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Tom no siempre fue mudo, alguna vez existió una versión suya que hablaba hasta por los codos. Ahora esos no eran más que recuerdos.

La gente también solía asociar la cicatriz en su cuello a su falta de habla, no podían estar más equivocados, aquella cicatriz tenia su propia historia detrás, una historia muy dolorosa para el chico de trenzas.

Tom había adquirido esa cicatriz a sus cortos trece años de vida, la misma noche que esa marca aprecio en su cuello fue la misma noche que perdió a su padre. Ambos volvían del supermercado luego de haber comprado algunas cosas por encargo de su madre, en ese entonces Tom llevaba su cabello en una melena de rastas rubias en lugar de sus actuales trenzas negras, pero había un detalle que se mantenía igual: el piercing de su labio inferior.

Esa noche, una banda de delincuentes los abordó a unas cuadras de su casa, exigiendo sus pertenencias. Tom y su padre intentaron resistirse, pero la situación se torno violenta. Fue en medio del forcejeo cuando uno de ellos saco una navaja, el filoso objeto cortó el cuello de Tom, dejando una profunda herida que marcó el inicio de su dolorosa historia. La sangre fluía mientras los otros escapaban con lo que led habían robado, dejando a Tom y a su padre heridos en la desolada y fría calle.

A pesar de la gravedad de su herida, Tom logró arrastrarse hacia su padre, quien luchaba por mantenerse consciente gracias a la perdida de sangre. Con lágrimas en los ojos, Tom intentó detener la hemorragia de su cuello con la banda que usaba para mantener las rastas fuera de su rostro. La ambulancia llegó finalmente, pero la vida de su padre ya se deslizaba entre sus manos.

La cicatriz en el cuello se convirtió en la prueba tangible de esa horrible noche, un recordatorio constante de la pérdida de su padre y de la brutalidad de podían a llegar a tener los seres humanos. A medida que Tom sanaba físicamente también lo hacía mentalmente, estuvo mucho tiempo con ayuda psicológica para poder superar el trauma de haber visto morir a su padre con sus propios ojos. Pero en el fondo sabía que esas heridas jamás sanarian del todo.

Cuando cumplió quince años su vida cambio para siempre nuevamente, cuando durante una apasionada presentación en la banda de la escuela (en la cuál era el vocalista), Tom sometió a sus cuerdas vocales a un esfuerzo desmesurado. La mala práctica mientras cantaba generó lesiones graves a sus cuerdas vocales y pronto se encontró luchando con una afonía persistente. Los médicos decidieron someterlo a una cirugía para intentar restaurar su voz.

Sin embargo, la intervención no fue completamente exitosa. Aunque la cirugía evitó que Tom perdiera por completo su capacidad vocal, su voz se transformó en un susurro ronco, lejano al tono vibrante que alguna vez poseyó. El chico que solía hablar con energía y pasión se vio obligado a enfrentar un nuevo desafío: aprender a vivir con no poder comunicarse verbalmente. Los doctores le habían explicado que, a pesar de los esfuerzos, su voz nunca volvería a ser la misma. Las palabras se volvieron un desafío, y el bullicio que alguna vez llenó su vida se convirtió en un silencio melancólico.

La transición a vivir con una voz apenas susurrante no fue fácil para Tom. Las miradas de compasión y los susurros de lástima se sumaron a la carga emocional que ya llevaba. Aunque la música seguía siendo su refugio, la frustración de no poder comunicarse verbalmente lo invadía en cada interacción.

Fue entonces cuando decidió realizar cambios visibles en su apariencia. Las rastas rubias, que en su adolescencia representaban rebeldía, fueron reemplazadas por trenzas negras, una metamorfosis externa que reflejaba su nueva realidad. El color oscuro simbolizaba la profundidad de sus experiencias y la sombra de su voz perdida y el chocker de cuero que ahora rodeaba su cuello era su manera de cerrar un capitulo doloroso en su vida.

A pesar de la adversidad, Tom canalizó su amor por la música hacia la creación de composiciones que evocaban emociones profundas. Aunque su voz ahora era un eco de lo que solía ser, encontró una nueva forma de expresión en la melancolía transformando su dolor en arte. Su historia continuaba, marcada por cicatrices visibles e invisibles, pero también por la resiliencia que lo llevaba a explorar un mundo de silencios y notas entrelazadas.

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Ya tenemos parte del trasfondo de nuestro skater boy favorito y la razón de porque su padre no hace acto de presencia en la historia.

Espero que les haya gustado, no olviden votar y dejar un comentario. Nos vemos♡

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