Capítulo 3

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"Mi amor, la libertad es adictiva."

NARRA TN

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NARRA TN

Me desperté cuando sentí que algo húmedo me estaba tocando la cara, y, al abrir los ojos, me percaté de que era un conejo de Rayne el que me estaba chupando la nariz con énfasis. Reí un poco y lo saqué de mi cara, para después pestañear con el fin de despertarme. Me senté en la cama, acariciando a Pelusa con ambas manos y recorrí la habitación con la mirada en busca de Rayne, pero no había ni rastro de él por ningún lado. Era normal, él ya me había comentado la noche anterior que tenía cosas que hacer: no sé qué de ir a clase y algo de prefecto además de algo de... ¿divino? No me acordaba de lo que había dicho.

Me levanté de la cama y me encontré en la mesita al lado de la cama de Rayne un plato de gachas, el cual comprobé que estaba completamente frío, es decir: ¡poco apetecible! ¿Lo habría traído para mí la noche anterior? Podría ser, recordaba haberme quedado dormida cuando el chico me dijo que saldría un momento.

No le di importancia y mi vista se frenó sobre una notita amarilla en la que habían escritas unas palabras con una caligrafía elegante y afilada, varias directrices, seguramente dirigidas hacia mí y redactadas por Rayne, en la cuales me decía claramente que tenía prohibido salir de la habitación y que esperase a que él regresase, pues no tardaría mucho y volvería con comida para mí, o eso decía la nota...

Pero había una sola cosa que una parte muy, muy bien escondida de mí había aprendido a hacer durante mi estadía en aquel infierno del que logré huir: desobedecer cuando te dicen que no te vayas ―por algo escapé―. Naturalmente si Rayne me decía que no saliese de la habitación, significaba que debía de salir.

Así que dejé a los conejos sobre la cama de Rayne ―la cual tenía un estampado de conejos muy lindo por su parte― y me dirigí con pasos dubitativos a la puerta de salida, pues aún recordaba las palabras del director Wahlbert en mi cabeza recordándome que no debía de salir de ahí... El hombre se había ganado mi respeto y me sabía mal desobedecerle... Aunque por otra parte me moría por descubrir qué me deparaba el mundo exterior.

Así que de todas formas tomé el pomo de la puerta y abrí ésta. Curiosa, saqué la cabeza por la puerta y examiné el exterior: un pasillo vacío, lleno de más puertas de madera que supuse que darían acceso a habitaciones de otros estudiantes. Con cautela ―temía que en cualquier momento apareciese Rayne y me descubriera infringiendo las normas― salí de la habitación y, cuando cerré la puerta tras de mí, una oleada de libertad me inundó, por lo que sonreí con ganas.

― Libre― Las palabras gotearon de mi boca―... otra vez.

Y, sin quererlo, me replanteé un millar de cosas con esa frase. ¿Seguía estando cautiva solo que con una jaula diferente, más grande? ¿En realidad... era libre? No lo sabía y tenía un conflicto interno entre querer saberlo o permanecer ignorante al respecto.

Un estruendo a mi lado me sacó de mis pensamientos y giré la cabeza hacia el ruido, encontrándome cara a cara con un chico de cabello tazón negro con una línea de magia cayendo bajo su ojo izquierdo... Pero no sentía magia proveniente de él; al contrario que la fuerte magia que sentía emanar de Rayne. No tenía magia; ¿qué hacía un chico sin magia en una academia de magia?

Stay with me [+18 Rayne Ames x fem! reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora