Capítulo 24

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No estoy del todo segura si se habrá dado cuenta que quería besarlo o no, pero sus movimientos empezaron a dejarme desconcertada.

Evan dejó caer sus manos, que estaban encima de las mías, e inclinó su cabeza hacia a mí, acercándose para luego propinarme un beso en la frente. El tacto de sus labios se sintieron completamente helados. Me sorprendió tanto que, mis ojos automáticamente se abrieron más grandes de lo que ya eran. La rapidez con la que lo había hecho, fue la misma con la que se volteó para dirigirse hacia dentro del hospital dejándome desconcertada y en medio de la nada.

Como notó que no lo estaba siguiendo, giró a verme.

—¿Por qué la cara de sorprendida? —me dijo—. Ven. Entremos.

Entré en razón por fin, aún sorprendida, y lo seguí a pasos apresurados hasta estar a la par de él.

—Espera —le dije—. Caminas muy rápido.

—Tus piernas son muy cortas —me dijo.

Luego de haber entrado y recostarnos para poder conciliar el sueño. Mis ojos estaban puestos en el techo. Estaba pensando en muchas cosas como en... que mañana me darían el alta, como en... que Evan estaba aquí, junto a mí durmiendo. Giré mi cabeza para mirarlo. Se lo notaba profundamente dormido.

El día en que se marchara me costará despedirlo. Otra vez lloraría.

Mis ojos comenzaron a cerrarse lentamente.

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Los abrí de golpe al escuchar la voz de Eleanor decir mi nombre. Cuando ella entró, comenzó a bajar la voz. Fue en vano porque ya me había despertado. Lentamente me fui incorporando en la camilla hasta quedarme sentada.

—Lo siento —me dijo—. Creí que estabas despierta.

—Sí claro —le dije frotándome los ojos. Me levanté muy dormida mientras caminaba hacia el baño.

Cuando salí, la enfermera me esperaba para una revisión, a su vez de que me sentaba en la camilla nuevamente.

—Tu mamá te está esperando en casa con Amy. Dijo que era mejor prepararte algo muy rico mientras nosotros veníamos por ti —dijo ella con una sonrisa—. Así que comerás rico.

—Comeremos —corregí—. ¿Y Evan?

—Seguramente fue a comprarte el desayuno —me dijo ella. Sonreí a la enfermera y le agradecí por todo. Me dijo que antes de que me fuera, pasara a firmar unos papeles. Tomé mis prendas de ropas para cambiarme rápidamente—. Hola Evan.

Giré con expresión asustada mientras bajaba la sudadera bruscamente, aún sabiendo que debajo tenía una camiseta. 

Eleanor comenzó a reír a carcajadas. No había absolutamente nadie.

Tomé la almohada para arrojársela en la cara. Ella lo tomó en el aire aún riendo.

—No es para nada gracioso —le dije—. Me moriría de vergüenza.

—Tú siempre te mueres de vergüenza con él —me dijo ella, trayendo la almohada hacia la camilla—. Anoche. ¿Qué pasó?

La miré sorprendida—. ¿Cómo sabes que pasó algo?

Ella abrió la boca desconcertada—. ¡¿Pasó algo?! 

Me acerqué rápido para taparle la boca—. Baja la voz. ¿Y si te escucha?

—No importa —dijo ella—. Sería genial que escuche.

Ladeé mi cabeza mirándola mal—. Claro que no —dije. Me senté en la camilla dejando mis piernas flotando. Eleanor se sentó en la silla para prestarme la mejor atención de este mundo.

A Través De Mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora