9

307 37 13
                                    

El primer día de clases había comenzado. Todos los niños se encontraban listos para ingresar a sus salones después de haberlos acomodado por sus respectivos grupos.

Aunque las lágrimas de un pequeño peliblanco no se hicieron esperar cuando observaba como a lo lejos su amigo de cabello negro estaba ingresando a un salón diferente al suyo.

Fue en aquel momento donde cayó en cuenta de que este año sería nuevo y quizás algo turbulento, empezando por qué no se encontraba con su amado amigo Suguru en el mismo salón.

El día transcurrió normal: presentaciones de nuevos compañeros, del maestro que estaría a cargo del grupo, los materiales que se iban a requerir para aquel grado y demás. Pronto sonó la campana del recreo y Satoru no se quedó ni un otro minuto en su salón, ya que salió de inmediato para ver a sus amiguitos.

Unas horas antes de ingresar a la escuela.

— ¿Dónde vamos a vernos?

— En la primer jardinera que veamos al entrar.

— ¡Bien! — respondieron los tres al mismo tiempo y entraron a la escuela después de despedirse de sus madres, aunque la mano de Satoru no soltaba la del pelinegro.

— Satoru — musitó el pequeño que volteó a verlo cuando estuvieron lejos, en un lugar donde lograron formar su burbuja. — No te preocupes, te veré cuando sea el recreo, no vayas a llorar, ¿Puedes hacer eso por mi?

Suguru se había enterado de la tristeza de su amigo por su madre, a la que encontró hablando con la señora Gojo por teléfono. Escucho parte de la conversación a escondidas y claramente no podía evitar preocuparse por su amiguito. Estaba angustiado por él, ni siquiera pensaba en lo que sentiría al alejarse, solo quería asegurarse de que el ojiazul estaría bien.

— Está bien, no lo haré. — musitó con sus ojos cristalizados, un puchero acompañaba el rostro caótico del pequeño albino. Suguru se acercó a él y sin pensarlo mucho, le dió uno de esos besitos a su puchero, que cambió la faceta del albino de inmediato, terminando por abrazarlo con fuerza.

— Te veo en el recreo, ¿Bien?

Tras un asentimiento del albino de mejillas rojas, se alejó para irse a la formación donde lo llamaban. Ninguno de los dos esperaba que la pequeña Shoko ya se encontrara parloteando con una compañera del que sería su nuevo grupo.

Presente.

Ahí se encontraba el albino esperando porque se acercarán sus amigos, pero habían pasado ya algunos minutos y ninguno parecía aproximarse. De repente ya, toda la escuela se encontraba con los alumnos alrededor, entre grupos que se sentaban en el suelo, jardineras o bancas, estaban aquellos que caminaban libremente y compartían sus alimentos entre risas. Y no podían evitarse ver, aquellos niños que corrían entre juegos que hacían.

Satoru comenzó a sentirse ansioso, ni siquiera había sacado su lunch de ese día. Salió de sus pensamientos cuando un par de niños (mucho más grandes que él) se acercaron.

— ¡Oye tú!

— Eres nuevo, ¿Verdad?

El pequeño ojiazul los miraba curioso, quizás esos niños iban en 5to grado o 6to, probablemente ya de salida de la primaria, aquel sería su último año. Eran dos niños junto a una niña, probablemente tendrían 10 u 11 años.

— Vaya, eres lindo, ¿No tienes amigos, porque estás tan solo aquí? — cuestionó uno de los niños, tenía el cabello rubio.

— Te adoptaremos. — respondió la niña con una sonrisa enorme y mejillas rosadas.

Since kidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora