16. Cláusula oculta

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Navier

Los días posteriores fueron un poco diferentes a los que acostumbraba tener, el italiano llegaba a mi empresa a entregar personalmente documentos de importancia sobre los gastos respectivos del mes que nos competían a ambos. No era necesario, pero hablábamos un poco, antes de que lo llamaran para marcharse.

Despidiéndonos con un beso. En los labios. No lo rechazaba, pero sus despedidas eran inesperadas y únicas.

Jugué con mi bolígrafo una vez más, sentada y observando la ciudad desde el ventanal detrás de mi escritorio. Había buen clima para una tarde familiar, pero actualmente tenía trabajo por realizar, sin contar la última reunión con nuestros socios europeos. 

Estaba un poco ansiosa, no iba a negarme. Pero no se trataba del trabajo, sino de la persona que había conocido sin darme cuenta; tal vez fue porque las cosas fluían o porque él las hacía fluir, sea lo que fuera podía considerarse que era la persona con la que usaba los espacios de relajo cuando podía, aunque era él quien me persuadía.

Solté un suspiro girando sobre la silla y encontrándome con mi madre, sentada frente mío. Fruncí el ceño por la inesperada aparición, no la había escuchado ingresar.

—Madre —solté el bolígrafo— ¿Qué haces aquí?

—Parecías pensar en algo a profundidad —soltó haciendo a un lado su pequeño bolso— te hablé, pero no te diste cuenta.

—Sí estaba pensando, no importa —respondí esperando a que dijera algo o el motivo de su visita a esta hora.

—No muerdes tu labio cuando se trata de tu trabajo —inquirió entrecerrando los ojos; ni yo misma sabía que lo había echo, pero tenía razón— ¿En qué estabas pensando hija?

—Tendremos una reunión con Laszlo y algunos accionistas.

—¡Ah! seguro es sobre el proyecto que tienen —asentí con una pequeña sonrisa— tu padre parece más emocionado que tú.

—Lo sé, es un gran paso para nuestra empresa y como estoy encargada de este contrato... —no tenía mucho que decir, usualmente hablaba de esto con mi padre.

—Confiamos en que todo saldrá a la perfección si está en tus manos —alargó la mano para tomar la mía y con una suave caricia hizo que mi mente divagara entre los gestos que aquel hombre tenía conmigo cada vez que nos veíamos. Retiré mi mano porque no quería pensar en él delante suyo.

—Koshar me llamó ayer —la sonrisa que mostró dejaba en claro cuanto se alegra de oír algo sobre mi hermano— tendrá una competencia en Australia, para suerte suya, los medios dejaron de acosarlo por su último altercado.

—No estoy segura... —murmuró para ella misma, pero pude escucharlo. La miré inquisitiva—. No lo dejaron tranquilo y volvieron a encontrarlo saliendo de un club nocturno con una joven —puso una mano en su frente, con frustración— no sé que hacía allí o porqué lo siguen a pesar de que esté fuera del país.

—Es inevitable, sus escándalos son sinónimos de ganancias económicas para las revistas de cotilleos —intenté calmar su preocupación, pero no sirvió de nada.

—Hemos hablado con él tantas veces...

—No lo hemos ayudado, solo hemos cubierto sus errores —no quería hacer que siguieran a mi hermano, madre tampoco lo quiso porque invadiría su privacidad, sin embargo, no puedo dejar que lo hundan y aprovechen sus debilidades para hacer de las suyas, como tampoco dejaré que él cometa imprudencias impulsadas por la ira— me encargaré de la prensa.

—Lo intenté —había molestia en sus palabras— negociar con ellos es agobiante y no es solo una empresa la que maneja su información, colaboran entre ellas para de alguna manera desmoronar su reputación deportiva.

[+18] STATUS | Navier y HenleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora