1. QUE LA VIDA ME PERDONE TODAS LAS VECES QUE NO LA VIVÍ

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<< Diez años antes de esta ahora sin edad

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<< Diez años antes de esta ahora sin edad.

Aún vive el monstruo y aún no hay paz >>

Allí donde solíamos gritar, Love Of Lesbian

***

MARTIN

San Sebastián, Guipúzcoa, marzo de 2024

Desde que aterrizara en Donostia pasado el verano, no había hecho otra cosa que pensar en él y salir a correr por la playa con la música resonando con fuerza en mis oídos para intentar acallar mis rayadas. Esto último se había convertido en una especie de terapia para mí porque me ayudaba a desquitarme de toda la mierda que suponía trabajar en una comisaría y me ayudaba a desconectar para reconectar conmigo mismo.

Aunque a veces (y no pocas) él también se colaba en mis pensamientos mientras intentaba alejarme de todo.

Quizá una parte de mí, esa que seguía enamorada de su sonrisa y de esa forma tan peculiar que siempre tuvo de hacerme ver el mundo, se negaba a sacarlo de mi cabeza y de arrancarlo de mi corazón.

A lo mejor la parte ingenua, soñadora y romántica, que todavía conservaba, no quería deshacerse de aquel primer amor que una vez sintió por su mejor amigo. Una amor tan puro y genuino que ocho años después seguía intacto como si no hubiera pasado el tiempo.

De hecho, qué podía haber más bonito que tener como pareja a tu mejor amigo. Jamás había llegado a entender a esas personas que le tenían miedo a cruzar esa barrera, al parecer, infranqueable entre la amistad y el amor. Hasta que me tocó ser una de esas personas.

Nunca supe si fue el azar, el destino, la suerte o la casualidad quien decidió ponernos a uno en la vida del otro, pero yo solo he podido dar las gracias por ello. El problema era que yo no tenía muy claro qué estaba intentando decirme la vida y dejé pasar todas las señales. Ya no sabía si lo hice de forma consciente, por miedo, o porque simplemente no era el momento adecuado.

Resumiendo, por lo que fuera, ninguno de los dos se atrevió a aprovechar las oportunidades que se habían presentado en nuestro camino y yo ahora sentía que había pasado de ir contracorriente a ir contrarreloj.

Perdí una vez a Juanjo por cobarde y no quería volver a errar el tiro.

Si todos los astros se habían alineado, aunque fuera por última vez, poniéndonos a los dos en la misma ciudad, en el mismo caso y en el mismo punto de partida, no iba a ser yo quien fuera a desaprovechar la oportunidad. Bastantes había malgastado ya a lo largo de mi vida como para no jugármela por él.

El sonido de un par de ligeros golpecitos en el cristal de la puerta de mi despacho me obligó a dejar lo que estaba haciendo y dirigir mi mirada hacía allí. Alex, mi amigo y compañero de patrulla, quien esperaba de detrás de ésta me hizo un gesto a través de la cristalera. Yo hice un leve asentimiento de cabeza y él entró cerrando a su espalda.

Jaque al rey | MAJOS // JUANTIN |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora