3 - Primos

10 3 1
                                    

Adentro todo seguía estando enorme, pero solo había una cocina que funcionaba con leña, una mesa y unos espacios para colocar los alimentos. Se veía rústico, aunque con orden y un poco de belleza. Salín se veía muy feliz mostrándonos su hogar, para ella era el mejor lugar del Universo.

Entonces presté atención a una escalera de madera, inmediatamente deduje que llegaría hasta la cima del tronco del árbol. Tal vez por estar adentro de un árbol, provocaba esa frescura en su interior, además de un olor dulce.

De repente, Livrian me tomó del brazo y me comenzó a jalar mientras me señalaba hacia la salida. Estaba sonriente, así que supuse que quería jugar y, en ese momento, yo era la única niña allí

- Ryder, Livrian quiere que salga con ella - Él nos miró.

- Pues ve.

- Si me habla, no la entenderé.

- Para comunicarse no solo se necesitan las palabras - Dijo Salín mirándome y sonriendo.

Le dejé mi mochila a Ryder y salí de la casa-árbol con Livrian, esperando que no me llevará a un lugar peligroso.

Me llevó del brazo hasta llegar a un lugar bastante cerca, dónde no había tantos árboles. Allí habían muchos niños pequeños, como Livrian, y muchos otros más grandes, adolescentes. Habían hecho una estructura parecida a una portería de fútbol con palos y troncos. Y tenían un balón de cuero naranja.

Ella y yo nos sentamos sobre unas rocas, a una distancia prudente dónde veíamos perfectamente. Uno se colocaba a varios metros de la estructura y luego pateaban el balón, pero del otro lado había alguien que interceptaba el balón (sí, era fútbol).

Todos, grandes y pequeños, se turnan para patear el balón, solo que el que lo atrapaba era siempre el mismo. No llevaba camisa (como la mayoría de los chicos), tenían el cabello totalmente rizado y todas las demás características de los de ese planeta. Y, cada vez que paraba el balón, gritaba unas palabras en su idioma mientras tenían una maliciosa sonrisa.

Lo miré un largo rato. Paraba todos los balones fuera de quién fuera, lo que provocaba rostros enojados e irritados. Reconocí que era muy bueno y luego entendí que eso que decía eran palabras egocéntricas y arrogantes.

Comencé a notar que muchos me miraban y, después, hablaban con su compañero que también comenzaba a mirarme. Llegó un momento en que todos me miraban por unos segundos antes de volver al juego. Obviamente yo resaltaba, era diferente, iniciando con piel mucho más clara que la de ellos.

Entonces uno de los niños algo mayores, como de mi edad, se acercó a nosotros tranquilamente. Comenzó a hablar con Livrian en su idioma. Me miraba con sutileza al hablar con ella con un poco de seriedad, pero Livrian le respondía con una sonrisa muy enérgica. Así que él me miró fijamente.

- ¿Qué edad tienes, Izan?

- Ese no es mi nombre - Le respondí.

- Ese será tu apodo - Dijo encogiéndose de hombros.

- Pronto cumpliré 11 años - Se rió.

- Yo tengo 11 también - Se sentó junto a mí - ¿Es cierto que vienes con Dylan?

- Sí.

- Livrian dice que le caes bien.

- Dile que el sentimiento es mutuo - Asintió lentamente mirándome a los ojos.

- Soy Nadab.

- Anneliese.

- No, tu apodo es Izan.

- ¿Qué significa?

El Planeta Poderoso #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora