Montar a caballo

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Nicolas

Subimos al carro, siguiendo el camino.
Esteban estaba molesto, y lo entendía, le intente hacer preguntas en el camino, pero no contestó.

—Entiendo que te molesto, todo lo de esos viejos, pero estaban borrachos, y quien sabe hasta drogados. Pudieron haberte lastimado. Si hubiéramos salido sin decir nada, no hubiera pasado nada.— Dijo, sin verme, solo con la mirada en la ventana.

Mantuve mi mirada al frente, manos al volante— Lo siento, pero no me podía quedar de brazos cruzados mientras esos... viejos te decían sus mama*** asquerosas.

—Quien sabe nos estén persiguiendo en estos momentos. Te agradezco que te preocupes pero...

—A ver amor... tú sabes que te amo, cambiaría mi vida por ti, y de verdad me moleste cuando esos viejos me decían como te querían follar.

—Eran unos viejos borrachos y tal vez drogados, no creo que fueran a hacer mucho— dijo, pero tal vez tenía razón.

Ya no seguimos con el tema, no hablamos de nada y lo peor es que quedaban aún 1 hora para llegar. Esteban quedó dormido, yo de verdad moría de sueño, no podía pasar un minuto sin bostezar sin un minuto.

Al llegar, entramos, de verdad que era grande todo el rancho, vi a mis padres a lo lejos, me alegré. Desperté a Esteban, que  se levantó rápidamente. Había algunos animales como, vacas, caballos, cerdos y algunas gallinas y pollitos.

Bajamos del auto, abrazamos a mis padres.

—¿Como están?— les pregunté.

—Bien hijo, ¿y ustedes?

—Bien, pero el viaje bastante cansado.

La puerta de la casa se abrió, y salió mi abue caminando, no sabía que estaría aquí, y de verdad me emocione, corrí para abrazarla. — ¡Abue! ¿Por que no me dijo que estaría aquí la última vez que hablamos?— pregunté demasiado emocionado.

Ella rio— Quería darte una sorpresa. Pero ¿como están ustedes dos?

—Bien... ¿y usted?— pregunto Esteban.

—Afortunadamente bien— Abrazo a Esteban. Y de verdad me encantaba las dos personas que más amo en mi vida, estuvieran así, y se llevarán tan bien como lo hacían mi abue y mi novio.— ¿Y ustedes dos... para cuando se casan?

Esteban río nervioso— Tal vez pronto, y tú serás la primera en enterarte— dije seguro.

— Sí sigo aquí, claro que si.— dijo.

— No diga eso— dije rápidamente.

Ella rio, y nos empujó hacia la puerta, diciendo que comiéramos. No teníamos hambre pero igual nos sentamos.
Después de comer incómodamente con personas que yo jamás había visto.

El sol estaba por llegar al final del día, para darle espacio a la luna, un hermoso atardecer por detrás de las montañas.

Salimos y caminamos por todo el rancho, y de verdad era grande. Había un establo, al Esteban y yo entramos. El entró sin ver si había algo o alguien, al yo entrar, yo lo tomé por la cintura, él se dio la vuelta, yo me deje llevar, me recargo en una de las paredes del establo, me beso demasiado, puso sus manos por detrás de mis orejas, quería dejarme llevar un poco, pero me impresioné porque él jamás había sido tan intenso al besarme.

 El entró sin ver si había algo o alguien, al yo entrar, yo lo tomé por la cintura, él se dio la vuelta, yo me deje llevar, me recargo en una de las paredes del establo, me beso demasiado, puso sus manos por detrás de mis orejas, quería dejarme ll...

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Queríamos hacer algo más, yo estaba apunto de bajarme el pantalón, pero el sonido de los caballos dentro del establo nos hizo cambiar nuestra opinión.

Salimos, y me encontré con mi padre que venía montado en un caballo. —¿Es muy grande, no?— pregunto.

—Sí, demasiado... — dije, intentando ocultar las marcas en mis mejillas por la fuerza que Esteban había puesto en ellas para besarme.

—¿Quieren subirse a uno?— pregunté, para lo cual no pensé específicamente en el caballo pensando en "Esteban casi se montaba pero no al caballo".

—Más tarde tal vez... —Dije intentando dejarlo para terminar lo que habíamos dejado pendiente.

Mi padre se dio vuelta y regresó a la casa.
—Se lo que pensaste... — dijo Esteban en tono burlón e intentando hacerse el ofendido.

Reí, por que sabía que lo haría— ¿Y acaso es mentira?— pregunté.

—Tal vez hoy te toque tomar las riendas del caballo...— dijo, y tan solo lo bese el cuello, intentado no reír.

Descuida, yo te cuidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora