Extra: Recuerdos Evan 8.0: Ese 1%

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Presioné «borrar» repetidas veces. Tal vez porque sabía que cuando comenzaba algo contigo, sería para siempre. No había vuelta atrás. ¿Cómo puedo asegurarte eso? ¿Cómo puedo realmente pensar que yo podría estar estar bien estando contigo sin tener miedo de romperme en cualquier momento? No puedo. Por eso no confío en mí. Porque tú, más allá de que esto te sea imposible, siempre has sido más valiente que yo. Estaba seguro de que sí tenías la oportunidad de arriesgarlo todo, no lo hubieses dudado. Estaba seguro de que sí tenías alguna posibilidad, así sea el 1% de cien; entonces ese uno por ciento ya era suficiente para ti. Sin embargo, esa cifra de un dígito sólo hacía que me volviera aún más infeliz. Porque esa cifra, de un maldito número, me decía que yo lo arruinaría. No porque no te amase sino porque no podría conmigo mismo.

Suspiré, me levanté del ordenador, y caminé por la habitación pensando en por qué no podía conciliar el sueño. Hace años no era fácil dormir. La luz de la pantalla de mi monitor, había quedado encendida. Estaba en blanco. Había borrado unas 21 veces lo que quería realmente decirle a Jenna. Tenía el descaro de comenzar una conversación de repente como si nada hubiese pasado, pero, pensándolo bien, ¿eso la haría feliz? ¿La podría contenta leer mi mensaje luego de un año de habernos dejado de hablar? Ella estaba empezando una etapa nueva en su vida, ¿por qué debería estar yo involucrado? Tenía muchas cosas que resolver aún dentro mío. Cosas que quizás nunca se resolverían.

Pensé... tal vez le estoy haciendo un favor tomando distancia. Pero luego de pensar así, la sensación amarga en mi pecho, volvía a aparecer. Esa sensación horrible que sólo aparecía cuando no podía resolver algo. La ansiedad que me causaba dejar las cosas inconclusas. Cómo cuando se me presentaba un problema de matemáticas, por más largo que sea, debía tratar de resolverlo y llegar al final. Si fallaba, entonces volvía a comenzar hasta que el resultado diera exacto. Sabía que, en algún momento, llegaría. Pero me desesperaba el proceso.

—Carajo —mascullé mirando la hora.

Eran las 03:37 de la madrugada. Y yo pensando en ella.

De repente, Maggie, se subió por el escritorio presionando las teclas del ordenador provocando que cualquier palabra inexistente apareciera en la pantalla. Viéndolo de esa manera, era lo más cercano que quería escribirle en el email a Jenna.

—Supongo que tú me entiendes —le dije a mi adorable gato, lo que su respuesta fue simplemente lamerse la patita. Respiré hondo.

No era sólo hoy. Eran todos los días. Llegué a la conclusión que no podía seguir así. Así que simplemente sobreviví. Luego de ver, semanas después de ese intento de enviarle un email, que Jenna, en sus redes, se veía bien. Una leve y efímera sonrisa apareció en mi rostro. Estaba tranquilo, o bueno, mejor dicho, una parte de mí se encontraba en paz de verla bien. Aunque... otra vez quería ignorar el sentimiento que, de repente, aparecía. Lo ignoraba. Realmente lo ignoraba. Lo ignoraría hasta que desaparezca del todo.

Mis ojos se detuvieron en una roca con muchos agujeros en él. Mientras leía junto a ella hace cuántos años la habían descubierto y de qué estaba compuesta, en el reflejo del vidrio del mostrador pude notar con mucha nitidez a una joven con cabello castaño abrazada a otra persona. Una cámara estaba apuntándola. Cuando quise voltear...

—Evan, por aquí —giré a mirar hacia el lado contrario.

Noah me tomó por los hombros para llevarme a otro sector del museo en Florida. Estaba en Florida. Tenía muy en claro en qué tierra estaba pisando. Pero no lo quería pensar con exactitud. Cuando seguí a mi amigo por un pasillo no fue sin antes voltear y mirar rápidamente a una chica, de estatura baja, y con melena larga. Fruncí el ceño confundido.

—¿Qué miras? —me preguntó Noah.

—¿Eh? —dije—. Nada.

Noah me quedó mirando con suspicacia. Cuando volví a buscar a esa persona que acababa de ver, ya era tarde. La había perdido entre tantas personas.

Sin embargo, mi pecho quedó oprimido. Mierda. Odiaba esa sensación. Esa sensación de vacío. Esa sensación de saber que no pude ver con claridad si realmente era ella. Dentro mío, muy en el fondo, deseaba verla.

Aunque tratara de ignorar este sentimiento, era imposible. Porque volvía. Volvía cada vez que la recordaba.

El maldito sentimiento de extrañarla.

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- La canción </3.

A Través De Mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora