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Arco: 𝙻𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚎𝚜𝚝𝚞𝚟𝚒𝚖𝚘𝚜 𝚍𝚎𝚜𝚝𝚒𝚗𝚊𝚍𝚘𝚜 𝚊 𝚜𝚎𝚛

Haruko se culpó, siempre lo hacía por todo. Se culpaba de las muertes de sus padres, de la actitud de su hermana, y recientemente de la destrucción de Konoha.

Le hace falta un brazo, eso es cierto, pero él cree firmemente que hubiera podido hacer algo. No escucha cuando Yumei y los dos sannin le dicen que los dos primeros hokages son demasiado poderosos, que nada se podría hacer.

Pero él no escucha.

No escucha las súplicas de kurotsuchi, ni la voz racional en su cabeza que le dice que no podrá hacer nada.

El se alista, los kunai de su padre están guardados en su bolso, aún no ha aprendido a usar el hiraishin, pero de todos modos los lleva, son el legado de su padre y morirá con ellos.

Escribe una carta, o más bien un testamento. No tiene nada que dejar, más que palabras vacías. Ofrece una pequeña disculpa a su hijo que todavía se encuentra en gestación. No sabe si sus palabras tendrán el efecto deseado de hacerle entender a su futuro hijo que porque tomó esa decisión, una parte dentro de él susurro que solo escribe la nota por la culpa y no por el amor que siente hacia su hijo no nacido.

Su atuendo Jounin está impecable, y una manga suelta se balancea ante la falta de su brazo.

"¿Realmente piensas hacer esto?", la voz de su hermana llega a sus oídos, sus palabras suenen resignadas. La mira y ella parece más cansada de lo habitual, bolsas debajo de sus ojos, y su piel pierde ese tono saludable. "Tu más que nadie sabe que es un suicidio".

"Es mi deber".

"No, no lo es", Akira dice con un temblor en su voz. Ella avanza hacia el entre de los árboles, no fue difícil encontrar la ubicación de su hermano, todavía está dentro del país del fuego, a quince minutos de Konoha. Su casa es una pequeña cabaña en medio de todos los árboles.

""Si no hago nada nos mataran a todos".

"Te matará a tu primero", ella gruñe con irritación. "Y después vendrá por nosotros, y tú ya no estarás aquí para proteger a tu esposa".

Las palabras son crudas, y hacen que Haruko se estremesca. Pero su decisión ya está tomada, no puede retractarse, y mucho menos en este momento.

Necesita asegurar un futuro para su hijo.

"Yumei estará aquí, protegiendo la aldea", Haruko dice con seguridad. "Ella es la elegida, ¿Recuerdas?".

Akira no puede evitar sonreír ante ese pensamiento.

Ella recuerda los historias que Jiraiya les contaba en las noches de frío. Siente una fuerte emoción en su pecho y se deja llevar por el olor a nostalgia.

Todos tenían su favorito, pero había uno en cuestión que era el que siempre se contaba, y no importaba cuántas veces la habían escuchado ya, y como la primera vez, sus pechos se llenaban de emoción.

Era la historia de un guerrero nacido de la tempestad, criado en la oscuridad, que había cambiado las vidas de todos los que se encontraba en su camino. Equipado con un gran poder, y habilidades jamás vistas, el guerrero se abrió paso entre las personas para ser el salvador del mundo.

Desde niños habían dicho que Yumei era la elegida pues contaba con todas esas cualidades, además de su bondad por salvar a las personas.

"Tengo un plan", Haruko habló. "No creo que funcione del todo, pero aunque fallé, causará un gran problema a Akatsuki".

"Fallará", otra voz interrumpió y los dos hermanos se tensaron listos para la batalla. Bajando de un árbol con elegancia, Kiyomi miró a Haruko con indiferencia. "No importa que plantees hacerte estallar con bombas", ella dice y casi se burla ante la mirada atónita del Namikaze. "Pain tiene control sobre la gravedad, solo le bastará un movimiento de su mano, y tú habrás cruzado todo un país".

𝐌𝐨𝐧𝐬𝐭𝐞𝐫𝐬 𝐝𝐨𝐧'𝐭 𝐜𝐫𝐲  || 𝐔𝐳𝐮𝐦𝐚𝐤𝐢 𝐍𝐚𝐫𝐮𝐭𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora