Capítulo cuatro
Una noche de juegos y compañía
Terminamos de cenar y Mía ya estaba ebria. Me di cuenta, por qué no le importaba que Ana y Máximo estuvieran con nosotros mientras nos besaba. Se ponía mimosa conmigo y después con Jere. Si íbamos a casa de sus padres tendríamos que evitar que bebiera, de eso estaba seguro.
—¿Por qué no me besas? —me preguntó como si fuera una niña, con una voz bastante infantil, pero que no dejaba de calentarme.
—Amor, ¿quieres que lo haga delante de todos? —le pregunté al oído.
—A Ana y a Laura las besabas y no les preguntabas —me indicó como si se hubiera ofendido.
—Vida, ¿qué te parece si volvemos al hotel? Ahí te daremos todos los besos que quieras —le pidió Jere y ella se negó.
—Mía, los chicos tienen razón —argumentó Máximo tratando de ayudarnos, pero Ana se interpuso.
—¿Te gustaría que jugáramos? —le preguntó a mi novia y me quedé sorprendido.
—No es justo que me dejen siempre fuera —reclamó Mía y Ana sonrió.
—Sabes que no era tu estilo en ese momento. De todas maneras, deberíamos esperar a otro día. Después de que converses con Jere y Cris —le explicó Ana, para tratar de convencerla y mi hermano me miró.
¿A caso ellas habían hablado de algo que nosotros no sabíamos?
—¿Podemos quedarnos a dormir? —le pregunté a Ana y ella asintió. Después de eso me giré hacia donde estaba Mía y continué—. Amor, ¿quieres que Jere y yo te acompañemos a la cama?
—Sí —dijo cómo una niña mimada y Jere la levantó para llevarla con nosotros.
—Usen el cuarto de abajo, no podrá subir las escaleras en ese estado —nos aclaró Ana, pero Mía tomó su mano.
—Tú también ven —le ordenó Mía y después miró a Máximo—. Tú ven, pero solo mira, no quiero estar con los maridos de mis amigas.
Las palabras de Mía hicieron que Máximo no pudiera evitar reírse.
—Vida, mañana te molestarás con nosotros por esto —le aseguró Jere, mientras la llevaba.
Yo solo miraba, él tenía razón, Mía era completamente distinta cuando estaba ebria, supuse que era lo que necesitaba para dejar sus prejuicios de lado. El problema era que al otro día todos ellos regresaban a su mente, y muchas veces éramos nosotros los que debíamos recordarle lo que hizo.
—¿Cómo quieres que hagamos? —le preguntó Ana segura de que mi novia no cambiaría de opinión.
—Bésame —exigió Mía sentada sobre la cama. Jere, Máximo y yo nos quedamos de pie viendo a nuestros amores besarse y tocarse.
Ana había sido siempre una chica dispuesta a explorar, aunque con mucha vergüenza, sin embargo, Mía era reacia y temía cada vez que le proponíamos hacer algo distinto. Aunque con Jere parecía dejarse llevar más, era como si él tuviera el control sobre ella, y a su vez ella sobre mí. Ya que yo no podía evitar complacerla en lo que fuera que me pidiera.
Ana besó a Mía como ella se lo pidió y después de un rato ambas comenzaron a desnudarse. Hacía mucho que no veía a mi amiga desnuda y aunque me gustaba, me molestaba un poco que Máximo viera a Mía del mismo modo.
¿Podía ser que la compartiera con Jere, pero me pusiera celoso de Máximo?
Miré en dirección a mi hermano, quien suspiró, parecía que estaba pensando lo mismo que yo.
—¿Quieres que te dé besos calientes? —le preguntó Ana a Mía.
—¿Cómo son? —preguntó mi hermosa novia y nuestra amiga metió uno de sus pequeños dedos dentro de la vagin* de mi amada mujercita.
—Pasaré mi lengua por aquí —le respondió Ana a Mía.
—Quiero que Cris me haga eso —indicó Mía y me acerqué a ella. No había duda de que le encantaba cuando yo le hacía sex* oral. Como si no le importa que los demás nos vieran.
—Aquí estoy —le dije y ella abrió las piernas para dejarme lugar. Ana siguió besándola hasta que Jere se acercó y ella y su esposo se fueron para dejarnos a solas.
—¿Te gustó jugar con Ana? —le preguntó Jere.
—Me gusta más estar con ustedes —respondió Mía y ambos sonreímos.
—Iré abajo, le dije a mi hermano con la mirada. Era más fácil para él disfrutar de ella si yo era el que estaba en esa posición.
Después de desnudarme y recostarme, ella subió sobre mí. La besé en el cuello porque aun sus labios estaban lastimados. Luego tomé uno de sus pech*s y le pasé la lengua una y otra vez hasta que el pez*n se pusiera duro. Pude sentir cuando mi hermano entró en ella y bajé el ritmo para que Mía no llegara tan rápido o lo que él le hacía le causaría dolor.
La conexión que había entre los tres, era distinta a todo lo que conocí antes de ella. La forma en la que me miraba cuando la hacíamos disfrutar, y ella a nosotros. Cómo conectábamos nuestras mentes y nuestros cuerpos era casi astral. Me sentía como si me hubiera drogado cada vez que se lo hacía, y cuando Jere estaba, aunque no pudiera admitirlo, me gustaba mucho. Era compartir una parte más de nuestras vidas.
Después de que terminamos ella insistió en volver a hacerlo, así que mientras Jere se iba a bañar volví a hacerla mía. Y después, cuando él regresó, salí del cuarto para darles algo de espacio. Fui hasta la cocina y después de tomar algo de agua me senté un rato.
—¿Aún siguen? —preguntó Máximo quién venía de la planta alta de la casa.
—¿Hacemos mucho ruido? —pregunté, mientras él se sentaba a mi lado.
—No, el normal. ¿Ya no te molesta que esté a solas con él? —preguntó Máximo y sonreí.
—¿A ti no te molestaría que Ana amara a otro hombre y que tuviera relaciones con él mientras tú estás bebiendo agua en la cocina? —le pregunté y tocó mi hombro.
Máximo adoraba a mi amiga, la amaba y habían pasado por muchos momentos difíciles en su relación. Sin embargo, habían logrado salir adelante.
—Lo siento, te veo tan tranquilo que me cuesta creer que vivas esto a diario. No sé si yo podría soportarlo. Por otro lado, hoy mencionó a los hijos de Laura, tal vez deberían decirle cómo son las cosas —insinuó mi amigo.
—Ya está celosa de saber que todos estuvimos con Ana y Laura. Si le decimos sobre eso, es probable que la haga sentirse insegura.
—No saberlo, ya se lo hace —me recordó Máximo—. De todas maneras, es tu decisión. Yo elegí no saber, pero creo que ella preferiría que se lo digan. Uno nunca sabe lo que puede pasar si no se cuidan.
Autora: Osaku
ESTÁS LEYENDO
Juegos peligrosos - Ella es nuestra
RomantizmJuegos peligrosos sobran. En esta entrega exploraremos la parte de mi novela llamada "Ella es Mía"; denominada "Ella es nuestra" ¿Que pasa cuando dos hombres se enamoran de la misma mujer? En este caso Jeremias y Cristobal aceptaron tener una rel...