Capítulo 3: El mismo odio

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El verdadero cambio había comenzado en la mansión de los Sakamaki. Los chicos tenían sus rituales con sus prometidas, pero ellas también a veces querían su tiempo a solas como un "tiempo entre chicas" los fines de semana, así llevandose como muy buenas amigas. Como chicas que se llevan como hermanas, era muy divertido y por supuesto, ahora Lilliana era parte de ellas. Ayato por su parte, seguía haciendo lo que se le daba la gana y nadie excepto las chicas, se liberaba de la arrogancia del chico. El vampiro pelirrojo tenía respeto por ella, especialmente por su nueva hermanastra, pero se comportaba mal cuando Lady Claudia se encontraba cerca, sin importarle que estuviera embarazada. Karl Heinz estaba ausente como siempre por su trabajo y no estaba casi nunca en su hogar con su ahora gran familia, lo cual le daba demasiada gracia a Ayato. Era simplemente estúpido que se hubiera casado y luego haber dejado a su nueva esposa con su hermano y su hijastra en la mansión sin prestarles tanta atención. Claramente, Kanato y Drianna eran mucho mejor pareja casada que Karl Heinz y Claudia, ya solo faltaba ver como eran como padres, lo que para los hermanos Sakamaki era una idea muy interesante.

Pasaron semanas y por fin llegó la primavera, aunque un poco lluviosa pero así la vegetación se alimentó lo suficiente para ponerse verde y hermosa por todo el territorio de la mansión. Era sábado por la tarde y las chicas estaban juntas en la habitación de Lilliana, que era un cuarto rosado, debido a que ellas ya acostumbraban a dormir con sus parejas y juntarse en la habitación de ella era una excelente idea. Astrid estaba haciendole una que otra trenza a Harusame, mientras que las otras hablaban a gusto. Lilly les mostró a sus "hermanas" un medallón redondo de oro que le colgaba del cuello, lo abrió y mostró la fotografía de una mujer muy hermosa de pelo negro y piel blanca, con un vestido similar al color de su cabello. Esa era la fallecida madre biológica de la vampiresa azabache, siendo parecidas exceptuando en el color de labios y el tono blanco, pues la mujer tenía labios rosados y no era pálida como su hija. Las chicas se lo pasaron el medallón entre ellas para ver la imagen y la comparaban con Lilly, seguido de caras de sorpresa y risas. -Wow Lilly, eres la viva imagen de tu madre.- comentó Nina.

-Gracias, nunca la conocí pero me siento halagada.- respondió la joven de labios rojos mientras sonreía con timidez. Carrie usó su telequinésis para darle a su dueña el medallón para no tener que pasarlo de mano en mano otra vez y Lilliana se lo colocó de nuevo en su cuello, donde lo usó desde su infancia.

La diversión se vio interrumpida cuando alguien llamó a la puerta, era Reiji. -Chicas, lamento interrumpirlas, pero deben comenzar a arreglarse para la gala de esta noche.- dijo el vampiro de los anteojos en lo que entraba para ir a llevarse a Harusame, el resto de ellas salieron del cuarto para ir a los suyos a cambiarse, dejando a Lilly sola. Esa noche se iba a dar una gala de festejo por el matrimonio de Karl Heinz y el embarazo de su bella esposa. La vampiresa azabache salió de su habitación estando con ropa casual y de frente se topó con su hermanastro favorito, acompañado de la loba Oda.

-Hola Ayato, su alteza real.- dijo ella, haciendo una reverencia en modo de broma y acarició a la canina.

-Hey, no te burles de "su alteza".- respondió él, tratando de no sonar muy disgustado con ella. -¿Aún no te arreglas?-

-No... La verdad es que no quiero asistir a ese evento.-

-Ya somos dos.-

Después de comentar aquello, ambos comenzaron a hablar mientras caminaban por los pasillos de la mansión. La conversación se había vuelto muy entretenida para los dos y no paraban nunca. Comenzaron a hablar sobre la infancia que tuvieron juntos y de lo mucho que jugaban. -Al menos en esta época del año no podré confundirte con la nieve de nuevo.- dijo Ayato mientras sonreía con algo de gracia tras recordar aquello.

-Ahí le tendrías que echar la culpa a mi madre, Ayato. La tía Cordelia decía lo mismo cada que me veía en invierno.-

Ayato se puso serio cuando Lilly mencionó a Cordelia y le pidió que no la mencionara. La chica quiso preguntarle el porqué, pero prefirió no hacerlo por respeto. Ella solo supo que la horrible y cruel vampiresa había muerto así como las otras dos, pero sin el lujo de saber la causa de muerte. -No te quejes Ayato... Sé que ella te disgustaba pero hay peores. Por ejemplo, Claudia.-

-¿Esa mujer es peor que Cordelia?- preguntó Ayato incredulo mientras acariciaba a Oda.

-Si... Desde que la conocí, no me agradó. La razón por la que dejamos de vernos es porque papá se casó con ella y él murió al poco tiempo. Claudia y Gustav ya no me permitieron venir con ustedes y así fue hasta que Karl Heinz se acostó con ella y después se casó. La tía Cordelia o Beatrix no son nada comparadas con Claudia... Esa mujer nunca se ocupó de mi como debía, solo se dedicaba a cuidar de su belleza frente a un espejo que trajo aqui cuando llegamos. Gracias a eso, la mitad de mi infancia hasta hoy la viví sola.- contó Lilliana con mucho rencor mientras apretaba los puños. Ayato comprendió que Lilly sufrió una mala infancia como él y sus hermanos, parecida a la de Reiji más que nada. Le molestó que por culpa de Claudia, su amiga de la infancia fue separada de él, por lo que sus sentimientos de disgusto hacia su madrastra se transformaron en odio.

-Ahora tenemos algo en común, Lilly: ambos odiamos a Claudia.- comentó Ayato, concordando con la chica, quien asintió a lo que dijo. Lilly suspiró y le sonrió levemente al chico pelirrojo. -Quisiera hablar más contigo, Ayato, pero debo vestirme con un horrible vestido que me dio nuestra madrastra para la dichosa gala. - dijo ella con disgusto y haciendo una mueca, acto seguido, se dio media vuelta y empezó a caminar de regreso a su cuarto.

Ayato miró como ella se alejaba. -Uses lo que uses, de todas formas eres hermosa.- dijo él, sorprendido de sus propias palabras. Lilly volteó y le sonrió, como agradeciendole y siguió su camino. El vampiro pelirrojo empezó a preguntarse porqué demonios dijo eso, pero ya no tenía tiempo para pensar en eso y se dirigió a su cuarto junto a Oda. Ninguno de los dos se dio cuenta de que Claudia pasó por ahí cerca y los escuchó. Al principio, sintió coraje pero prefirió estar tranquila por el hijo que esperaba. Lo que importaba ahora era la gala y nada más.

The Poisoned Heart (Diabolik Fanfics de Romance) Vol.6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora