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Luego de aquella confesión su relación se hizo más estrecha que antes, también Bill se había pasado a vivir temporalmente a casa de Tom porque este se nego de forma rotunda a dejarle retornar a la casa que llamaba su hogar, alegando que si su padre había sido capaz de facturarle un brazo y mantenerlo incomunicado una semana sería capaz de matarlo la próxima vez que pisara esa casa.

Y ahora estaban "discutiendo" acerca de traer las cosas del pelinegro hasta la casa del trenzado. Bill quería ir solo a buscarlas pero Tom tenía miedo de que fuera la última vez que viese a su pareja.

"— Mäuschen, te acompaño a buscar tus cosas pero no vuelvas solo ahí, por favor —" pidió el trenzado. Realmente le asustaba la idea de Bill regresando solo a ese lugar.

El pelinegro suspiró, cediendo finalmente a que Tom lo acompañara para apaciguar su preocupación, pues él no creía que su padre fuera capaz de hacerle algo más.

No creía que fuera capaz de matar a su propio hijo.

— De acuerdo, iras conmigo pero te quedaras afuera en el auto. Mamá y papá no tienen idea de que estoy saliendo contigo y no quiero meterte en más problemas ¿De acuerdo? — preguntó, sujetando el rostro de Tom entre sus manos, aplastando sus mejillas para que sus labios tuvieran forma de pez. — ¿Por qué eres tan lindo? Maldición — y lo beso.

Tom sonrió en medio del beso, rodeando el cuello de Bill con sus brazos. Lentamente su novio volvía a ser el mismo chico de léxico grosero lleno de palabras altisonantes, pero eso no le hacía quererlo menos.

— Suficientes besos, si no nos vamos ahora te voy a llevar en brazos hasta la cama y de ahí no sales más — dijo Bill una vez se separaron.

Tom rió ante el comentario de Bill, decidiendo disfrutar un poco más del contacto con su novio manteniendo su cuello rodeado con sus brazos.

"Por favor" leyó Bill en los ojos de Tom, fue su forma silenciosa de pedirle otro beso.

— Mierda, eres irresistible — y se lanzo de nuevo a besar sus labios con suavidad, no era un beso brusco, simplemente era una forma de transmitirse el cariño que se tenían sin usar las típicas palabras de "te amo" o "te quiero"

Pero si no se daban prisa no llegarían nunca a casa de Bill.

Después de unos cuantos besos más, Bill finalmente se separó de Tom con una sonrisa traviesa.

— Si seguimos así, nunca llegaremos a mi casa — bromeó mientras acariciaba la mejilla del trenzado.

Ambos rieron y, con la promesa de seguir disfrutando de la compañía mutua cuando volvieran, Tom puso en marcha el auto. Conducían hacia la que era la antigua residencia de Bill, y aunque la tensión flotaba en el aire, la presencia de Tom le proporcionaba confianza al pelinegro.

Sabía que con una llamada suya, Tom iría a ayudarle, además con su apariencia de delincuente juvenil dudaba que su padre o madre fuera a hacerle algo estando él ahí.

Al llegar a la casa de Bill, Tom estacionó el auto al frente y observó cómo su novio salía para recuperar algunas de sus pertenencias. Mientras esperaba en el coche, el trenzado intentaba mantener la calma, pero no podía evitar sentir una intensa preocupación por la integridad física del pelinegro.

Quería que su novio regresara sano y salvo de ahí, sin ningún golpe, sin ningún moretón.

Al poco tiempo de entrar Bill regresó con una maleta en mano y subió al auto sin decir palabra. Entonces Tom arrancó y emprendieron camino de regreso a casa. Aunque el trayecto era relativamente corto, cada segundo pesaba con la incertidumbre de lo que les depararia el futuro.

— Gracias por estar aquí conmigo, Tom.— expresó Bill con cariño en su voz, rompiendo el tenso silencio que se había formado al interior del auto.

Tom le regalo una sonrisa encantadora, manteniendo la vista pegada en el camino de vuelta, mientras que en la radio sonaba alguna canción aleatoria agregándole otra vibra a su viaje. Un viaje que sería la puerta para un futuro juntos.

Aquel era el primer paso para finalmente dejar sus tormentos atrás, ya no les importaba lo que se dijera de ellos en el instituto, porque finalmente habían hecho pública su relación para sorpresa de muchos. Menos de los G's porque ellos ya lo sabían.

El mudo y el chico problema, quien lo diría.

Bill había empezado a asistir a terapia para poder sanar de alguna forma todas las heridas emocionales que sus padres dejaron en él, y Tom como fiel guardian lo esperaba fuera de la consulta de la psicóloga para llevarlo de vuelta a su hogar. Hogar donde ahora Lucifer los esperaba junto a Charlotte para cenar.

Aún les faltaban muchos caminos por recorrer, muchas cosas por hacer y por vivir (como entrar a la universidad e independizarse) pero ya tendrían tiempo para preocuparse por eso después. Por ahora se centrarían en disfrutar el presente de su relación.

Una historia que había comenzando con un.

"Soy mudo, tonto"

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Falta el epílogo.

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