El timbre había sonado y todos los alumnos guardaban sus útiles a la mochila. Bakugou se encontraba aún sentado mientras veía que todos se marchaban, miró de nuevo el asiento de Deku; seguía vacío.
Después de golpearlo en el recreo y decirle una vez más que saltara de la azotea; ya no regresó al salón. Eso lo empezaba a alarmar y como nadie le prestaba atención a Deku, nadie preguntó por él ni siquiera los maestros.
El sol se estaba ocultando, ese día salieron más tarde de lo normal, eran aproximadamente las 5:55 pm.
Aún quedaban unos 5 en el aula, incluyéndolo.
Seguía preguntándose donde carajos estaba el nerd de mierda; nunca se había preocupado por él hasta ahora, desconocía la razón.
Se puso de pie para empezar a guardar sus cosas, pero, una vez más miró al atardecer y justo en ese momento vio al peliverde caer por la ventana, sus miradas se cruzaron y pudo notar las lágrimas en su rostro, Bakugou se quedó parado mientras abría los ojos como platos; los demás que aún quedaban lograron ver aquella escena así que las chicas presentes empezaron a gritar con desesperación y horror.
El corazón de Bakugou latía y latía; ver el rostro de Deku con esa expresión de dolor y odio, sin duda era algo que jamás se le olvidaría.
Se quedó en el mismo sitio hasta que escuchó que los que aún quedaban en la secundaria pasaban corriendo en los pasillos. Se acercó a la ventana con pasos lentos y temor, no quería ver el cuerpo de Deku.
Al estar cerca bajo la mirada y pudo ver que había profesores alrededor del cuerpo de Deku, pudo ver manchas de sangre. No soporto aquella escena así que se apartó de la ventana y se dejó caer en el piso.
—¡Es mi culpa!—se encontraba arrodillado en el piso mientras se tocaba el corazón. —¡Yo provoqué esto!—se tiro de los cabellos con desesperación.
El velorio se llevó acabo pero Bakugou no quiso asistir, también hubo una despedida por parte de la secundaria, ese día todos miraban con remordimiento al rubio; todos sabían que él y sus 2 amigos de siempre se la pasaban molestándolo.
Pero no les quedaba el papel de hacerse las víctimas, a pesar de que sabían de lo que el rubio hacía nadie dijo nada, nadie quiso ayudar el peliverde.
Todos fueron unos cobardes que no estaban en derecho de molestarse. Nunca les importó la vida del peliverde para que ahora estuvieran molestos con el rubio.
Ya habían pasado 3 días desde que el peliverde falleció y ya nadie volvió a mencionarlo, en cambio Bakugou sentía el remordimiento y la culpa; no podía dormir y tenía unas enormes ojeras.
Justo esa noche no podía conciliar el sueño porque cada vez que cerraba los ojos recordaba el rostro del pecoso, se sentó en su cama y prendió la luz. En eso vio parado una silueta que claramente reconocía.
Sintió miedo y se quedó paralizado. Casi hasta pudo sentir su alma salirse de su cuerpo y abandonarlo.
—D-Deku.
El alma del pecoso estaba parado delante de él, pero a excepción que ahora era transparente pero visible ante sus ojos, su mirada se veía fría y llena de odio. Nada que ver al Deku que alguna vez conoció.
—¿Cómo estás, Kacchan?—sonrió ladinamente.
Sintió un escalofrío por todo su cuerpo, no podía hablar y seguía en shock. Aquella sonrisa era espeluznante.
—No dejaré que seas feliz Kacchan. Te llevaré conmigo, no mereces vivir.
En ese momento sintió su sangre helarse, ese no era Deku, posiblemente era una alucinación de él por la culpa que sentía.