Abrazarte

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Nicolas.

Desde por la mañana no me sentía igual y Esteban lo sabía, este sería nuestro último día en el rancho de la familia. Pero esto se sentía muy diferente.

Ahora estaba con Esteban, y solo puedo abrazarlo al notar su mirada triste cuando mis padres me hablan con cariño.

—Está también es tu familia Esteban— le dijo mi abuela, ella no sabía que Esteban tenía problemas con sus padres, pero eso me ayudaba demasiado.

— Nos iremos esta tarde— le dije, mientras estábamos sentados en una de las mesas del jardín.

—Está bien— Se levantó de la silla y camino hacia adentro de la casa.

Quiero que entre nosotros dos haya una buena comunicación y sea algo sano, pero entiendo que cada uno afronta los problemas personales de distintas formas, a mí me encanta no estar solo, y Esteban lo sabe, siempre intenta estar para mi en esos momentos, demostrándome su amor y su cariño. Pero el es distinto, quiere estar solo cuando está triste, aun que suene raro. Aveces no dice nada y intuyo que no está bien cuando solo contesta cortante.

No me lo tomo personal, sé que él es así cuando no esta feliz, pero me duele que no quiera que esté yo ahí, que quiera estar solo en momentos duros.

Entre en la casa, para luego subir a la habitación, Esteban estaba sentado en el piso llorando, tocándose la cabeza. Corrí para abrazarlo.

— Perdón por hacer esto, cuando tú estás tan feliz.— me dijo entre lágrimas.

—¿Que?... No amor, está bien... no puedo estar feliz si tú estás triste... dime, ¿que te pasa?

—No lo se... solo quiero llorar. Los recuerdos me invaden.

Le había insistido varias veces a Esteban ir a terapia psicológica, pero no aceptaba, pero ahora era Justo y necesario, igual todos en el mundo necesitan ir, eso no está mal.

—Ya te lo he dicho muchas veces amor, ve a terapia, todos en el mundo la necesitan, y tú me estás preocupando un poco.— le dije, mientras lo abrazaba y acariciaba su mejilla.

—No, no amor, no tengo el dinero con el cual pagarlo, y no quiero que tú lo pagues, ya te agradeceré toda la vida con dejarme vivir en tu casa.

Sabía que lo diría, no es mi casa, pero casi. Ese es el gran problema de Esteban, siempre se siente una plaga en la casa de mis padres que es suya y también mía.

—Por ahora no importa eso, te quiero cuidar... ya no quiero verte llorar.— Me duele demasiado verlo triste, y haría lo que fuera por ya no volver a verlo triste.
Pero Esteban solo negaba con la cabeza, se negaba completamente a esa idea, no pensaba en él, solo pensaba en lo que su madre le había inyectado en el cerebro.— No quería decirte nada de esto, pero... no dejes que las ideas que te inyecto tu madre te afecten. No quiero hablar mal de ella, pero no me deja opción... ella solo volvió para destruir a mi bebé, lo único bueno que hizo fue cuidar de ti, y tenerte a  ti, nada de lo que te allá dicho es verdad.

— Es que no puedo dejar de pensar en eso todo el tiempo, no es lo que me haya dicho, es lo que yo se, y yo se que para ti soy una carga.

—No lo vuelvas a decir de nuevo, no eres una carga, eres mi novio, y yo te lo digo.

Esteban se aferra a mi, me abraza y me da un beso.— Creo que eres el mejor novio que pude haber tenido.

Lo cargo hacia la cama, donde lo sigo besando, para que olvide un poco todo eso.

Hasta que mi madre grita mi nombre desde la cocina, tomé a Esteban de la mano y lo lleve conmigo — ¿Que pasa?— le pregunté.

—Está noche haremos una fiesta por el cumpleaños de El hermano de tu padre, así que quiero que este ahí.— dijo.

—No podremos, nos tenemos que ir esta tarde— dije, pensando en los peligros de conducir en la noche.

—Anda, será divertido.

Lo pensé, pero no estaba tomando en cuenta la opinión de Esteban, así que me lo lleve conmigo para hablar de eso— Ahorita lo pensamos— grite desde el pasillo.

Descuida, yo te cuidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora