embriagarme de su mentoso aroma como solía cuando los dos éramos apenas unos niños.

Pero él no está, desde hace un par de meses que no lo veo... ¿Sí estuviera aquí me sentiría menos sola? ¿Me haría sentir querida? Tal vez... tal vez me haría un poquito más feliz...

— ¿Quieres charlarlo? o ¿Solo quieres compañía mientras te desahogas? - Susurró el extraño afablemente.

Por unos minutos no dije nada, tenía miedo. Miedo de que de mi garganta saliera otro sollozo, miedo de que se riera de mí, de que piense que soy patética, de que simplemente crea que soy menos o exagerada... Miedo de que estuviera defectuosa.

— ¿Co- Como me encontraste? - Gimotee apagada- , Ni siquiera te conozco.

— Esta noche me tocó hacer guardia y justo acabo de terminar mi turno. Iba camino a los dormitorios cuando oí un quejido, así que decidí venir. - Explico dulce.

— Ya veo, ni para desaparecer soy buena - Reí gélida y suspiré -, T- Te puedo hacer una pregunta - Volví a verlo.

—Claro - Hizo contacto visual conmigo.

Sus ojos eran claros, otra diferencia, los de Izan eran verde olivo, pestañas más largas y cejas más abundantes. Sus rasgos eran delicados y varoniles. Este sustituto era de facciones más fuertes y marcadas, además de tener un cabello bastante corto.

Bajo tu sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora