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Ambas tomaron el tren regreso a casa, se sentó una junto la otra, y reían mientras disfrutaban del camino de vuelta.

—Gracias por regalarme la mejor noche de mi vida—dijo Emma con una sonrisa

—¿Bromeas? Tú me regalaste la mejor noche de toda mi vida, tú eres lo mejor de todo, Por esto me siento la chica más afortunada de tenerte a mi lado. —sonrió y tomó su cuello para acercarlo a ella y unirse en un dulce y tierno beso. Cuando llegaron decidieron caminar en el muelle donde fue su primer beso.

—¿Estás lista?

—¿Para qué?—

—Hay que ir a nadar. —

—Samantha la miró y respondió.—No, dejé de nadar y lo sabes.

—Sí, sí nadas, sólo que no lo has hecho en un buen rato y yo nunca he nadado en estás aguas así que ¿vas a llevarme?

—No.

—¡Vamos!

—No, hablo en serio, no voy a nadar —dijo sería.

—Pero tú me obligaste a cantar y yo no quería.

—Eso fue muy diferente

—¡No, no lo es!

—Haber ¿tienes una idea de lo helada que está el agua ahora?

—Samy... Podemos haber venido hasta acá, a la playa con este hermoso cielo estrellado y no nadar, o podemos meternos al agua y seguir pasando la mejor noche de nuestras vidas.

—No traigo traje de baño.

—Yo tampoco... —sonrió acercándose a la orilla del mar. Cuando llegó a la orilla se quitó la camisa que tenía puesta, sólo tenía su brasier a la vista; volteó a ver a Sam quien venía detrás de ella.
—¿Vienes? -preguntó quitándose su pantalón dejando ver sólo su ropa interior. Samantha al verla quedó sorprendida, y comenzó a imitar su acción hasta quedar en ropa interior. Ambas se metieron al agua completamente fría.

—!Por dios está helada! —exclamó Emma sintiendo cómo la temperatura de ésta invadía todo su cuerpo —¿lo estoy haciendo bien?

—Algo así. —Ambas ríeron.

—Lo ves, no es tan malo, no odias el agua.

—No odio nada cuando estoy contigo. —Ambas juntaron sus labios y unieron sus cuerpos para conseguir calor. Después de un largo rato de nadar ambas salieron del agua, se vistieron e hicieron una pequeña fogata en la arena, se acostaron y consiguieron el calor que tanto querían.

—¿Sigues pensando en la vacante del instituto?—preguntó Emma

—No dejo de pensar en que después de la cirugía dejé de nadar, descubrí que ni siquiera sabía quién era yo, y tampoco los demás, los chicos con los que había ido a la escuela por doce años sólo me veían como "la de la piscina". Ya no tengo que vivir esa vida.

–Oye, no eres "la de la piscina" pero, tampoco eres la que no lo intenta, has todo lo que puedas ahora y luego decide, porque ahora eso es importante —dijo abrazándola más.

—Tienes razón —respondió Sam pensando en sus palabras.

—Bien —habló Emma para después unir sus labios.

—¿Lista para el mejor amanecer del planeta?

Emma se asustó, había perdido la noción del tiempo y no se fijo la hora—¿Amanecer? ¿Samantha, qué hora es?

—Diez para las cinco ¿por qué?— Emma revisó su teléfono y se fijo que tenía 14 Ilamadas perdidas de su padre.

—¡No por favor! ¡No por favor!

—¿Qué pasa? me estás asustando. —La chica tomó sus cosas de inmediato y corrió a casa como si no hubiera final, el sol apenas empezaba a asomarse y tenía el tiempo corto, Samantha la alcanzó con una camioneta que normalmente se quedan en la playa y subió con ella

—¡ACELERA SAMANTHA, RÁPIDO!

—¿¡Qué diablos pasa!?

—¡RÁPIDO! —gritó aún más desesperada. Samantha aceleró lo más rápido que pudo, estaba muy asustada, pero no se comparaba con el pánico de Emma, ella sólo pensaba en las consecuencias graves que tendría si el sol la toca, podría ser la última vez que ella esté aquí. Cuando llegó a su casa bajó corriendo de la camioneta, y abrió su puerta cerrandola de inmediato dejando a la rubia asustada y con los nervios al máximo. Samantha tocaba la puerta con desesperación

—¿Qué sucede? Por favor, estoy muy preocupada.

Emma aún podía oírla detrás de la puerta, pero no había vuelta atrás, el sol la tocó.

Samantha no entendía nada de lo que sucedía y solo tocaba desesperada la puerta— Por favor sólo dime qué pasa… —Jack llegó en una camioneta y bajó corriendo hacia la puerta de su casa.

—¿¡Oye, está adentro!?

—Sí, ¿qué es lo qué está pasando?

—¡Permiso!— El hombre entró desesperado a su casa.

Después de unos segundos llegó Olivia asustada. —¿¡Cómo dejaste que le pasara esto!?

—¿Qué le pasará qué? —preguntó desesperada y confundida.

—¿No te lo dijo?

—i¿Decirme qué?! ¡No tengo idea de lo que está pasando!

—¡Está enferma!

—¿Enferma? ¿Qué tiene?

—Tiene Xp, cualquier exposición al sol podría matarla —se nubló su vista con lágrimas —lo siento —la hizo a un lado y entró a la casa.

(...)

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Midnight sun || Rivers ggDonde viven las historias. Descúbrelo ahora