3. VIDA DE ESPEJO.

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UN CHICO DE CABELLO NEGRO EN EL OTRO LADO DEL MUNDO

Ser el orgullo de mamá y papá. No hay mas alternativa, no fumes, no regreses de madrugada, mejor no salgas con ellos... Bla bla bla.

La perfección de la imagen pública cada día me ahoga más y deteriora un poco mi cordura, mi paciencia y la madurez que tuve que adquirir antes de tener la oportunidad de ser un adolescente inmaduro hijito de mami y papi.

-¿Y si nos vamos? - pregunta Carla mientras saca su cigarrillo electrónico de la bolsa.

Miro a la chica que descansa con la blusa abierta, la falda enrollada en la cintura y las bragas en el suelo sentada en el asiento de copiloto de mi coche.

-¿A donde nos vamos? - sonrío

-Solo acelera y sigue al sol. - sus ojos se iluminan y los labios rosados son torturados por sus dientes.

Acelerar y seguir al sol.... Tentador.

-¿Y si el sol se esconde.?

Chasquea la lengua.

-Que mente tan cuadrada. El Sol se esconderá para nosotros para poder guiar a alguien más en otro lado del mundo.

-Vale. Y ¿Qué hacemos mientras?. - la sigo picando para que continúe filosofando.

-Pues nos besamos. - se encoge de hombros mientras afirma convencida.

-De acuerdo.

-¿Qué? -  me mira asustada levantando una ceja al verme tan serio.

-Vámonos. - y sin más piso el acelerador y veo correr hacia mi el paisaje a los lados de la autopista vacía.

Carla grita de alegría, y sin importarle llevar sus tetas al descubierto saca el torso por la ventana y manda a la mierda todo lo que nos ata.

La libertad de esos momentos absurdos que le robabamos a la vida era lo único que nos mantenía con cordura. Ese día por primera vez encendí un cigarro, aspiré el humo de la rebeldía y me encontré a mi mismo en un atardecer que me pareció eterno.

Claro que volvimos a la vida real, pero con el recuerdo clandestino bailando en nuestro deber. Carla y yo no éramos para siempre, ni siquiera éramos de momento al menos físicamente. Fuimos almas efímeras que se enseñaron el mundo desde perspectivas diferentes. Ella me enseñó que si podía soñar locuras y yo entendí que se podían cometer. Ese día comprendimos que no éramos solo el espejo en el que quería reflejarse el mundo pero si en el que se reflejaba realmente. Ese día buscábamos nuestra esencia y la encontramos.

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