•Supermercado•

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"...Quiero verte siempre...No unos cinco minutos cada tres semanas..."



~•~•~•~•~


   Mi mamá y yo nos encontrábamos caminando hacia un supermercado cercano a nuestra casa. La verdad era que yo no quería ir, pero cuando se trata del poder de una madre sobre sus hijos, hay que ir de todas formas. El camino era realmente corto por lo que llegamos realmente rápido.

—___,—La voz de mi mamá capturó mi atención.—Ve por el pan, las galletas y las leches, por favor.

   Solté un largo suspiro de fastidio, me mantuve callada y recorrí con la mirada el lugar recordando el lugar donde se encontraban los objetos que mi mamá quería que buscara. Cuando analicé el lugar por completo, partí a buscar lo que se encontraba más cerca de mí en aquel momento, que era el pan. Luego seguí con las galletas, hasta que finalmente me topé con el pasillo de las leches. Observé los estantes para después localizar la marca de leches que mi mamá solía siempre comprar. Volví a soltar un largo suspiro de fastidio. ¡Las cajas de leche que necesitaba para volver a mi casa y tirarme en la cama se encontraban bastante alto en los estantes! ¡Y que coincidencia que yo sea realmente pequeña!

   En estos momentos agradezco mucho a mis padres por ser pequeños y haberme transmitido tal característica a mí. Intenté pararme de puntillas, pero no sirvió. 

—Odio ser pequeña...—Murmuré.

   Dejé de intentar obtener las leches, solo iría donde mi mamá y simplemente le diré que no pude alcanzar las malditas cajas. Planeaba irme pero una voz masculina pero dulce se hizo presente en mi trágica escena.

—¿Necesitas ayuda?

   Me voltee a ver un chico alto, de cabellos cafés y unos hermosos ojos color miel me observaban atentamente. Rápidamente me puse nerviosa. No todos los días aparecía un chico de aquel físico en un supermercado para ofrecerte ayuda porque no puedes alcanzar unas simples cajas de leche. Me sonrió haciéndome ver su perfecta y blanca dentadura. 

—E-Eh...¡Si! ¿Podrías sacar unas cuantas cajas de aquella leche?—Pregunté mostrando lo mejor de mí y apuntando hacia las cajas que necesitaba. Hay que aprovechar las oportunidades.

—Claro.—Dijo sin quitar su sonrisa.

   Se acercó al estante y sin ejercer mucho esfuerzo, estiró su brazo para sacar dos cajas de leche. Todo ese momento me mantuve observando su perfil, siendo discreta de que él no se diera cuenta. Extendió las cajas para que las recibiera y yo gustosa las recibí.

—¿Podrías sacar dos más plis?—Pregunté nuevamente a lo que él se mantuvo mostrando su bella sonrisa.

—Claro que sí, señorita.

   Sacó dos cajas más y me las entregó. Luego de eso, nos mantuvimos observándonos entre nosotros.

—Muchas gracias...—Agradecí esperando que me dijera su nombre, que hizo rápidamente.

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