Como todos los últimos septiembres, me encuentro sentado en un tren mirando paisajes por la ventana. En 10 minutos vamos a estar llegando a la ciudad de Córdoba, donde me voy a tomar un bondi que me lleve a Embalse lo cual tristemente ya no me llena tanto de emoción como solía hacerlo. Las que alguna vez fueron de mis vacaciones favoritas, ahora se habían convertido en una experiencia estresante.
Embalse en primavera es de lo más lindo que hay. Los días ya son más cálidos pero las noches son frescas todavía. La vegetación empieza a florecer, pintando una imagen de miles de colores y no hay nada mejor que pasarse las tardes y mañanas disfrutando junto al río. Antes de cumplir mis 16, volver a mi hogar y aprovechar de una semana y media con mi familia era un planazo, pero lamentablemente hace ya dos años que se han tornado en algo muy diferente. Lo que antes significaban unas simples vacaciones, ahora pasó a ser una semana de encierro y miseria.
Realmente no tengo ganas de pasar otro celo solo. No es que quiera pasarlo con alguien, de hecho todavía me da un poco miedo pensar en hacer algo así, pero sé que sería mucho más llevadero si lo hiciera. El año pasado, tras otra semana de calor, dolor y soledad, consideré seriamente en contarle a Lolo y así pasarlo juntos la próxima vez. Obviamente no me animé. No nos atrevemos a estar oficialmente de novios ¿Cómo le voy a contar algo así? No es que piense que no se lo vaya a tomar mal. Pero ésto es algo demasiado serio para mí y tengo mucho que perder así que decidí esperar un poco más a ver si se lo cuento.
Así que acá estoy otra vez, yendo a enfrentar otro celo más, solo.
Al igual que el año pasado, mis papás decidieron dejarme la casa para mí y así darme más privacidad, por lo que se van a llevar a mis hermanos más chicos a pasar esa semana con mis abuelos. No puedo estar más agradecido, pero si todo sigue bien con el fútbol, creo que el año que viene me voy a conseguir mi casa propia en Embalse así no los jodo más. Este año no es problema, pero el año que viene presenta uno de mis hermanos y no los puedo seguir hechando.
Los minutos pasan rápido y antes de que me de cuenta, el tren frena y ya estamos en Córdoba.
No tardo en juntar todas mis pertenencias y salgo del vagón. El día está lindo y pienso que después de comprar el boleto de micro quizá me puedo quedar afuera a disfrutar un poco del sol. Me dirijo a la ventanilla de compra de boletos y noto que hay bastante fila así que me voy al final de la cola y saco el celular para avisarle a mamá que ya había llegado a la capital. Ni bien termino de mandar el mensaje, no llego a guardar el celu, cuando escucho que alguien grita mi nombre.
— ¿Moli?
Me doy vuelta y veo nada más ni nada menos que a Cristian Romero parado a tan solo unos cuantos metros de mí con un cara de sorpresa.
– ¡Cuti! – Le sonrío mientras este se acerca. – ¿Qué hacés acá?
– ¿Vos, qué hacés acá? – Me contesta después de darme un corto abrazo.
– Y, acabo de llegar de Buenos Aires, ahora me voy para mi casa.
– Ah, claro, que boludo. – Dice y nos reímos.
– Y vos ¿qué hacés acá? – Le vuelvo a preguntar.
– Vivo acá. – Dice mirándome como si fuera medio idiota.
– Sí, ya sé, por eso no entiendo que hacés en la estación de trenes. – Le aclaró golpeándole suavemente el brazo.
– Perdón, soy medio lento a la mañana. – Dice refregándose la cara con las manos, riéndose un poco.
– Ya lo había notado en otras ocasiones. – Bromeo pensando en aquel primer encuentro que habíamos tenido hace unos meses en la charla de introducción del pre-seleccionado.
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IRRESISTIBLE (CutiNahu)
Hayran KurguEl día en que presentó como omega, Nahuel sintió que su mundo se caía abajo y que todos sus sueños se volvían imposibles. La vida en general siempre es más complicada para los omegas especialmente en el mundo del fútbol. Sin embargo, Nahuel rehusán...