Capitulo 5: Una Visita Inesperada.

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Durante los próximos días, Lucy no vuelve a ver a Jerónimo ni recibe una llamada de él. Es ingresada al hospital, a escondidas de la prensa, para hacerse unos exámenes de rutina y ajustar su medicación. Por suerte, después de eso se siente mejor; al menos tiene más energía, y la palidez de su rostro finalmente desaparece.

Aún no puede olvidar esa increíble noche en el auto de Jerónimo. Se siente tonta por no haber hecho el amor con él, pero él se enteraría de que aún es virgen, y sería una gran vergüenza.

Sigue pensando en la propuesta de trabajo de Jerónimo. Si dice que sí, ¿podrá resistirse a él? ¿Podrá resistirse a sus besos y caricias? Él le dejó claro que la deseaba, y de seguro volvería a suceder. Ella no tiene la suficiente fuerza de voluntad para detenerlo. Fue tan maravilloso ese momento: cuando la besaba, la acariciaba, la hizo llegar a ese increíble orgasmo que nunca olvidaría, cómo secaba sus lágrimas con sus caricias, y cómo la abrazó luego de estallar en llanto. ¿Podrá ser tan tonta? ¿Podrá amarlo más que hace cinco años? Sin duda, así es. Sin duda, se ha enamorado mucho más de él, de su ternura, de su experiencia. Trabajar para él va a ser una tortura.

Lucy se está maquillando y eligiendo un vestuario cómodo cuando recibe una llamada. En la pantalla aparece el nombre de Jerónimo. Dios mío, no puede atenderlo, no tiene el coraje para hacerlo. Siempre ha sido una cobarde, pero debe ser sincera consigo misma: lo extraña demasiado, lo necesita. "¡Basta, Lucy!" —se reta a sí misma— "No puedes caer tan bajo."

La llamada se corta y sigue maquillándose. A los pocos minutos, el teléfono vuelve a sonar, pero esta vez en la pantalla aparece el nombre de Mustafa. Hace mucho que no habla con él, qué desconsiderada ha sido con su abuelito.

—Hola, mi viejito lindo, ¿cómo estás? —saluda Lucy con una voz llena de ternura.

—Hola, mi nena linda. ¡Epa! Lo de viejito estuvo de más. Me quedaré con lindo, ¡jajaja! Soy todo un adolescente aún.

De repente, siente que tocan el timbre de su casa. ¿Quién será? ¿Será Jerónimo que viene a buscarla enojado por no atender su llamada? Su corazón comienza a latir con fuerza a medida que se va acercando a la puerta.

—Abre la puerta, niña, ¿qué esperas?

Cuando Lucy abre, se encuentra con Mustafa, su viejito lindo, la persona que más la entiende y la quiere en este mundo.

—Hola, mi nena bella, ¿cómo estás? ¿Extrañabas a este viejo?

Lucy, sin pensarlo, se arroja a sus brazos y Mustafa la envuelve en un tierno abrazo. Adora a su niña, a su pequeña nieta, a la personita que hace años lo acompaña en este momento tan difícil de su vida. Toda la gente, a lo largo de su vida, ha estado cerca suyo por interés, por su fortuna. Nunca tuvo un amigo de verdad, hasta que la conoció a ella.

Siempre recuerda a Lucy. La conoció por primera vez en una fiesta benéfica de Mamá Luisa, esa increíble mujer que dedicaba su vida a ayudar a los niños con cáncer. Nadie sabía quién era ella, pero él no se iría esa noche sin saberlo.

Conocía a Lucy Anderson por las revistas de moda y farándula. Le parecía una muchachita increíblemente bella, pero perdida en las adicciones, sobre todo en el alcohol. Una muchachita arrogante, que creía que se llevaba el mundo por delante, pero también veía una increíble tristeza en sus ojos, mientras sostenía un vaso de whisky. Los hombres, con caras libidinosas, se acercaban a ella para sacarla a bailar y quién sabe para qué más. Le daba mucha pena el estado en que estaba esa niña. Podría ser su nieta; no podía seguir viendo eso. Mustafa se acercó a la barra donde Lucy estaba sentada y se sentó a su lado, pidiendo un vaso de agua al barman.

—¿Se encuentra bien, muchacha? —dijo. Jamás había visto una mujer más bella en su vida y eso que ya tenía 77 años, y que creía haber conocido a todas ellas.

Entre el amor y la venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora