Capítulo 1 Niños perdidos

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Cuando la luz dejó de cegar sus ojos, Lance pudo al fin ver que su hermana no estaba, miró a todos lados buscándola.

—¿Anna? ¿Anna dónde estás?

Pero se dio cuenta que ese lugar no era su jardín, sino estaba en un sitio que olía muy mal, el aroma penetrante llegó a sus fosas nasales tanto que quería vomitar, en su mente tenía la esperanza que lo que sea que le ocurrió no le haya pasado a su hermanita.

Camino unos cuantos pasos para ver enormes atunes colgados, no solo eso, la temperatura se sentía helada, más que la de un vampiro, dado que ellos tenían una temperatura corporal de 20-25 grados máxima, pero ese sitio se sentía más frío que eso.

—¿Dónde estoy?—tocó la pared y siguió avanzando hasta que se topó con una enorme puerta, que se estaba abriendo en esos momentos, cuando dos personas se posaron ante él.

—¿Qué?

—¿Qué hace una persona aquí adentro?

—No lo sé, dios mío, ¿estás bien? ¿Cómo llegaste ahí dentro?—preguntó el mayor de ellos.

«¿Qué está pasando aquí? ¿Son humanos? Esto no puede ser, debo salir de aquí y averiguar ¿Cómo llegué aquí? Y si Anna está bien, hermanita, espera que voy por ti...» pensó el joven vampiro perdido, caminó hasta el borde entre la sombra y la luz, lentamente acerco su mano hacia la luz y con solo un toque pudo sentir arder su piel «Maldición, no puede ser, es el sol, el sol de la Tierra...»

—Hey, chico ¿Estas bien?—el joven que acompañaba al viejo, Lance se dio la vuelta evitando su toque.

—¡No te atrevas a tocarme, humano!

—¿Humano? ¿De qué hablas?

—Chico, no tenemos idea de lo que pasa, pero no deberías estar aquí.

—Eso lo sé, y ustedes deben olvidar que me vieron—de pronto sus ojos azules brillaron, los dos humanos se quedaron quietos—.Olvidaran todo lo que vieron, solo era una rata—les ordenó, tras eso Lance se fue, alejándose de la luz, unos minutos después los dos hombres salieron del trance.

—¿Qué? ¿Qué pasó?

—No sé, pero debió ser una rata.

—Si, debemos dejar el pescado nuevo.

Por su parte el joven vampiro encontró una caja de madera, pese a su horrible aroma no tenía ningún otro lugar donde huir, en especial por la luz del sol, encerrándose en ella a esperar que oscureciera.

Mientras tanto, en un parque cercano un perro salió huyendo de la correa de su amo.

—¡Princesa! ¡Princesa!

La perrita se metió en unos arbustos y comenzó a olfatear algo, cuando su amo llegó tomó a su mascota.

—No hagas eso, hermosa, puedes perderte—le dijo con una vocecita, pero fue cuando noto algo en los arbustos, era un pie, se asomó un poco para ver mejor y era un chico pelirrojo—.Oh no, es un chico ¡Oye, oye! ¿Estas bien?—intento llamarlo puesto que parecía desmayado—.Podría estar herido, creo que debería llamar a emergencias—decía el hombre asustado.

—¡AAAAAHHH!—despertó de golpe el pelirrojo.

—¡AAAAAHHH!—grito asustado el hombre que lo encontró, abrazando su perrita.

El chico lo miró y lo señaló.

—¿Quién eres?

—¿Yo?

La perrita comenzó a ladrarle, el pelirrojo la miró a los ojos.

—Calma, Princesa—llamó a su perrita, pero el pelirrojo fijó su mirada en ella, luego emitió un pequeño gruñido, eso hizo que bajara las orejas, saltando de los brazos de su amo para salir huyendo—¡Princesa! ¡Espera!

Dulce azúcar de sangre (Mashle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora