Plan de Escape

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Durante los siguientes días yo seré como un espía, compraría identificaciones falsas y unos pases para barcos de poca monta ilegales que viajen al único lugar seguro en este momento, América.

Obviamente un viaje así es igual de peligroso que quedarnos aquí pero no tenemos otra salida, por suerte el dinero era bastante y las ganas de vivir aun más.

Los siguientes días Otto Frank y su mujer pasaron a ser los Señores Weiman, los Van Pels son ahora Von Schummer, y yo seré Julius Guderian, algo raro pues un general alemán tiene el mismo nombre pero fue el más bonito que se me ocurrió.

Preparándonos para el viaje, a las 6 de la mañana del día 8 de febrero, nos dirigimos por el camino más recto y deshabitado que encontramos.

Al llegar al puerto justo los alemanes cambiaban la guardia y pasamos desapercibidos.
Había una intensa niebla ese día, el olor a gasolina y pescado perfumaban el aire.
Todos teníamos una respiración agitada, llevar cada uno su maleta y caminar a alta velocidad era agotador, más aun si pasaste los últimos 2 años encerrado.

Al llegar al barco menos lindo del puerto, 2 guardias nos pidieron los pasaje y tras una verificación nos dejaron subir.

Hasta que el barco no abandone el puerto, no estaríamos seguros, los segundos se hacían minutos y los minutos se hacían horas, todos estábamos sentados sin hacer nada, sólo ver el suelo y rezarle al Señor para que obre un milagro. 

Todo parecía marchar bien hasta que algo sucedió.

Rescatando a Ana FrankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora