• Presa de la Mafia •

58 5 2
                                    


"...no serás capaz de escapar mis garras y fauces, conejita. Ahora me perteneces."



~•~•~•~•~




   Era la medianoche del viernes, y el bar en el cual trabajaba estaba pronto a rebalsar de gente. Especialmente de miembros de una mafia peligrosa la cual controla muchos aspectos importantes de varios países.

   Pero su presencia era parte de mi rutina diaria. Aunque quizás esta vez no me sienta tan calmada como otras veces.

   Escuché de parte de otra de las trabajadoras de este bar que el líder que pocos conocían de aquella mafia peligrosa, estaba presente hoy. Era más seguro que fuera un rumor que alguien quiso inventar para tener un poco de atención, pero yo sabía que era cierto.

   Era bien conocido en este bar, y no solo aquí, más bien en todas las ciudades de este país, que el hombre que controlaba esta gran mafia, era un hombre increíblemente poderoso, pero al mismo tiempo, desquiciado e inestable.

   Bastante famosas eran todos los relatos de personas que presenciaban los ajustes de cuentas, o simplemente los asesinatos a traidores, ladrones o personas que se metieron donde no debían a manos de esta mafia. Y dicen que era el mismísimo líder el cual ejecutaba estos asesinatos. 

   Contaban que era un hombre muy cruel pero creativo para torturar gente. Sus métodos de tortura que había oído de diversas personas en la calle o en el bar, me hacían sentir escalofríos por todo mi cuerpo. Sin decir que me daban ganas de vomitar.

   Lo que más me aterraba, era que había oído a hablar a un grupo de hombres que escapan de esta misma mafia, que el misterioso líder le encantaba torturar. Era un hombre loco por la sangre y el desmembramiento de extremidades. Le gustaba coleccionar las lenguas de todas aquellas personas que se atrevían a insultarlo o delatarlo.

   Aunque a veces daba la impresión que todos esos dichos sobre aquella persona eran más inventados que ciertos, yo estpy segura de que son verdad.

   Y el mero hecho de creer eso me hace estar aún más aterrorizada mientras trabajo en el bar.

   En tanto yo limpiaba unos vasos y pensaba en mi situación actual, vi la silueta de un hombre acercárse a mi. Lo observé de reojo: Era Marcus, un conocido mío del bar que me ayuda con probablemente la decisión más difícil –y no sé si la peor– que he tomado en mi vida.

—Sí—. Murmuró bajo, para que sea oído solo por mí mientras se posicionaba al lado mío para también secar unos vasos—. Está aquí.

   Sus últimas palabras me dejaron congelada. Sentí mi corazón detenerse por un momento para luego acelerarse. Sentía que me faltaba el aire, pero logré asentir para darle mi respuesta

—Relájate—. Me dijo al notar mi reacción. Su voz me hizo recapacitar—. Ya has llegado muy lejos, y me dijiste que lo necesitas. No puedes bajarte ahora.

   Era cierto. No podía escapar, o eso me podría generar problemas. Suspiré y le agradecí silenciosamente, de todos modos, Marcus no era un hombre muy suave o gentil, era duramente honesto, asi que luego me dió la espalda y se fue a hacer unos cuantos tragos para clientes.

   Mis manos temblaban levemente. Exhalé e inhalé profundo. No podía alterarme, eso podría hacer mi plan desesperado peor.

   Debía lograrlo, debía hacerlo. No podía permitir que la persona que más amaba en el mundo fuera abandonada y desechada a morir.

Relatos RománticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora