PRÓLOGO: EMPEZAR POR EL FINAL

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<<Recuerdos de aquel banco donde un día coincidimos

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<<Recuerdos de aquel banco donde un día coincidimos. Después de tantos años un verano desistimos. Volviste a refrescar de un chapuzón lo ya perdido. Volviste a reventar mi corazón tan mal herido>>

Rock'n'rolles de Chiquillos, Sofía Ellar

***

MARTIN

San Sebastián, Guipúzcoa, junio de 2016

No llevaba ni media hora dentro de aquel recinto, en el que todo mi curso había decidido hacer nuestra fiesta de graduación, cuando todo mi cuerpo me estaba pidiendo a gritos que saliera a respirar, tomar el aire o lo que se me ocurriera en ese momento. Lo que fuera antes, pero que me largara de allí. Se ve que algo dentro de mí no era capaz de soportar un minuto más el olor a alcohol (kalimotxo y garrafón del malo) y la voz de algún cantante de reggaeton, sin vocalizar las letras de sus propias canciones, taladrando mis oídos.

Así que haciéndole caso a mi instinto de supervivencia me encaminé hacia la salida del lugar, crucé la doble puerta que daba acceso a la calle y, cuando sentí que la suave brisa de aquella madrugada de principios de junio golpeaba mi rostro, dejé escapar un resoplido que seguro se llegó a escuchar desde Santurce hasta Bilbao, como decía la canción, a pesar de estar en el centro de San Sebastián.

Me sentí liberado, lo tenía que reconocer. No estaba hecho para ese tipo de fiesta, ni de ambiente, ni de borracheras que acababan con la cabeza metida dentro de un retrete.

"¿Por qué hostias le habré hecho caso a Aintzane? Si yo con haberme ido a pasear un rato por la playa con Kiki hubiera sido el más feliz del mundo", pensé mientras arrastraba mis pies hasta la escalinata que había justo delante.

Bajé unos cuantos peldaños hasta llegar a la mitad de ésta, me dejé en el centro del escalón de cemento y piedra y me remangué las mangas de la americana. Después saqué mi iPhone del bolsillo derecho de mi pantalón de traje y observé la hora en la pantalla cuando este se iluminó. Apenas pasaban unos minutos de la medianoche, pero yo solo podía imaginarme en el balcón de mi casa, bebiendo un tazón de cola cao y la mirada clavaba en el horizonte a la vez que intentaba disfrutar del silencio.

No era un chaval de dieciocho años "normal" (o al menos lo que se consideraba normal) era algo que tenía asumido, aunque no siempre fuera una tarea fácil. De hecho, lo asumí el día que en medio de un botellón llamé a mi hermana mayor para que viniera a buscarme porque me sentía fuera de lugar. Y ella intentando tirar de paciencia quiso hacerme saber que, si se tenía que liar a hostias, con quien fuera, porque me habían hecho sentir mal lo haría y con gusto. Yo simplemente le di las gracias por apoyarme siempre a pesar de que la mitad de las veces no llegaba a entendernos ni a Chiara ni a mí.

Una media sonrisa se dibujó en mis labios, al recordar esa anécdota, mientras miraba la foto de los tres que había elegido de fondo de bloqueo y decidía qué hacer con mi vida en esos momentos porque tampoco era que tuviera muchas opciones.

Jaque al rey | MAJOS // JUANTIN |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora