Ego

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Tan frágil como un cristal que al caer al suelo se hace añicos, si no chocas con él se mantiene firme y macizo, pero si lo tocas se deshace en mil pedazos.

A la vez un arma de doble filo, si no tienes cuidado, la cortada puede ser para ti mismo.

Frágil como una flor que se marchita al ser arrancada de su tallo, que tiembla a la mínima caricia, pero a la vez hermosa mientras se mantenga en su jardín sin ser tocada.

Algo que mantengo alto, tan alto como el monte Everest, y a la vez tan frío como su pico, pero frágil como la nieve que se deshace en mis manos.

Celosa de él, lo cuido como si de un niño pequeño se tratara, rogando porque no empiece a gritar en medio de la noche, porque le dio miedo una sombra o porque tiene hambre y no hay comida.

Lo cuido porque con un solo roce puedo ir de vuelta al laberinto otra temporada más. Algunos temen a tocar fondo, y yo. Yo le tengo miedo a perderme en sus pasadizos.

El laberinto de mi serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora