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El salón de reuniones en N Seoul Tower solo exudaba magnificencia como si el encuentro que se iba a producir fuera cualquier asunto comercial del rubro de las inversiones y no lo que realmente intentaban ocultar.

Las puntas de la mafia en Japón, Italia y Corea del Sur se habían citado para comparecer en un intercambio que supuestamente debía mantenerse bajo los tonos de "lo amistoso."

Park Jimin era uno de los tantos guardias destinados a mantener la seguridad y el orden en aquel sitio, pero realmente no creía que pudiera hacer mucho cuando su cuerpo temblaba y zumbaba a causa de la pequeña invitada revestida en un baño de acero que le arañaba la espalda.

"Diez disparos, pues serían diez oportunidades para llegar a nuestro jefe."

Aun repetía las palabras de Ming Hao minutos atrás cuando el coche se detuviera en el aparcamiento de la torre y fueran conducidos por otro grupo de personas en negro hasta el elevador acristalado donde se reunirían con Min.

Por ahora, Jimin solamente esperaba por la aparición del hombre que prácticamente le había arrancado de su rutina a dos caras y en menos de veinticuatro horas expuesto a la realidad que él seguiría siendo un iluso en un mundo que no comprendía.

—Listo, el jefe acaba de llegar al helipuerto de NTS. Toma el elevador interno para acceder a la plataforma y recuerda, no confíes ni en tu propia sombra cuando estés allí dentro.

Ahora era Joshua susurrándole en el auricular que Jimin celosamente ocultaba detrás de la mata de cabello gris platino. Intentando evadir el escalofrío que le recorría la espalda como una molesta sierpe, Jimin se las arregló para contestar con un asentimiento mientras abandonaba la sala de espera aledaña al salón de reuniones donde inicialmente había sido recibido por el personal del mirador.

El ruido ensordecedor del helicóptero y el viento azotándole los cabellos le abrazaron en la plataforma, solo para corroborar que únicamente Min y el chico que había identificado como Jung Hoseok descendían con elegancia del monstruoso vehículo.

Una mirada profunda que logró congelarle aun más el alma fue lo que recibió de parte de Min antes de llegar a escasos centímetros de su presencia.

—Por lo visto los chicos te instruyeron bien. Hoseok nos acompañará en el intercambio pero tú debes estar a mi lado. Supongo que si estabas al servicio de Lee Taemin podrás con esto... ¿Me equivoco?

Jimin tragó duro sin dejar de sostenerle la mirada a Yoongi. Evidentemente estaba con la soga al cuello, pues no era lo mismo cobrar algunas deudas con golpes como cuando Taemin le cambiaba el ring por los "recados" a manejar el peso de un arma entre sus dedos y la remota posibilidad de cargarse la vida de alguien solo por ser el nuevo sabueso del Rey Oscuro.

Aun así, no tenía intenciones de flaquear y mucho menos hacerle saber que la única pistola que había sostenido en sus manos era de juguete cuando no pasaba los cinco años y las guerras en los días lluviosos con Taehyung parecían ser la prioridad.

—No se preocupe por eso señor...

Yoongi asintió antes de dirigir la marcha. Jimin a su derecha, Hoseok a su izquierda examinó el ambiente tenso entre aquellos dos. El alfa de aroma a coñac y tierra mojada se aclaró la garganta.

—Por cierto, esta sería como una pequeña prueba para ti Jiminnie... disculpa que me tome la confianza de tutearte. No soporto cuando me toca ser la segunda mano en estas reuniones.

—Ya te estabas tardando Jung, pero no tienes que convertirte en su mejor amigo. Deja eso cuando quieras patearle el culo en el ring del Anexo. A partir de aquí, no estamos solos...

•Alma de Alfa•ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora